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La Empat�a como Instrumento conciliador en la Optimizaci�n del Desarrollo Acad�mico en el Contexto Universitario
Empathy as a Conciliatory Instrument in the Optimization of Academic Development in the University Context
Empathy as a Conciliatory Instrument in the Optimization of Academic Development in the University Context
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Correspondencia: marcela.ocampo@unl.edu.ec
Ciencias de la Educaci�n ���
Art�culo de Revisi�n
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* Recibido: 23 de diciembre de 2022 *Aceptado: 12 de enero de 2023 * Publicado: 22 de febrero de 2023
- Universidad Nacional de Loja, Loja, Ecuador.
- Universidad Nacional de Loja, Loja, Ecuador.
Resumen
Las relaciones interpersonales en el �mbito universitario es una tem�tica poco abordada por la investigaci�n en nuestro medio. M�s a�n, las relaciones entre colegas docentes y la de �stos con sus estudiantes. El prop�sito de la presente investigaci�n es indagar en las posibles causas de una defectuosa relaci�n entre docentes y estudiantes en la literatura cient�fica a manera de revisi�n de art�culo. Paralelamente, y mientras se realiza el an�lisis cient�fico, se proponen definiciones y modelos basados en la psicolog�a cognitiva y en la inteligencia emocional que coadyuvan a mejorar las relaciones interpersonales en las relaciones estudiantiles como docentes y entre s�. Se concluye manifestando que el bienestar emocional de estudiantes y docentes influye positivamente en el desarrollo cognitivo y afectivo de las personas y que, en gran medida, contribuye con los resultados acad�micos de calidad y calidez para cada uno de los protagonistas involucrados en el proceso de ense�anza-aprendizaje a nivel superior.
Palabras Clave: Empat�a; Inteligencia Emocional; Desarrollo Acad�mico; Coexistencia; Universidad Nacional de Loja.
Abstract
Interpersonal relationships in the university environment is a subject little addressed by research in our environment. Furthermore, the relationships between teaching colleagues and theirs with their students. The purpose of this research is to investigate the possible causes of a defective relationship between teachers and students in the scientific literature as an article review. At the same time, and while the scientific analysis is being carried out, definitions and models based on cognitive psychology and emotional intelligence are proposed that help to improve interpersonal relationships in student relationships as teachers and among themselves. It is concluded by stating that the emotional well-being of students and teachers positively influences the cognitive and affective development of people and that, to a large extent, contributes to quality academic results and warmth for each of the protagonists involved in the teaching process. -higher level learning.
Keywords: Empathy; Emotional Intelligence; Academic development; Coexistence; Nacional University of Loja.
Resumo
O relacionamento interpessoal no ambiente universit�rio � um assunto pouco abordado pelas pesquisas em nosso meio. Al�m disso, as rela��es entre os colegas docentes e destes com seus alunos. O objetivo desta pesquisa � investigar as poss�veis causas de uma rela��o defeituosa entre professores e alunos na literatura cient�fica como revis�o de artigo. Ao mesmo tempo, e enquanto se realiza a an�lise cient�fica, s�o propostas defini��es e modelos baseados na psicologia cognitiva e na intelig�ncia emocional que ajudam a melhorar as rela��es interpessoais nas rela��es dos alunos como professores e entre si. Conclui-se afirmando que o bem-estar emocional de alunos e professores influencia positivamente no desenvolvimento cognitivo e afetivo das pessoas e que, em grande medida, contribui para resultados acad�micos de qualidade e cordialidade para cada um dos protagonistas envolvidos no processo de ensino. -aprendizagem de n�vel superior.
Palavras-chave: Empatia; Intelig�ncia emocional; Desenvolvimento acad�mico; Coexist�ncia; Universidade Nacional de Loja.
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Introducci�n
La evaluaci�n docente es uno de los pilares fundamentales en la consecuci�n de logros acad�micos universitarios. Los aspectos esenciales en el aseguramiento de la calidad de la educaci�n superior en el Ecuador lo constituyen la capacidad profesional, la capacidad pedag�gica y la pr�ctica de valores (CACES, 2018). Esta pr�ctica de valores a la que hacemos referencia se ve afectada en la resultante que de dicha evaluaci�n semestral se obtiene de estudiantes, docentes y de coevaluadores.��
Con una responsabilidad personal, profesional e institucional es que las autoridades y dem�s miembros acad�mico-administrativos de una instituci�n analizan y estudian los resultados de dicha r�brica con el af�n de solucionar inconvenientes suscitados, mejorar en la producci�n acad�mica docente y sobre todo cumplir con los est�ndares de calidad y los objetivos asumidos. Es en ese preciso momento en que el componente de la pr�ctica de valores alerta a la administraci�n institucional, para hacernos las siguientes preguntas: �C�mo medimos los resultados de la pr�ctica de valores y de manera espec�fica al aspecto de la empat�a entre docentes y estudiantes en un sistema de ense�anza-aprendizaje telem�tico? �C�mo nos acercamos a comprender y mejorar la empat�a y la pr�ctica de valores en la mente de docentes y estudiantes?
