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Sociolog�a del espacio urbano: una aproximaci�n metodol�gica a los procesos de exclusi�n socioespacial desde la pr�ctica curatorial para el caso del barrio La Floresta-Quito

 

Sociology of urban space: a methodological approach to the processes of socio-spatial exclusion from curatorial practice for the case of the La Floresta neighborhood in Quito

 

Sociologia do espa�o urbano: uma abordagem metodol�gica aos processos de exclus�o socioespacial a partir da pr�tica curatorial para o caso do bairro La Floresta em Quito

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Correspondencia: re.sarzosa@uta.edu.ec �

Ciencias T�cnicas y aplicadas

Art�culo de Investigaci�n

 

 

* Recibido: 20 de abril de 2025 *Aceptado: 24 de mayo de 2025 * Publicado: �20 de junio de 2025

 

        I.            Universidad T�cnica de Ambato, Ecuador.

      II.            Universidad T�cnica de Ambato, Ecuador.

   III.            Universidad T�cnica de Ambato, Ecuador.

   IV.            Universidad T�cnica de Ambato, Ecuador.

Resumen

El presente art�culo presenta una propuesta metodol�gica para abordar los procesos de exclusi�n urbana desde una perspectiva sensorial, centrada en las infraestructuras olfativas del barrio La Floresta en Quito, Ecuador. Se plantea una aproximaci�n cualitativa que articula herramientas de la sociolog�a del espacio, la antropolog�a de los sentidos y las pr�cticas curatoriales. La metodolog�a propuesta se estructura en tres fases: exploraci�n etnogr�fica basada en la percepci�n olfativa; desarrollo de cartograf�a sensorial colaborativa con la participaci�n de un habitante invidente y un especialista en aromas; y una pr�ctica curatorial orientada a representar, desde la sinestesia, los olores vinculados a distintos espacios del barrio. Esta propuesta parte del supuesto de que los olores urbanos act�an como marcadores simb�licos y sociales que configuran jerarqu�as y formas de exclusi�n. El art�culo no reporta resultados emp�ricos, sino que se enfoca en la construcci�n conceptual y operativa de un dispositivo metodol�gico que permita analizar los v�nculos entre percepci�n sensorial y procesos socioespaciales. Se plantea as� un marco de an�lisis epistemol�gico alternativo que busca ampliar las formas de abordar los fen�menos de inclusi�n/exclusi�n territorial en el contexto latinoamericano.

Palabras clave: Exclusi�n urbana; infraestructura sensorial; antropolog�a del olor; pr�ctica curatorial; sinestesia; La Floresta.

 

Abstract

This article presents a methodological proposal for addressing processes of urban exclusion from a sensory perspective, focusing on the olfactory infrastructure of the La Floresta neighborhood in Quito, Ecuador. It proposes a qualitative approach that articulates tools from the sociology of space, the anthropology of the senses, and curatorial practices. The proposed methodology is structured in three phases: ethnographic exploration based on olfactory perception; development of collaborative sensory mapping with the participation of a blind resident and an aroma specialist; and a curatorial practice aimed at representing, through synesthesia, the odors associated with different spaces in the neighborhood. This proposal assumes that urban odors act as symbolic and social markers that shape hierarchies and forms of exclusion. The article does not report empirical results but rather focuses on the conceptual and operational construction of a methodological framework that allows for the analysis of the links between sensory perception and socio-spatial processes. This presents an alternative epistemological analytical framework that seeks to expand the ways of addressing the phenomena of territorial inclusion/exclusion in the Latin American context.

Keywords: Urban exclusion; sensory infrastructure; anthropology of smell; curatorial practice; synesthesia; La Floresta.

 

Resumo

Este artigo apresenta uma proposta metodol�gica para abordar os processos de exclus�o urbana numa perspetiva sensorial, com foco na infraestrutura olfativa do bairro de La Floresta, em Quito, Equador. Prop�e uma abordagem qualitativa que articula ferramentas da sociologia do espa�o, da antropologia dos sentidos e das pr�ticas curatoriais. A metodologia proposta estrutura-se em tr�s fases: explora��o etnogr�fica a partir da perce��o olfativa; desenvolvimento de um mapeamento sensorial colaborativo com a participa��o de um morador cego e de um especialista em aromas; e uma pr�tica curatorial que visa representar, atrav�s da sinestesia, os odores associados a diferentes espa�os do bairro. Esta proposta parte do princ�pio de que os odores urbanos atuam como marcadores simb�licos e sociais que moldam as hierarquias e as formas de exclus�o. O artigo n�o reporta resultados emp�ricos, mas antes se centra na constru��o conceptual e operacional de um quadro metodol�gico que permita analisar as rela��es entre a perce��o sensorial e os processos socioespaciais. Apresenta-se, assim, um quadro anal�tico epistemol�gico alternativo que procura ampliar as formas de abordar os fen�menos de inclus�o/exclus�o territorial no contexto latino-americano.

Palavras-chave: Exclus�o urbana; infraestrutura sensorial; antropologia do olfato; pr�tica curatorial; sinestesia; La Floresta.

 

Introducci�n

Las ciudades contempor�neas latinoamericanas han sido objeto de m�ltiples aproximaciones anal�ticas desde la sociolog�a urbana, entre las que destacan los estudios sobre desigualdad espacial, segregaci�n residencial y procesos como la latino-gentrificaci�n (Inzulza & Galleguillos, 2014). Sin embargo, la dimensi�n sensorial de los procesos de exclusi�n urbana ha sido notablemente subestimada en la literatura acad�mica dominante (Citro, et al., 2020). Esta investigaci�n propone una aproximaci�n a los fen�menos de fragmentaci�n socioespacial a trav�s de una propuesta de etnograf�a sensorial centrada en la percepci�n olfativa, tomando como caso de estudio el barrio La Floresta en Quito, Ecuador.

