Factores de riesgo para cáncer de tiroides

Resumen

INTRODUCCIÓN: El cáncer de tiroides se ha convertido en una de las enfermedades más frecuentes del sistema endocrino, especialmente entre mujeres jóvenes y adultas. A pesar de los avances en diagnóstico y tratamiento, su aumento sostenido en los últimos años ha despertado el interés por comprender mejor los factores que influyen en su aparición. Este estudio busca analizar, desde una mirada integral y actualizada, cuáles son los principales elementos que elevan el riesgo de desarrollar esta patología.

METODOLOGÍA: Se llevó a cabo una revisión bibliográfica sistemática, enfocada en literatura científica publicada entre los años 2020 y 2025. Se consultaron bases de datos reconocidas como PubMed, Scopus, ScienceDirect, Lilacs y Google Scholar, seleccionando artículos en inglés y español con texto completo disponible. Se incluyeron estudios originales, revisiones y metaanálisis, priorizando aquellos con enfoque humano y con una evaluación metodológica rigurosa mediante guías como STROBE, PRISMA y CASPe.

RESULTADOS: Los hallazgos muestran que el desarrollo del cáncer de tiroides no responde a una sola causa, sino que surge de una combinación de factores biológicos, genéticos, hormonales y ambientales. Las mujeres tienen mayor predisposición, en parte por el papel de los estrógenos en las células tiroideas. La edad también influye, siendo más agresivo en personas mayores. Además, la exposición temprana a radiación ionizante, especialmente en la infancia, se asocia con mutaciones que favorecen la formación de tumores. Los antecedentes familiares con síndromes genéticos hereditarios, como la neoplasia endocrina múltiple tipo 2, también elevan significativamente el riesgo. A esto se suman factores prevenibles como el déficit de yodo en la dieta, la obesidad, la diabetes tipo 2 y la exposición prolongada a contaminantes ambientales, todos ellos capaces de alterar el equilibrio hormonal y desencadenar procesos malignos.

CONCLUSIONES: El cáncer de tiroides es el resultado de múltiples influencias, algunas inevitables y otras modificables. Reconocer estos factores permite no solo mejorar la detección temprana, sino también diseñar estrategias de prevención más humanas, conscientes y adaptadas a las realidades de cada paciente.