En d�cadas recientes, el inter�s en descubrir el funcionamiento de la mente humana ha desvelado innumerables hallazgos y prescriptos acad�micos (Pinker 1997, Badcock, Davey, Whittle, Allen, & Friston 2017, Badcock & Friston 2019, y Fodor 2001). Es as� que, desentra�ando cient�ficamente los m�s rec�nditos e ins�litos aspectos del cerebro humano, se ha logrado arribar al sinuoso territorio de lo que los cient�ficos han nombrado como la psicolog�a evolutiva o del desarrollo humano, para finalmente encontrarnos con tratados y ensayos sobre la empat�a (Hatfield, Cacioppo, & Rapson, 1994, Zahn-Waxler, Robinson, & Emde 1992, Hodges & Wegner, 1997 y Decety 2009).
La investigaci�n sobre la empat�a al pertenecer a la psicolog�a social y haber plantado sus ra�ces en la psicolog�a cognitiva dominante y la neurociencia cognitivo-afectiva, es un t�rmino de ardua definici�n. Ya lo afirmaba (Darwall, 2009)� al manifestar que el estudio de las funciones de la empat�a se ha visto acosado por problemas de definici�n, metodol�gicos y te�ricos, problemas metodol�gicos y controversias te�ricas. As�, algunas de las concepciones m�s elocuentes y rescatables a las que podemos tomar en consideraci�n son las de Carter, Harris y Porges en (Decety et al., 2012) que argumentan que la capacidad de empat�a en los seres humanos y sus especies progenitoras se desarroll� a lo largo de millones de a�os de a�os de historia evolutiva, en formas que s�lo ahora se est�n aclarando y que prueba de ello son las continuidades y diferencias neuroanat�micas que se observan en todo el espectro filogen�tico.
El t�rmino empat�a se aplica actualmente a m�s de media docena de fen�menos. Estos fen�menos est�n relacionados entre s�, pero no son elementos, aspectos, facetas o componentes de una �nica cosa que es la empat�a, como se podr�a decir que una actitud tiene componentes cognitivos, afectivos y conductuales. M�s bien, cada uno de ellos es un estado psicol�gico conceptualmente distinto y aut�nomo. Adem�s, cada uno de estos estados ha recibido otros nombres adem�s de empat�a (Batson, 2009).
Por lo complicado de su definici�n, expertos cl�nicos e investigadores de alto nivel han llamado empat�a al conocimiento del estado interno de otra persona (Preston et al., 2001). Otro grupo de cient�ficos han llamado a este conocimiento "empat�a cognitiva� Eslinger, 1998; Zahn-Waxler, Robinson y Emde, 1992 en (Decety et al., 2012) o tambi�n se lo ha acu�ado como la "precisi�n emp�tica" (Ickes, 1993).
Si la selecta audiencia que tiene entre sus manos el presente escrito lo permite, y siendo grande la imprudencia de la autora en proponer una definici�n, me gustar�a manifestar que la empat�a es el don de la alteridad que percibe la automatizaci�n del estado neural de los individuos sin que se produzca una actividad motora o consciente para llegar a presentir o sentir algo (un sentimiento) que el otro est� sintiendo, permitiendo comprender el estado interno de otro sujeto.�����������������
Partiendo de esta premisa y, prescindiendo del planteamiento de una hip�tesis, el objetivo principal de la presente investigaci�n se centra en descubrir a la empat�a como instrumento de validez convergente (Lemos et al., 2022) entre docentes y estudiantes para optimizar el desarrollo acad�mico universitario. De la misma manera, se pretende inquirir y disipar las investigaciones realizadas anteriormente con el �nimo de analizar y descubrir estrategias cognitivo-afectivas que coadyuven a mejorar las relaciones interpersonales y de coexistencia entre docentes y estudiantes en el ambiente universitario, tanto en la presencialidad como en la virtualidad.