La Floresta constituye un claro ejemplo de las transformaciones socioespaciales que experimentan los barrios tradicionales latinoamericanos en el contexto de la neoliberalizaci�n urbana (Casgrain, & Janoschka, 2013). Estudios como los de Dur�n, Mart� & M�rida (2016); M�rida (2016), o Cevallos Ar�uz (2018) han documentado procesos de gentrificaci�n, segregaci�n residencial y emergencia de enclaves exclusivos en este barrio tradicional de Quito. No obstante, al analizar los estudios desarrollados entre 2016 y 2024, se evidencia que estos se han concentrado fundamentalmente en las manifestaciones f�sicas, econ�micas y sociol�gicas de la exclusi�n, relegando a un plano secundario la dimensi�n sensorial de dichos fen�menos.

 

Figura 1. Estudios realizados sobre procesos de gentrificaci�n en La Floresta (2016-2024)

Nota: Elaborado por el autor

La presente investigaci�n parte del cuestionamiento sobre c�mo se produce y experimenta la exclusi�n urbana en la cotidianidad del barrio La Floresta a trav�s de las infraestructuras sensoriales, espec�ficamente a trav�s del paisaje olfativo que configura este territorio urbano. Para abordar esta interrogante, se propone un di�logo interdisciplinar entre la sociolog�a del espacio, la antropolog�a de los sentidos y las pr�cticas curatoriales como metodolog�a de investigaci�n-creaci�n. As�, con esta convergencia disciplinar se busca explorar dimensiones poco convencionales de la fragmentaci�n urbana que trascienden las habituales categor�as socioecon�micas y f�sico-espaciales.

El marco conceptual que sustenta esta investigaci�n se articula en torno a tres ideas fundamentales: la infraestructura sensorial, la antropolog�a del olor y la sinestesia como aproximaci�n epistemol�gica. Respecto al primer concepto, Larkin (2013) plantea que las infraestructuras urbanas no constituyen �nicamente sistemas t�cnicos, sino que tambi�n act�an como dispositivos sensoriales y afectivos que median la experiencia cotidiana de la ciudad. Las infraestructuras, en este sentido, posibilitan flujos materiales y configuran paisajes sensoriales que inciden en las formas de habitar y percibir el espacio urbano. Por su parte, la antropolog�a del olor, emerge como un campo prol�fico para explorar las dimensiones simb�licas y socioespaciales de la exclusi�n urbana. Como se�ala Enr�quez (2017), la percepci�n olfativa trasciende lo puramente fisiol�gico para constituirse en un acto cultural y simb�lico cargado de significaciones. En esta l�nea, Synnott (2003) sostiene que las pr�cticas olfativas son fen�menos sociales que est�n cargados de significados particulares en diferentes culturas, evidenciando que los olores urbanos no son neutrales, sino que operan como marcadores de distinci�n y diferenciaci�n social.

Esta investigaci�n tambi�n se nutre de los estudios sobre sinestesia como fen�meno perceptivo y epistemol�gico. Seg�n Salas (2016), la sinestesia implica la capacidad de establecer asociaciones entre dimensiones sensoriales aparentemente distantes, como la visi�n y el olfato. Aunque tradicionalmente considerada una condici�n neurol�gica excepcional, Cytowic (2008) postula que la sinestesia constituye un atributo fundamental de la especie de los mam�feros que opera de manera consciente solo en determinados individuos. La sinestesia se presenta entonces como una herramienta epistemol�gica potente para comprender c�mo las infraestructuras sensoriales operan en la configuraci�n de territorios de inclusi�n y exclusi�n.

La relevancia de esta investigaci�n radica en su contribuci�n a una sociolog�a del espacio que incorpora dimensiones sensoriales habitualmente ignoradas en los an�lisis sobre exclusi�n urbana. Como se�ala Larrea (1997) en su trabajo sobre la cultura de los olores, el paisaje olfativo urbano configura una ciudad inmaterial que incide significativamente en las formas de segregaci�n y fragmentaci�n socioespacial. Los olores, en este sentido, no constituyen meros epifen�menos de la vida urbana, sino elementos estructurantes de las jerarqu�as socioespaciales.

La presente investigaci�n tambi�n dialoga con la emergente corriente de etnograf�a experimental que explora las intersecciones entre antropolog�a y arte. Autores como Andrade y Elhaik (2018) han destacado el potencial cr�tico de las pr�cticas curatoriales como metodolog�a etnogr�fica, se�alando que el campo del arte guarda el privilegio de gozar de un capital simb�lico que le permite doblar y doblegar la correcci�n pol�tica de la academia antropol�gica. En esta l�nea, la investigaci�n propone una pr�ctica curatorial que, desde la sinestesia, permita comprender y visibilizar las dimensiones olfativas de la exclusi�n urbana en La Floresta.

