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La Educaci�n C�vica y el fortalecimiento de la democracia en la adolescencia

 

Civic Education and the Strengthening of Democracy in Adolescence

 

Educa��o C�vica e o Fortalecimento da Democracia na Adolesc�ncia

 

Boris Gonzalo Cabrera-Nazareno I
boris.cabrera@educacion.gob.ec
https://orcid.org/0009-0004-5344-8615

,Dennis Silvana Mindiolaza-Campos II
demi_star2000@yahoo.es
https://orcid.org/0009-0003-3551-4992
Delia Oliva Olivero-Estupi��n III
delia.olivero@educacion.gob.ec
https://orcid.org/0009-0005-8304-0474

,Ang�lica Camila Sol�s-Vera IV
camila.solis@educacion.gob.ec
https://orcid.org/0009-0000-1125-8515
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Correspondencia: boris.cabrera@educacion.gob.ec

 

 

Ciencias Sociales y Pol�ticas

Art�culo de Investigaci�n

 

 

* Recibido: 03 de febrero de 2025 *Aceptado: 07 de marzo de 2025 * Publicado: �30 de abril de 2025

 

        I.            Investigador Independiente, Ecuador.

      II.            Investigador Independiente, Ecuador.

   III.            Investigador Independiente, Ecuador.

   IV.            Investigador Independiente, Ecuador.


Resumen

El presente art�culo tiene como objetivo analizar el papel de la educaci�n c�vica en la formaci�n democr�tica de los adolescentes, destacando su potencial para fortalecer valores ciudadanos, pensamiento cr�tico y participaci�n activa desde las aulas. A trav�s de una metodolog�a cualitativa-documental, se examinaron estudios y marcos te�ricos que permiten comprender c�mo la pr�ctica educativa incide en la construcci�n de una ciudadan�a activa en j�venes en edad escolar. Parte de una problem�tica central: �En qu� medida la educaci�n civil, concebida como una experiencia formativa activa y contextualizada, puede contribuir a superar la apat�a pol�tica, el desinter�s por lo p�blico y el desconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos entre los adolescentes? Los hallazgos sugieren que este fen�meno est� relacionado con enfoques pedag�gicos limitados, pr�cticas escolares autoritarias y la falta de espacios reales de participaci�n. La discusi�n evidencia que solo cuando la educaci�n civil se transforma en una experiencia vivencial, cr�tica y contextualizada, los adolescentes pueden apropiarse del sentido democr�tico en su cotidianidad. Asimismo, se destaca la importancia de repensar la formaci�n docente y democratizar la cultura escolar para que la escuela funcione como espacio leg�timo de ciudadan�a. En s�ntesis, fortalece la democracia, requiere una educaci�n c�vica coherente, activa e inclusiva desde la adolescencia.

Palabras Claves: Educaci�n c�vica; valores democr�ticos; adolescencia; enfoque curr�culo y Contexto escolar.

 

Abstract

This article aims to analyze the role of civic education in adolescents' democratic development, highlighting its potential to strengthen civic values, critical thinking, and active participation in the classroom. Using a qualitative documentary methodology, studies and theoretical frameworks were examined to understand how educational practice impacts the development of active citizenship in school-aged youth. It begins with a central question: To what extent can civic education, conceived as an active and contextualized educational experience, contribute to overcoming political apathy, disinterest in public affairs, and ignorance of civic rights and duties among adolescents? The findings suggest that this phenomenon is related to limited pedagogical approaches, authoritarian school practices, and a lack of meaningful spaces for participation. The discussion shows that only when civic education becomes a lived, critical, and contextualized experience can adolescents embrace the democratic sense of life in their daily lives. Likewise, the importance of rethinking teacher training and democratizing school culture is highlighted so that schools function as legitimate spaces for citizenship. In short, it strengthens democracy and requires coherent, active, and inclusive civic education, starting in adolescence.

Keywords: Civic education; democratic values; adolescence; curriculum approach; and school context.