Y precisamente al referirnos a la virtualizaci�n, la pandemia del Covid19 marc� un hito en los anales de la educaci�n a nivel mundial. En Ecuador, las instituciones educativas de instrucci�n inicial, medio y superior se vieron obligadas a buscar estrategias y metodolog�as para proseguir con la instrucci�n a sus estudiantes y as� garantizar la continuidad educativa, y sobre todo la calidad, ofreciendo un entorno educativo virtual basado en la empat�a como elemento conciliador entre docente y estudiante (Le�n-Quinapallo, 2022). En la actualidad, docentes y estudiantes mantienen el criterio de que la ense�anza telem�tica favorece el aprendizaje a trav�s de la utilizaci�n de instrumentos inform�ticos (Vergara Villalobos, 2013). Pero en efecto, no todos los profesores estuvimos preparados para tal desaf�o sin precedentes.
Se not� un incremento exponencial en las capacitaciones de maestros para efectos de utilizaci�n de herramientas virtuales, gamificaci�n y utilizaci�n de entornos digitales. Y es que el reto no era simplemente poder instruir con la tecnolog�a como instrumento conciliador entre docente y alumno, sino educar conciliando los principios de bienestar y seguridad a trav�s de la pantalla, en la que la empat�a se convirti� en el hilo conductor de la adquisici�n del aprendizaje.��
Y es que, seg�n los expertos, educar en empat�a fomenta la relaci�n y la cooperaci�n entre estudiantes y docentes. La empat�a debe ser tomada muy en cuenta en las instituciones educativas debido a que son en ellas donde se construyen los cimientos de una sociedad tolerante, con igualdad de derechos, basada en la aceptaci�n, el respeto y en una cultura de paz. Educar en empat�a es saludable para el individuo y para el conglomerado presencial y virtualmente hablando.
Empat�a Docente
Imaginemos por un instante al profesor virtual sin �nimo de dejar entrar a su clase a un estudiante que no posee una velocidad de conexi�n de internet m�nima de 25 Mbps. O a la maestra que no permite que ninguno de sus estudiantes que no cuentan con equipos Windows o Mac ingresen a la sala Zoom. O al profesor que no permite que durante sus clases el estudiante apague la c�mara, micr�fono y deje de compartir pantalla al mismo tiempo; o quiz�s casos como el del estudiante que se desconect� a media clase o nunca se conecta; o el que tiene que enviarle un mensaje por el entorno virtual para recuperar el corte de se�al a trav�s de una tutor�a; o simplemente el que le cuesta adaptarse a la tecnolog�a y prefiere el face to face y libros en f�sico para aprender; etc. etc. �Le son familiares estos casos? Estamos convencidos de que es as�, y es precisamente all� donde identificamos el elemento emp�tico. De no haber existido la empat�a docente en la ense�anza telem�tica, la educaci�n habr�a sufrido una par�lisis global. Y es que la empat�a docente hace frente a los procesos educativos antes, durante y despu�s de la instrucci�n propiamente dicha y por ello su importancia.
�Por qu� es tan importante la empat�a en la docencia? Los docentes emp�ticos y comprensivos generan mejores resultados. Un docente con empat�a tiene la capacidad de �ponerse en los zapatos� del otro y entender c�mo se siente ante determinadas situaciones. No se trata de dar la raz�n, pero s� de lograr una comprensi�n que permita guiarle de un modo m�s cercano y afectivo. Los docentes que son emp�ticos tienen la capacidad de ver m�s all� de una calificaci�n, de un rostro o de un apellido. Recientes estudios llevados a cabo en Finlandia, en las Universidades Turku y Jyv�skyl� (Pakarinen et al., 2014) revelan que la educaci�n tradicional con profesores estrictos y prescriptivos es obsoleta y que para alcanzar una formaci�n de calidad y desarrollar en los estudiantes destrezas sociales para la vida se requiere de profesores emp�ticos y verdaderamente comprometidos.
La psicolog�a afectiva, las ciencias de la educaci�n y sobre todo la neurociencia moderna y sus investigaciones sobre la empat�a aciertan en manifestar que, el bienestar en el ambiente laboral mejora nuestra motivaci�n como docente, nuestra autoestima personal, mejora la comunicaci�n con pares acad�micos, mejora nuestra inteligencia emocional, estabiliza la habilidad de educaci�n emocional, entre otras (Hern�ndez-Perdomo, 2017).
Empat�a estudiantil
El primer acto de empat�a social notado en las clases virtuales se da al momento en que un estudiante decide encender su c�mara y micr�fono (Melo-Letelier et al., 2022). Esto desencadena en un acto de solidaridad en que el grupo decide seguir al primero en hacerlo como un acto solidario en el que decide participar de su espacio privado y de su condici�n de aprendiente m�s que por una directriz o regla de clase impuesta por el maestro.