El objetivo principal de esta investigaci�n consiste en analizar c�mo las infraestructuras olfativas del barrio La Floresta configuran reg�menes de inclusi�n y exclusi�n socioespacial. Para ello, la pr�ctica curatorial se plantean objetivos como: a) identificar y cartografiar el paisaje olfativo del barrio La Floresta; b) analizar las relaciones entre olores urbanos y procesos de distinci�n socioespacial; y c) desarrollar una pr�ctica curatorial que evidencie, desde la sinestesia, las dimensiones sensoriales de la exclusi�n urbana. En la siguiente secci�n se presenta la metodolog�a establecida para el proceso, basada en una etnograf�a sensorial y una intervenci�n curatorial.

Proceso metodol�gico

La presente investigaci�n adopta un enfoque metodol�gico cualitativo de car�cter experimental, articulando t�cnicas etnogr�ficas con pr�cticas curatoriales para abordar las dimensiones sensoriales de la exclusi�n urbana en el barrio La Floresta. Se busca que la aproximaci�n metodol�gica se estructure en tres fases complementarias: exploraci�n etnogr�fica inicial, cartograf�a sensorial colaborativa y pr�ctica curatorial cinest�sica.

-                     Fase 1: Exploraci�n etnogr�fica inicial

La investigaci�n comienza con una exploraci�n etnogr�fica preliminar en territorio, centrada en la percepci�n sensorial del espacio urbano. Esta fase implica ejercicios de observaci�n participante en distintos puntos del barrio La Floresta, con especial �nfasis en el sector del cine Ochoymedio, un referente espacial y cultural del barrio. Durante este proceso, se propone que el investigador emplee t�cnicas de sensorializaci�n controlada (privaci�n visual temporal) para potenciar la percepci�n olfativa del entorno urbano. Esta experiencia inicial busca ser documentada audiovisualmente como material etnogr�fico y como insumo para la posterior fase curatorial.

Con ello, se busca que la exploraci�n etnogr�fica inicial permita identificar una multiplicidad de paisajes olfativos que conforman el territorio sensorial de La Floresta: desde los olores asociados a la gastronom�a tradicional (como las tripas asadas), pasando por los aromas vinculados a actividades culturales y comerciales, hasta los olores generados por la contaminaci�n ambiental y la infraestructura urbana. Esta primera aproximaci�n busca evidenciar que los olores urbanos no constituyen meros epifen�menos de la vida cotidiana, pues en realidad, se establecen como elementos activos en la configuraci�n de territorios de inclusi�n y exclusi�n.

-                     Fase 2: Cartograf�a sensorial colaborativa

La segunda fase metodol�gica consiste en el desarrollo de una cartograf�a sensorial colaborativa, implementada a trav�s de un equipo interdisciplinar conformado por tres sujetos con roles espec�ficos: un habitante invidente del barrio La Floresta (en calidad de experto sensorial y curador), un ingeniero qu�mico (como especialista en la captaci�n y reproducci�n de aromas) y el investigador principal (como etn�grafo y gestor del proceso). Esta configuraci�n metodol�gica responde a dos premisas fundamentales: por una parte, el reconocimiento de que las personas con discapacidad visual desarrollan capacidades sensoriales particulares que les permiten percibir dimensiones del espacio urbano habitualmente invisibilizadas; y, por otra parte, la necesidad de articular saberes cient�ficos y experienciales para comprender las infraestructuras olfativas urbanas.

Se espera que la cartograf�a sensorial se implemente mediante recorridos sistem�ticos por el territorio del barrio La Floresta. Estos recorridos no pretenden seguir rutas preestablecidas, sino que sean dirigidos por el habitante invidente, quien determine los trayectos en funci�n de su experiencia sensorial del barrio. Durante los recorridos, los cuales se realizar�an en distintos momentos del d�a y bajo diversas condiciones ambientales, se propone implementar las siguientes t�cnicas de recolecci�n de datos:

a)                 Registro fotogr�fico: El habitante invidente del barrio asume el rol de fot�grafo, capturando im�genes que, aunque carentes de la intencionalidad visual convencional, documentan los espacios asociados a los paisajes olfativos identificados. Esta inversi�n de roles tradicionales (donde habitualmente la persona vidente captura im�genes) constituye tanto una estrategia metodol�gica como una apuesta epistemol�gica por subvertir las jerarqu�as sensoriales dominantes.

b)                Captaci�n de aromas: Se espera que el ingeniero qu�mico implemente dos t�cnicas complementarias para la captaci�n y reproducci�n de los olores urbanos identificados. Por una parte, utilizar t�cnicas convencionales de destilaci�n para aquellos aromas susceptibles de ser captados mediante este procedimiento. Por otro lado, se busca implementar una adaptaci�n del dispositivo "Madeleine", el cual permite capturar la huella olfativa de objetos y espacios mediante un sistema de absorci�n con resina. La combinaci�n de ambas t�cnicas busca capturar un espectro amplio de los aromas que configuran el paisaje olfativo de La Floresta.

c)                 Registro etnogr�fico: Se espera que el investigador principal lleve un diario de campo detallado donde documente tanto los aspectos sensoriales identificados durante los recorridos como las interacciones y di�logos entre los miembros del equipo. Se busca que este registro incluya las coordenadas espaciales precisas donde se tomen las fotograf�as y se capten los aromas, informaci�n fundamental para la posterior fase curatorial.

Se espera que la cartograf�a sensorial se extienda durante aproximadamente un mes, periodo en el cual se desarrollen doce recorridos que abarquen la totalidad del territorio del barrio La Floresta, desde la plaza de las tripas asadas hasta el centro financiero, pasando por las zonas culturales, diplom�ticas, residenciales y perif�ricas como la quebrada del Mach�ngara. Este proceso busca identificar y captar doce aromas distintivos que, siguiendo la met�fora de la estructura tripartita del perfume (notas de cabeza, coraz�n y base), sean posteriormente combinados para producir un decimotercer aroma: la esencia olfativa del barrio La Floresta.