 

Resumo

Este artigo tem como objetivo analisar o papel da educa��o c�vica no desenvolvimento democr�tico de adolescentes, destacando seu potencial para fortalecer valores c�vicos, pensamento cr�tico e participa��o ativa em sala de aula. Utilizando uma metodologia documental qualitativa, foram examinados estudos e referenciais te�ricos para compreender como a pr�tica educacional impacta o desenvolvimento da cidadania ativa entre jovens em idade escolar. Come�a com um problema central: at� que ponto a educa��o c�vica, concebida como uma experi�ncia de aprendizagem ativa e contextualizada, pode contribuir para superar a apatia pol�tica, o desinteresse pelos assuntos p�blicos e o desconhecimento dos direitos e deveres c�vicos entre os adolescentes? Os resultados sugerem que esse fen�meno est� relacionado a abordagens pedag�gicas limitadas, pr�ticas escolares autorit�rias e falta de espa�os significativos para participa��o. A discuss�o mostra que somente quando a educa��o c�vica se torna uma experi�ncia vivida, cr�tica e contextualizada os adolescentes podem abra�ar o esp�rito democr�tico em suas vidas di�rias. Da mesma forma, destaca-se a import�ncia de repensar a forma��o de professores e democratizar a cultura escolar para que as escolas funcionem como espa�os leg�timos de cidadania. Em suma, fortalece a democracia e exige uma educa��o c�vica coerente, ativa e inclusiva desde a adolesc�ncia.

Palavras-chave: Educa��o c�vica; valores democr�ticos; adolesc�ncia; abordagem curricular e contexto escolar.

 

Introducci�n

La educaci�n civil se posiciona como uno de los pilares fundamentales para la consolidaci�n de sociedades democr�ticas, s�lidas, inclusivas y participativas. Este tipo de formaci�n no solo busca dotar a los individuos de conocimientos sobre leyes, derechos o instituciones, sino que pretende cultivar en los j�venes un sentido profundo de responsabilidad ciudadana, �tica p�blica y compromiso con el bien com�n. En la adolescencia, etapa de transici�n y construcci�n identitaria, donde esta formaci�n adquiere un valor estrat�gico ineludible. Como lo se�alan, Ibarra y Calder�n (2022) la educaci�n civil constituye un pilar esencial en la consolidaci�n de sociedades democr�ticas, al promover la participaci�n y la cohesi�n social. Complementariamente, Esteban y Novella (2017) indican que la formaci�n ciudadana debe comenzar en la adolescencia, clave para la construcci�n de la identidad democr�tica, puesto que es durante este periodo que los j�venes comienzan a cuestionar las estructuras sociales, forjar sus valores y establecer relaciones con lo p�blico.

El objetivo central de este art�culo es analizar el potencial de la educaci�n civil como una herramienta eficaz para el fortalecimiento de los valores democr�ticos en los adolescentes, consider�ndola no solo como un proceso de instrucci�n te�rica, sino como una experiencia formativa integral que articule el aprendizaje en el aula con la participaci�n activa en la realidad social. Se abordar�n las estrategias pedag�gicas m�s efectiva, los desaf�os que enfrentan su implementaci�n en los sistemas educativos y el impacto que puede tener en el desarrollo de una ciudadan�a cr�tica, activa y responsable. Desde el punto de vista de, Galeano (2008) sostiene que una educaci�n c�vica eficaz debe ir m�s all� de la transici�n de contenidos; debe generar una experiencia significativa de participaci�n, destacando as� la necesidad de una educaci�n centrada en la pr�ctica. Asimismo, Guanipa et al., (2019) argumentan que el sistema educativo tiene el deber de preparar a los j�venes no solo para el trabajo, sino para la vida democr�tica, reconociendo el rol formador de la escuela en la consolidaci�n de sociedades democr�ticas.

A pesar de los esfuerzos curriculares y discursivos, nos encontramos con una problem�tica preocupante: �En qu� medida la educaci�n civil, concebida como una experiencia formativa activa y contextualizada, puede contribuir a superar la apat�a pol�tica, el desinter�s por lo p�blico y el desconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos entre los adolescentes? Esta desconexi�n entre los contenidos impartidos y las vivencias reales de los j�venes plantean serias dudas sobre la efectividad de la educaci�n civil, tal como se la est� desarrollando actualmente. Herrera et al., (2023) advierten que la escuela sigue formando ciudadanos para una democracia ideal, pero no para la democracia real que enfrentan los adolescentes, lo que revela una brecha entre la teor�a y la experiencia cotidiana de los estudiantes. En un sentido similar, Ayala (2021) se�ala que la falta de conexi�n entre teor�a y pr�ctica civil genera una percepci�n de inutilidad de estos saberes en la vida cotidiana de los j�venes, lo cual refuerza la urgencia de reformular los m�todos pedag�gicos tradicionales.