Pero, �c�mo identificar patrones asertivos que direccionen hacia una posible empat�a? Desde elementos b�sicos de diagn�stico como los mapas de empat�a de Dave Gray hasta los m�s avanzados enfoques de ingenier�a inversa del aprendizaje y desarrollo cognitivo del ser humano del doctor Thomas L. Griffiths, la ciencia cognitiva develiza que la empat�a es un rasgo conductual humano que se puede obtener, medir y estudiar.
Y si bien es cierto que hemos manifestado que el rol docente cumple un papel preponderante en las relaciones interpersonales acad�micas, en el proceso ense�anza-aprendizaje, esta �ltima la define espec�ficamente el estudiantado. �Se puede aprender a ser emp�tico? ciertamente que s�, pero definitivamente estamos en el nivel emp�tico, en un estadio socio-afectivo indivisible donde predominan y gobiernan sensaciones y emociones debi� a la cantidad de serotonina cerebral en los neurotransmisores (Bianchin & Angrilli, 2012). En la misma perspectiva, para que los estudiantes puedan desarrollar las competencias se requiere de docentes calificados para fortalecerlas en los procesos de aprendizaje. El levantamiento de un perfil que permita seleccionar docentes que garanticen tener �xito en la ense�anza se convierte en algo fundamental (Cavagneri, Ochoa, Osorio, Pati�o, & Polaca, 2019, en (Rodr�guez Saltos et al., 2020). �
Metodolog�a
La presente investigaci�n es de tipo te�rica. El enfoque adoptado es el puro o te�rico, puesto que brinda elementos reflexivos al conocimiento cient�fico sobre la empat�a. Por consiguiente, los criterios del an�lisis bibliogr�fico que se propone atisban al mejoramiento de las relaciones interpersonales entre docentes y estudiantes a nivel universitario, tomando a la empat�a como el instrumento conciliador en la optimizaci�n del desarrollo acad�mico en el contexto universitario. Por ello, bas�ndonos en la literatura acad�mica establecemos un esquema de an�lisis cient�fico para conocer cu�les son las necesidades emocionales de docentes y estudiantes universitarios, as� como de las pautas que se requieren para mejorar las relaciones interpersonales entre ellos. Y dado por sentado que recorremos terreno de docencia y pedagog�a, se brindan orientaciones relativas para educar en la empat�a.�
Discusi�n
De regreso a la presencialidad, las ciencias humanas y sociales est�n muy preocupadas por las consecuencias de los aprendizajes, significados o constructos de la virtualidad. Sin duda, el reto fue socialmente may�sculo, dada la complejidad en la convergencia de constructos sociales preestablecidos y a la multiplicidad de fen�menos inherentes a la ense�anza-aprendizaje aunados por el obligado uso de la tecnolog�a en plataformas digitales y el metaverso. Paralelamente, como entes sociales y acad�micos, impacientes ante esta sinergia pedag�gica nos preguntamos si en esta estructura de convivencia virtual y de aprendizajes se consider� a la empat�a como elemento inherente en las relaciones interpersonales. �Qu� pasa con las personas que s� lo hacen? �Existe acad�micamente una diferencia? �Qui�n ha manifestado su inquietud frente a las consecuencias de ciertos patrones conductuales?
����������� Bas�ndonos en (Carpena, 2016); y en (Hern�ndez-Perdomo, 2017), identificamos dos caracter�sticas recurrentes tanto en profesores como en estudiantes:�
Docentes (D)
- Los educadores no se ponen en el lugar de los estudiantes, emp�ticamente hablando.
- Se utiliza la carga acad�mica (tareas y trabajos de autonom�a y experimentaci�n) como herramienta de castigo y de imposici�n.
Estudiantes (E)
- Apat�a estudiantil debido a la multiculturalidad.
- Insensibilidad a las necesidades personales y acad�micas de los estudiantes.
�Qu� hacer para disminuir la sensaci�n de apat�a en el entorno educativo superior? �Qu� debemos prescindir para crear una atm�sfera de convivialidad que sume y que nos motive personalmente? Sin duda alguna, y desde el rol protag�nico que nos compete participar en esta constituci�n ense�anza-aprendizaje, asumir nuestras falencias ser� el primer pelda�o. Al referirnos a falencias no hacemos alusi�n a las limitantes profesionales que cada quien posee, sino m�s bien a los rasgos que como docente o estudiante develo con mis aseveraciones y comportamientos que lastiman o indisponen al otro. A pesar de que resulte algo abstracto acoger a la empat�a por su impalpabilidad, es una decisi�n personal y voluntaria que se asume como la mejor estrategia de disminuci�n de conflictos en las relaciones interpersonales y acad�micas.