-                     Fase 3: Pr�ctica curatorial cinest�sica

Se busca que la tercera fase metodol�gica consista en el desarrollo de una pr�ctica curatorial experimental que, desde la sinestesia, visibilice las dimensiones olfativas de la exclusi�n urbana en La Floresta. Adem�s, se busca que esta pr�ctica se materialice en una intervenci�n realizada en un edificio abandonado ubicado frente al cine OchoyMedio, uno de los espacios emblem�ticos del barrio. La elecci�n de este espacio como sede de la intervenci�n curatorial no es arbitraria sino que responde a una estrategia metodol�gica deliberada: utilizar uno de los espacios m�s fotografiados e ic�nicos del barrio, pero parad�jicamente inaccesible para la mayor�a de sus habitantes, como met�fora espacial de los procesos de exclusi�n urbana.

A continuaci�n, se busca que la pr�ctica curatorial se estructure en tres ambientes interconectados, cada uno orientado a estimular experiencias cinest�sicas particulares:

a)                 Primer ambiente: Proyecci�n audiovisual del registro etnogr�fico inicial, acompa�ada de un texto curatorial que invite a los asistentes a reflexionar sobre la dimensi�n olfativa de la experiencia urbana. En este espacio, los visitantes, que ingresen con los ojos vendados, podr�an optar por retirarse la venda para experimentar una primera aproximaci�n cinest�sica: percibir los olores urbanos a trav�s de est�mulos audiovisuales.

b)                Segundo ambiente: Exposici�n de las fotograf�as tomadas por el curador invidente durante los recorridos por el barrio. Cada fotograf�a podr�a ser impregnada con el aroma correspondiente al lugar donde fue capturada, generando una experiencia sensorial que vincule lo visual y lo olfativo. Se espera que este espacio proponga una segunda aproximaci�n cinest�sica: reconocer los espacios urbanos a trav�s de la interacci�n entre im�genes y olores.

c)                 Tercer ambiente: Instalaci�n interactiva centrada en la experiencia olfativa pura. En este espacio, los visitantes, nuevamente con los ojos vendados, podr�an experimentar los trece aromas capturados durante la cartograf�a sensorial. Este ambiente culminar�a con una intervenci�n perform�tica donde el etn�grafo ofrecer�a a los visitantes la posibilidad de adquirir los aromas del barrio, tanto individualmente como en su composici�n unificada, como met�fora cr�tica de la mercantilizaci�n de la experiencia urbana.

La pr�ctica curatorial funcionar�a simult�neamente como dispositivo de investigaci�n y como estrategia de diseminaci�n de resultados. Por una parte, permitir�a generar informaci�n valiosa sobre c�mo diversos actores urbanos perciben e interpretan el paisaje olfativo de La Floresta. Por otra parte, operar�a como un dispositivo cr�tico que visibilice las dimensiones sensoriales de la exclusi�n urbana, evidenciando c�mo los olores act�an como marcadores de distinci�n socioespacial. La recolecci�n de datos durante la pr�ctica curatorial se realizar�a mediante la observaci�n participante y el registro audiovisual de las interacciones de los visitantes con los distintos ambientes. Adicionalmente, se implementar�a un cuaderno de comentarios donde los asistentes podr�an plasmar sus impresiones, reflexiones y asociaciones cinest�sicas experimentadas durante el recorrido.

Aproximaci�n conceptual a la pr�ctica curatorial

�Quien dominaba los olores, dominaba el coraz�n de los hombres.�

(S�skind y Giralt, 1992, 67)

Caminando por las calles del barrio La Floresta, buscaba maneras de comprender aquello que en varios art�culos acad�micos hab�a le�do por los �ltimos tres a�os sobre procesos de exclusi�n en el barrio, donde destacan conceptos como la gentrificaci�n o las comunidades amuralladas (Dur�n, Mart� y M�rida 2016, M�rida 2016, Cevallos 2018).

La pregunta metodol�gica �C�mo se produce la exclusi�n urbana en el d�a a d�a en el barrio La Floresta? Resonaba en mi cabeza, y me la repet�a mientras caminaba por las calles del barrio, hasta que hice el primer experimento de sentarme y empezar a analizar sus infraestructuras (Larkin, 2013) � calles y edificios � mientras cerraba los ojos. Mis otros sentidos empezaron a percibir de otra manera a la ciudad, primero comenc� a escucharla y despu�s a percibir su aroma. Era jueves 27 de febrero y ca�an las primeras gotas de una torrencial lluvia, mientras yo yac�a sentado y con los ojos vendados frente al cine Ochoymedio; mi c�mara grababa la escena. La ciudad emanaba olores, olores cotidianos. El humo de los tubos de escape de los autos, la contaminaci�n del smog, las flores, la suciedad de la calle, la basura, las chimeneas de humo de los locales comerciales; todos esos olores fueron los que comenc� a percibir. El punto de partida de una propuesta curatorial para responder a mi pregunta inicial comenz� a incubarse ese instante, en el cual, no hab�a otra forma de comprender al barrio sino era como un museo desde sus propias infraestructuras, desde sus propios olores.

Lo primero que hice despu�s, fue entender lo que hab�a experimentado durante aquella primera traves�a; y tras una larga charla con mi profesor de antropolog�a y una exhaustiva b�squeda de bibliograf�a especializada, aparecieron ante m�, los estudios de la antropolog�a de los sentidos.