Frente a este panorama se plantea como soluci�n la necesidad de una transformaci�n profunda en los enfoques de ense�anza de la educaci�n civil. Esta transformaci�n debe orientarse hacia metodolog�as activas, cr�ticas y vivenciales que permitan a los adolescentes ejercer un rol protag�nico en la construcci�n de su ciudadan�a. La participaci�n en simulacros democr�ticos, debates, proyectos comunitarios, foros escolares y actividades colaborativas en el entorno social son solo algunas estrategias que pueden hacer la educaci�n civil una experiencia significativa y formadora. En las opiniones de, Rodr�guez y Garc�a (2024) sostienen que el aprendizaje c�vico debe ser experiencial, con pr�cticas escolares que simulen procesos democr�ticos reales, lo cual implica tambi�n otorgar voz y agencia a los a estudiantes dentro del propio entorno escolar. Por su parte, Arce (2019) enfatiza que una educaci�n civil transformadora integra el aula con la comunidad, permitiendo a los adolescentes vivenciar la democracia desde su entorno, rompiendo as� la barrera entre la escuela y la realidad.

La importancia de este tema nos demuestra en que una democracia no se sostiene �nicamente con leyes y estructuras institucionales, sino con ciudadanos capaces de ejercer sus derechos y cumplir sus deberes de forma consciente y responsable. La adolescencia, al ser una etapa de apertura hacia el mundo social y pol�tico, representa un momento decisivo para sembrar los valores democr�ticos que determinar�n la calidad de participaci�n ciudadana futura. Teniendo en cuenta a Berger y UNICEF (2019) destaca que fomentar una conciencia c�vica en la adolescencia es una inversi�n social a largo plazo para el bienestar democr�tico de las naciones, se�alando el impacto profundo que puede tener una ciudadan�a formada desde la juventud. Sum�ndose a esto, Alarc�n (2022) argumenta que los adolescentes empoderados c�vicamente son m�s propensos a participar en procesos pol�ticos y comunitarios de forma constructiva, lo cual refuerza la necesidad de una educaci�n que potencie el liderazgo juvenil, el sentido cr�tico y el compromiso con la transformaci�n social.

En conclusi�n, la educaci�n civil es mucho m�s que una asignatura escolar: es un proceso de formaci�n integral que puede marcar una diferencia sustancial en la vida democr�tica de un pa�s. Dotar a los adolescentes de herramientas para comprender, cuestionar y transformar su realidad es esencial para fortalecer las democracias contempor�neas. Reformular su ense�anza, conecta el aula con la comunidad y aportar por metodolog�as centradas en la participaci�n no es solo un desaf�o pedag�gico, sino una urgencia pol�tica y �tica en tiempos donde los valores democr�ticos enfrentan amenazas constantes. Apostar por una educaci�n civil transformadora es, en definitiva, aportar el presente y el futuro de la democracia.

 

Metodolog�a o m�todo

El art�culo se enmarca dentro de un enfoque cualitativo de car�cter descriptivo y anal�tico, lo cual permite comprender, desde una perspectiva hol�stica, como la educaci�n civil incide en el fortalecimiento de los valores democr�ticos durante la adolescencia. La selecci�n de esta metodolog�a responde a la necesidad de analizar procesos sociales complejos que no pueden ser reducidos a datos cuantificables, sino que requieren ser interpretados a trav�s del discurso, las pr�cticas pedag�gicas y las experiencias formativas de los actores educativos. Seg�n D�az et al., (2018) la investigaci�n cualitativa se caracteriza por estudiar los fen�menos en su contexto natural, interpretando los significados que las personas las atribuyen, lo cual resulta pertinente para el an�lisis del papel formativo de la educaci�n civil.

Desde esta �poca, se opt� por una revisi�n documental Bibliogr�fica exhaustiva, centrada en fuentes acad�micas y oficiales producidas en Am�rica Latina, relacionadas con educaci�n c�vica, adolescencia y democracia. Esta t�cnica permiti� construir un marco conceptual, s�lido y actualizado, adem�s de identificar los principales aportes te�ricos y metodol�gicos existentes sobre la tem�tica. Para Bedoya (2019) el an�lisis documental permite comprender fen�menos educativos desde sus fundamentos te�ricos y normativos, proporcionando una visi�n estructurada del objeto de estudio, lo cual fue clave para establecer v�nculos entre teor�a y pr�ctica educativa.