Figura 1. Enfoque de la Empat�a Acad�mica entre Docentes y Estudiantes.
Fuente: Elaboraci�n Propia
La indisposici�n o aspereza universitaria la hemos experimentado todos y cada uno de nosotros en mayor o menor grado en alg�n momento de nuestro paso por los campus. La competitividad por el cumplimiento de objetivos estrictamente acad�micos, el demostrar las mejores cualidades y aptitudes y la ambici�n acad�mica que deambulan por las periferias de las aulas universitarias, instigan a la creaci�n de una atm�sfera hostil que propicia efectos adversos en el bienestar acad�mico. Que no se malinterprete que la competitividad y la ambici�n universitarias sean caracter�sticas negativas de los profesionales, sino m�s bien que se entienda que seg�n nuestro enfoque emocional, son rasgos que tienden a ser f�cilmente distorsionados con los que, un escenario de aprendizaje se transforma en un sitio donde la violencia y la imposici�n ser�n los instrumentos de comportamiento, adaptaci�n y utilizaci�n que generar�n ciertamente m�s conflictos de convivencia acad�mica. En �ltima instancia, es lo que se pretende evitar.
En ese sentido podemos resaltar que �la empat�a es una capacidad natural que se desarrolla en interrelaci�n con los dem�s y en el seno de una cultura que define el tipo de humano que se espera que seamos, c�mo debe ser la participaci�n con el sufrimiento del �otro� y que se�ala con qu� �otros� (Carpena, 2016). As� mismo, la empat�a cognitiva se define como la capacidad de explicar, predecir e interpretar con precisi�n las emociones de los dem�s vinculadas a una situaci�n (Decety et al., 2012).
La empat�a es un don del ser humano que es imprescindible desarrollar durante la formaci�n integral del individuo, mucha mayor importancia en estados de afecci�n adulta como el universitario. Si bien es cierto el desarrollo �ptimo de la empat�a se ve favorecido con est�mulos a edades tempranas, nunca es tarde para aprender, asimilar y poner en pr�ctica la empat�a en los entornos educativos en los cuales nos desarrollamos.
Las buenas relaciones entre docentes y estudiantes fomentan un escenario de aprendizaje pleno, favoreciendo la inteligencia emocional y la motivaci�n extr�nseca, tan necesaria en los estamentos universitarios.
Necesitamos crear espacios educativos donde docentes y estudiantes se desenvuelvan en una atm�sfera segura de comprensi�n del otro, de consolar al otro y a sentirse responsable del bienestar del otro. Esto es aprender a escuchar, a formar en uno mismo una conducta altruista y compasiva motiva al profesional potencializando los receptores externos del cerebro provocando una conducta de inter�s, distendida y sobre todo desestresada facilitando una performance efectiva, ya sea que se encuentre en etapas de formaci�n o ejerciendo su profesi�n.����
Es menester recalcar que los atributos o comportamientos de los sujetos dentro del entorno educativo no se definen por el uso o no de la empat�a ni definen los patrones de las relaciones interpersonales de las personas. Pero si es cierto que el inter�s en el otro, la compasi�n y la competencia emocional son funciones humanas y sociales muy importantes en la estructuraci�n emocional del ser humano �ntegro y del equilibrio de los estados afectivos.� ����������
El �mbito de la empat�a abraza varios escenarios de funcionalidad como la comunicaci�n asertiva, la inteligencia emocional, la competencia social y a su vez, dentro de ellas, definiciones y dimensiones que deben ser investigadas a profundidad para lograr llegar a un mejor entendimiento del sujeto y del comportamiento humano. La tarea es larga y compleja, sin embargo, debemos hacer uso de las definiciones y modelos de educaci�n emocional que la ciencia nos proporciona, con el fin de crear espacios de convivencia social y educativa id�neos en pro de una educaci�n de calidad y sobre todo de calidez, ya que como lo dijo en su momento el pensador Carl Rogers, �Ser emp�tico es ver el mundo con los ojos del otro, y no ver nuestro mundo reflejado en los ojos de �l�.
Referencias
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� 2023 por los autores. Este art�culo es de acceso abierto y distribuido seg�n los t�rminos y condiciones de la licencia Creative Commons Atribuci�n-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)
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