Para la antropolog�a sensorial � de los sentidos �, la percepci�n trasciende lo f�sico hac�a un acto cultural y simb�lico, el cual el ser humano dota de valor y sentido (Enr�quez, 2017). Desde un enfoque antropoc�ntrico, en la antropolog�a del olor �las pr�cticas olfativas son fen�menos sociales que est�n cargados de significados particulares en diferentes culturas� (Enr�quez 2017, 11). Para Synnott (2003):

Cada uno de nosotros en todo momento, emitimos y percibimos olores, olemos y nos huelen, y tales olores tienen papeles muy importantes en virtualmente todas las �reas de la interacci�n social: al comer y beber, en la salud, el hogar, la terapia, al reducir el estr�s, en la religi�n, la industria, el transporte, en las relaciones de clase y �tnicas, y en el cuidado personal. Los olores est�n por doquier y ejercen una amplia variedad de funciones (Synnott 2003, 431).

Con esta introducci�n te�rica en mente, a partir de este punto me propongo una regla que no debe quebrantarse durante el avance de la etnograf�a: evitar sesgarme con preconcepciones sobre los olores de la ciudad. El punto de partida ser� que ning�n olor es bueno o malo, todos esos aromas de la ciudad son una nube que me rodear� constantemente. Los olores de santidad, los olores contaminantes, los olores a enfermedad, los olores de calles e inmundicias, los olores de miasmas, los olores de flores, los olores de las tripas asadas o los olores del pan reci�n horneado; todos ser�n los olores que se mezclan en el urbano, olores que terminan siendo imperceptibles para algunos, olores que traen identidad y recuerdos para otros (Larrea, 1997).

�C�mo entender el olor por el olor? �De qu� manera saber si el olor es incidente en la exclusi�n urbana? Pues me propondr� un nuevo experimento para responder estas inquietudes: capturar los diversos olores de la ciudad, guardarlos y esparcirlos en diversos espacios fuera de su contexto, donde la gente pueda percibirlos de diferentes maneras. La primera aproximaci�n a las infraestructuras de los olores, ser� bajo la tutela de una persona ciega que vive en el barrio, a la cual le propondr� ser mi gu�a durante este proceso, para que me permita conocer su manera de percibir al barrio a partir de las infraestructuras y sus olores. Le propondr� ser tambi�n, el curador de la muestra a desarrollarse posterior al proceso experimental.

En complemento a la primera incorporaci�n al equipo, me pondr� en contacto con un ingeniero qu�mico a quien le propondr� formar parte de este experimento. Su labor dentro de esta traves�a ser� capturar los diferentes olores que identifiquemos en el barrio a trav�s de procesos de destilaci�n, para que de esta manera logremos crear una esencia������������������������������������� � perfume � de las diferentes infraestructuras del barrio. En una breve revisi�n de literatura sobre la captaci�n de olores me veo actualmente ante una dificultad del proceso, ya que resulta complicado obtener la esencia de todas las cosas a nuestro alrededor solamente mediante destilaci�n, por lo que, como apoyo externo me pondr� en contacto con la dise�adora brit�nica Amy Radcliffe, quien en su investigaci�n desarroll� un prototipo llamado Madeleine, el cual es un aparato al que su dise�adora denomina como una c�mara an�loga de olores, la cual permite capturar la esencia de cualquier objeto. El funcionamiento de su dispositivo consiste en tomar un peque�o domo y colocarlo sobre el objeto del que se desea capturar el olor, posterior a ello a trav�s del uso de vapor y Tenax � una resina absorbente �, el olor pasa por mangueras hacia una c�psula sellada. A partir de all� es posible destilar los aromas y transformarlos en un perfume.

Previo a la expedici�n por el barrio, proporcionar� una c�mara profesional a la persona invidente, le dar� una inducci�n sobre su funcionamiento � cuento con experiencia anterior de fotograf�a profesional � y le solicitar� que sea el camar�grafo de nuestro trayecto. Ser� quien tome las fotograf�as de las diferentes situaciones que iremos percibiendo durante el recorrido por La Floresta. En complemento, mi labor durante este proceso ser� el de aprendiz de caminar cegado por la calle y el de aprendiz de procesos de destilaci�n para crear perfumes. Mi labor ser� la de inmiscuirme en el mundo de los olores, para receptarlos, transformarlos y durante ese proceso, intentar entenderlos.

La b�squeda de las infraestructuras y sus olores no tendr� un n�mero de sesiones determinado, ni un lugar fijo en el barrio. Comenzaremos a caminar los tres juntos���������������������� � invidente, ingeniero qu�mico y etn�grafo � por las calles del barrio; desde la plaza de las tripas asadas, hasta el centro financiero, pasando por las calles del coraz�n del barrio donde se desarrolla la actividad cultural, caminaremos junto a embajadas, recorreremos los mercados y las calles junto a la quebrada del Mach�ngara. Intentaremos recorrer todo el barrio con la intenci�n de buscar todos, o la gran mayor�a de los olores que conforman La Floresta. Yo no estar� consciente del lugar f�sico por donde realizaremos el trayecto, nuestro gu�a ser� la persona invidente; y si resulta necesario redireccionarnos por salirnos del camino, el invidente ser� quien tome la decisi�n de modificar la ruta � previa discusi�n con los dem�s miembros del equipo �.

Para recapitular; durante la caminata cada miembro del equipo tendr� su rol principal dentro del experimento. El invidente ser� nuestro maestro en la percepci�n de olores y adem�s ser� nuestro camar�grafo. El ingeniero qu�mico ser� quien recolecte los diferentes olores del barrio. Esa ser� su labor, adem�s de ser el profesor de qu�mica. Adem�s, le recomendar� ser la persona vidente dentro de esta operaci�n. Su labor no ser� la de percibir los olores, sino recolectarlos, y para ello necesita de su sentido de la vista para realizar su trabajo. Yo ser� el aprendiz de ambos. No tendremos horarios establecidos ni d�as de la semana definidos. Propondr� realizar diferentes salidas al barrio durante el tiempo necesario � Recomiendo acotar el tiempo a alrededor de un mes � para capturar los diferentes aromas.

�Cu�ntos aromas necesitamos recolectar? �Ser�n suficientes los que lleguen a recolectarse? La verdad para la investigaci�n no es relevante la cantidad, sino la experiencia etnogr�fica de c�mo se recolectaron esos aromas. Por ello, como recurso pataf�sico � o ciencia de las soluciones imaginarias � tomaremos como referencia el siguiente extracto de la adaptaci�n cinematogr�fica de El Perfume: Historia de un asesino el cual versa:

(�) Todos los perfumes contienen 3 acordes. Cabeza, coraz�n y base. Se requiere de 12 notas. La primera impresi�n la contiene el acorde de la cabeza, el cual dura pocos minutos, antes de dar paso al coraz�n, la parte del perfume con una duraci�n de varias horas. Finalmente, la base es la huella del perfume, la que dura varios d�as (�) Los antiguos egipcios ten�an la creencia de que s�lo puede crearse un perfume verdaderamente original, al agregar una nota extra, una esencia final que superar� y dominar� a los dem�s (�) (Di�logo entre el maestro perfumista Giuseppe Baldini y su disc�pulo Jean-Baptiste Grenouille, en la adaptaci�n cinematogr�fica de El Perfume: Historia de un asesino).

Es con este recurso que se optar� por la recolecci�n de doce aromas y un aroma m�s, que ser� el olor del barrio en base a la mezcla de dichas fragancias. Una vez recolectados y transformados en perfume, cada uno de los trece contenedores de olor formar� parte de la pr�ctica curatorial que nazca de esta experiencia. Con esta decisi�n se busca hacer antropolog�a desde el arte. Para Andrade y Elhaik (2018):

(�) el campo del arte guarda el privilegio de gozar de un capital simb�lico que le permite doblar y doblegar la correcci�n pol�tica de la academia antropol�gica, es precisamente all� donde puede reventar el potencial cr�tico �ir�nico, sarc�stico, humor�stico, iconoclasta, pataf�sico, dada�sta� que queremos invocar bajo distintas estrategias textuales, curatoriales e instalativas en nuestros propios trabajos como investigadores y hacedores de im�genes (�) (Andrade y Elhaik 2018, 5).

La elecci�n de los aromas ser� indistinta, puede ser el olor de las tripas asadas, del cine del barrio, del smog, del sudor de los oficinistas, de la quebrada, de la basura, de las cafeter�as, de las iglesias, de los �rboles, del mercado, de cualquier parte de las infraestructuras del barrio que sean las m�s reconocibles para nuestro curador. Los trece aromas se transformar�n en una mezcla de olores que nos permitan ir a la siguiente etapa.

Una vez obtenidos los recursos que se buscar�n de esta experiencia � los olores de barrio en trece peque�os frascos y la colecci�n fotogr�fica de este proceso �, se proceder� a la selecci�n del material fotogr�fico de nuestro curador invidente. Cada fotograf�a tendr� impregnada una muestra visual y olfativa dependiendo del lugar donde se tom� cada instant�nea. De esta manera nuestro curador podr� hacer la selecci�n fotogr�fica a trav�s del recurso de la sinestesia, la cual se explica as�:

(�) Los cerebros sinest�sicos est�n hiperconectados, aunque a�n no se conozca bien cu�l es el motivo o la causa de que estos cerebros, son capaces de establecer asociaciones entre conceptos que en un principio parecen distantes, como sonido-color, grafema-color, emoci�n- color, sabor-color, personalidad / esencia-color, grafema /personificaci�n (�) La manera en que percibimos el mundo, nos da pistas de c�mo somos, de c�mo nuestro cerebro interpreta lo que vemos. Cada persona decodifica la ilusi�n que es en s� la realidad y percibe el mundo de una manera �nica. El percibir sinest�sico, como toda percepci�n, nos recuerda que aquello que creemos como �realidad�, es una subjetiva construcci�n de nuestras mentes (�) (Salas 2016, 14).

A ra�z de una investigaci�n de literatura especializada previa, el etn�grafo es consciente de que la percepci�n sinest�sica en personas que carecen del sentido de la vista es mayor, por lo cual se propone este proceso para la selecci�n fotogr�fica, pues es con el olor, una de las maneras en las que el invidente tendr� la capacidad de recordar y observar espacios.�

En referencia a que nuestro curador sea consciente de la sinestesia, Cytowic (2008) en su libro The man who tasted shapes afirma:

La sinestesia es un atributo fundamental de la especie de los mam�feros. Creo que la sinestesia es, realmente, una funci�n normal en todos, pero que se manifiesta conscientemente s�lo en ciertas personas. Esto no tiene nada que ver con la intensidad o grado de sinestesia de algunas personas. M�s bien es consecuencia de que la mayor�a de los procesos cerebrales operan a un nivel subconsciente. En la sinestesia, un proceso cerebral, que normalmente no es consciente, en algunos llega a un nivel consciente mientras que en otros, la mayor�a, la misma experiencia permanece en un nivel no consciente. As� que la �nica diferencia entre un sinesteta y una persona que no lo es, es que el primero es consciente sus experiencias sinest�sicas (Salas 2016, 17).

Con esto en mente, nuestra pr�ctica curatorial buscar� que, desde la sinestesia, nuestros espectadores reconozcan los lugares a trav�s de los olores que estos emanan.

Una vez hecha la selecci�n para la muestra, se escoger� el lugar para desarrollar la pr�ctica curatorial. Se solicitar� permiso para ocupar la vieja construcci�n abandonada que se encuentra frente al cine Ochoymedio de manera intencional y en sentido ir�nico, pues el edificio es talvez el lugar m�s fotografiado e ic�nico de La Floresta, pero nadie lo ocupa ni ingresa a �l, con excepci�n de algunos artistas que colocan parte de su obra. Nuestra intenci�n es apropiarnos del espacio formalmente bajo el consentimiento de sus due�os para desarrollar nuestra pr�ctica. No tocaremos nada dentro o fuera de la edificaci�n, solamente abriremos la entrada y ocuparemos tres espacios al interior del edificio. Nuestro curador ser� quien dirija la muestra. El primer requisito para entrar es seguir todas las instrucciones que se den, las cuales b�sicamente constan de dos acciones concretas: taparse o destaparse los ojos con vendas negras que se les proporcionaran a los asistentes al momento de ingresar a la exhibici�n.

La propuesta curatorial se desarrollar� en tres escenarios al interior de la edificaci�n. En la primera sala se exhibir� una muestra cinematogr�fica, de la primera aproximaci�n etnogr�fica realizada el 27 de febrero, en la cual los asistentes tendr�n la primera posibilidad de quitarse la venda de sus ojos y seguir las instrucciones del video. En la pared versar� la siguiente frase:

�La ciudad emana olores, olores cotidianos. El humo de los tubos de escape de los autos, la contaminaci�n del smog, las flores, la suciedad de la calle, la basura, las chimeneas de humo de los locales comerciales, todo forma una nube indefinida de olores que nos rodea constantemente. Olores de santidad, olores contaminantes, olores a enfermedad, olores de calles e inmundicias, olores de miasmas, olores que terminan siendo imperceptibles para algunos, olores que traen identidad y recuerdos para otros. Desde la sinestesia, esta muestra invita a que percibas el olor cotidiano de un lugar emblem�tico del barrio La Floresta, el cine Ochoymedio; a trav�s de mirar, escuchar y finalmente oler la situaci�n.�

En esta sala se invitar� a una primera aproximaci�n sinest�sica: el oler los espacios a trav�s de la vista y el o�do.

En la siguiente sala, se encontrar� expuesta la selecci�n de fotograf�as realizada por nuestro curador invidente. Cada fotograf�a estar� impregnada con el aroma del lugar donde se realiz� cada fotograf�a. Esta muestra invitar� a una nueva aproximaci�n sinest�sica: reconocer los espacios del barrio a trav�s de las im�genes y los olores. En la pared principal de la sala estar� escrito:

�El perfume es la forma m�s intensa del recuerdo (�) Una especie de lenta obsesi�n�

Jean Paul Guerlain (Perfumista)

La �ltima sala tendr� una mesa en el centro con una peque�a fuente y trece aromas del barrio embotellados � sin identificaci�n alguna �, los cuales pueden ser abiertos y olidos por todos los asistentes. El curador invitar� a que antes de entrar a la habitaci�n se coloquen la venda negra para formar parte del performance. A la salida de la sala, el curador solicitar� quitarse las vendas y el etn�grafo har� presencia con una peque�a bandeja donde ofrecer� vender los olores del barrio, por separado o como una fragancia �nica. La muestra curatorial terminar� con este acto y con la entrega de un peque�o papel impregnado indistintamente con los aromas del barrio que verse lo siguiente:

�Quien dominaba los olores, dominaba el coraz�n de los hombres.�

S�skind Patrick (Novelista)

La propuesta curatorial ser� en s� misma un espacio de estudio etnogr�fico, donde los asistentes tendr�n la posibilidad desde una muestra que entrelaza arte y antropolog�a, entender los olores cotidianos de la ciudad desde percepciones sinest�sicas. La pataf�sica al usar una novela como recurso, la iron�a de escoger el lugar y el intencionado sarcasmo y humorismo con el que se termina la muestra, pretenden ser una cr�tica a que los procesos de exclusi�n en la ciudad no son solo barreras f�sicas o fen�menos espaciales como la gentrificaci�n o las ciudades amuralladas. Existe un urbanismo inmaterial reconocible desde la antropolog�a de los sentidos. Esta muestra intenta reflejar el olor de la ciudad desde las propias infraestructuras que lo componen, desde los diferentes paisajes olfativos que conforman la ciudad y suelen ser imperceptibles para la mayor�a de personas.

Conclusiones y reflexiones epistemol�gicas

La propuesta presentada busca introducir la dimensi�n sensorial como elemento fundamental para comprender los procesos de exclusi�n socioespacial contempor�neos. A trav�s de la propuesta metodol�gica de etnograf�a sensorial centrada en las infraestructuras olfativas del barrio La Floresta, se busca demostrar que los fen�menos de fragmentaci�n urbana trascienden las manifestaciones f�sicas, econ�micas y sociol�gicas tradicionalmente estudiadas, para configurarse tambi�n como dispositivos sensoriales que median la experiencia cotidiana de inclusi�n y exclusi�n en el espacio urbano. Por su parte, la articulaci�n conceptual entre infraestructura sensorial, antropolog�a del olor y sinestesia como aproximaci�n epistemol�gica representa un aporte te�rico-metodol�gico que permite visibilizar dimensiones habitualmente invisibilizadas de la exclusi�n urbana. Al proponer que las infraestructuras urbanas no constituyen �nicamente sistemas t�cnicos sino tambi�n dispositivos sensoriales y afectivos, esta propuesta curatorial busca ampliar el marco anal�tico de los estudios urbanos para incorporar la materialidad sensorial como elemento estructurante de las jerarqu�as socioespaciales.

La pr�ctica curatorial cinest�sica propuesta como fase final del proceso metodol�gico representa una apuesta por la investigaci�n-creaci�n como estrategia tanto de producci�n de conocimiento como de diseminaci�n cr�tica de resultados. Al buscar materializar la intervenci�n en el edificio abandonado frente al cine OchoyMedio, se pretende establecer una met�fora espacial que evidencie c�mo los procesos de exclusi�n operan tambi�n a trav�s de la inaccesibilidad a espacios ic�nicos del barrio. A su vez, la estructuraci�n de la pr�ctica curatorial en tres ambientes interconectados busca generar experiencias cinest�sicas que permitan a los visitantes reconocer las dimensiones olfativas de la distinci�n socioespacial, contribuyendo as� a una comprensi�n m�s integral de los mecanismos de exclusi�n urbana. Esta propuesta reconoce que los olores urbanos no constituyen solamente epifen�menos de la vida cotidiana sino se configuran como elementos activos en la estructuraci�n de territorios que orbitan la dicotom�a inclusi�n/exclusi�n. Al adoptar como principio metodol�gico la suspensi�n del juicio valorativo sobre los olores urbanos, la investigaci�n busca evidenciar c�mo las pr�cticas olfativas operan como marcadores de distinci�n social cargados de significaciones culturales espec�ficas. En este sentido, la captura y reproducci�n de los aromas del barrio representa una estrategia para descontextualizar los olores urbanos y permitir su percepci�n desde nuevas perspectivas sensoriales.

Cabe acotar que la elecci�n del barrio La Floresta como caso de estudio resulta particularmente relevante dado que constituye un ejemplo paradigm�tico de las transformaciones socioespaciales que experimentan los barrios tradicionales latinoamericanos en el contexto de la neoliberalizaci�n urbana. Los estudios previos desarrollados entre 2016 y 2024 han documentado exhaustivamente los procesos de gentrificaci�n, segregaci�n residencial y emergencia de enclaves exclusivos en este territorio urbano, configurando un corpus acad�mico s�lido que permite situar la propuesta de etnograf�a sensorial en di�logo cr�tico con las aproximaciones anal�ticas dominantes. Al incorporar la dimensi�n olfativa como elemento de an�lisis, esta investigaci�n busca complementar y complejizar la comprensi�n de los fen�menos de fragmentaci�n socioespacial ya identificados en La Floresta. A su vez, El di�logo entre sociolog�a del espacio, antropolog�a de los sentidos y pr�cticas curatoriales representa una apuesta epistemol�gica por la hibridaci�n metodol�gica como estrategia para abordar la complejidad de los fen�menos urbanos contempor�neos. Esta convergencia disciplinar permite explorar dimensiones poco convencionales de la fragmentaci�n urbana que trascienden las habituales categor�as socioecon�micas y f�sico-espaciales, lo cual podr�a contribuir a la renovaci�n del campo de los estudios urbanos latinoamericanos. Por otro lado, la incorporaci�n de la pataf�sica como recurso metodol�gico, inspirada en la estructura tripartita del perfume, evidencia el potencial cr�tico que emerge del di�logo entre arte y antropolog�a para cuestionar las convenciones acad�micas dominantes.

Esta investigaci�n contribuye tambi�n al campo emergente de la etnograf�a experimental al proponer una pr�ctica curatorial que opera simult�neamente como dispositivo de investigaci�n y como estrategia de diseminaci�n cr�tica de resultados. La intervenci�n final, donde el etn�grafo ofrece a los visitantes la posibilidad de adquirir los aromas del barrio, constituye una met�fora cr�tica sobre la mercantilizaci�n de la experiencia urbana que caracteriza los procesos de gentrificaci�n contempor�neos. Esta apuesta por el sarcasmo y el humor como recursos anal�ticos evidencia el potencial cr�tico que emerge cuando el campo del arte permite doblar y doblegar la correcci�n pol�tica de la academia antropol�gica.

Es necesario resaltar que la relevancia de esta propuesta de investigaci�n radica en su contribuci�n a una sociolog�a del espacio que incorpora dimensiones sensoriales habitualmente ignoradas en los an�lisis sobre exclusi�n urbana, evidenciando que el paisaje olfativo urbano configura una ciudad inmaterial que incide en las formas de segregaci�n y fragmentaci�n socioespacial. En este sentido, la etnograf�a sensorial propuesta constituye una herramienta anal�tica potente para comprender c�mo las infraestructuras sensoriales operan en la configuraci�n cotidiana del territorio, contribuyendo as� a una comprensi�n m�s integral y compleja de los fen�menos de fragmentaci�n urbana en la actualidad latinoamericana.

 

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