La selecci�n de los documentos se realiz� mediante criterios de pertinencia tem�tica, actualidad, relevancia acad�mica y diversidad de enfoques. Entre las fuentes se incluyeron libros especializados, art�culos indexados, informes institucionales y tesis universitarias. Este corpus documental fue sostenido a un proceso de an�lisis de contenido, t�cnica que, seg�n S�nchez (2021) consiste en descomponer los mensajes en unidades significativas que pueden ser clasificadas y analizadas de acuerdo con categor�as previamente definidas. Dicha t�cnica permiti� identificar patrones comunes, conceptos claves y enfoques divergentes en torno al v�nculo entre formaci�n ciudadana y democracia juvenil.

El an�lisis fue guiado por 3 categor�as principales: a) Concepci�n de educaci�n civil en contextos escolares, b) Participaci�n democr�tica en la adolescencia, c) Pr�cticas pedag�gicas para la formaci�n ciudadana. Estas categor�as fueron construidas con base en los objetivos del estudio y la literatura revisada. Como se�ala, Cerr�n (2019) el establecimiento de categor�as te�ricas facilita la organizaci�n del material emp�rico, permitiendo construir interpretaciones s�lidas desde los datos. La triangulaci�n de fuentes y perspectivas permiti� contrastar distintos enfoques pedag�gicos y sociopol�ticos, garantizando mayor validez y profundidad en los hallazgos.

Finalmente, se consideraron aspectos �ticos fundamentales, tales como el respeto por las ideas de los autores, la citaci�n adecuada de fuentes y la objetividad en el an�lisis. Empleando las palabras de, Arias (2020) toda investigaci�n educativa debe fundarse en la �tica del respeto, tanto a los sujetos implicados como al conocimiento producido, lo por lo cual se adopt� una postura cr�tica y reflexiva durante todo el proceso investigativo.

En resumen, la presente investigaci�n adopta una metodolog�a cualitativa, de car�cter documental y anal�tico, que privilegia la comprensi�n profunda del fen�meno educativo estudiado. Esta elecci�n metodol�gica responde a la complejidad del v�nculo entre educaci�n c�vica y democracia en la adolescencia, as� como a la necesidad de generar propuestas pedag�gicas fundamentadas en evidencia te�rica y contextualizada.

 

Resultados

Del an�lisis documental realizado emergente, una serie de hallazgos significativos que evidencian tanto los avances como las limitaciones en la forma en que la educaci�n c�vica est� concluyendo al fortalecimiento de la democracia en la adolescencia. Los resultados se agrupan en 3 dimensiones fundamentales: la comprensi�n conceptual de la ciudadan�a en los adolescentes, el derecho de Competencias democr�ticas a trav�s del curr�culo, y las pr�cticas pedag�gicas que favorecen (o limitan) la participaci�n juvenil.

En primer lugar, se identifica una visi�n reducida a la ciudadan�a entre adolescentes, principalmente ligada al cumplimiento de normas y obligaciones formales, m�s que a una comprensi�n cr�tica y participativa del rol ciudadano. Esta Percepci�n, se relaciona con un enfoque tradicional de la educaci�n c�vica, centrada en la memorizaci�n de contenidos legales y estructuras institucionales, sin suficiente �nfasis en la vivencia democr�tica. Citando a Garc�a y Casas (2021) la ciudadan�a ense�ada en las escuelas suele desvincularse de los contextos reales y de los problemas sociales concretos que afectan a los j�venes. Esta desconexi�n entre teor�a y pr�ctica limita el desarrollo de una conciencia c�vica cr�tica en la adolescencia.

En segundo lugar, aunque los curr�culos nacionales de muchos pa�ses latinoamericanos han incorporado la formaci�n ciudadana como eje transversal, la implementaci�n efectiva de estos lineamientos a�n es deficiente y fragmentada. A menudo, la educaci�n c�vica es abordada como un contenido accesorio dentro de asignaturas como Estudios Sociales o Historia, sin una estrategia pedag�gica clara ni una evaluaci�n espec�fica. Al respecto, Quesada et al., (2024) se�alan que la educaci�n para la ciudadan�a queda diluida en el curr�culo, sin seguimiento ni planificaci�n coherente, lo que dificulta su impacto real en los estudiantes. Esta situaci�n afecta directamente el fortalecimiento democr�tico en la adolescencia, ya que no se garantiza una formaci�n sistem�tica y progresiva.

Un tercer hallazgo importante est� relacionado con la escasa participaci�n real de los adolescentes en espacios escolares democr�ticos. A pesar de la existencia formal de gobiernos estudiantiles, consejos escolares u otros mecanismos, en la pr�ctica, estos suelen funcionar de forma simb�lica o limitada. esta falta de compromiso estudiantil restringe el aprendizaje experiencial de la democracia. C�mo lo indican, Araya et al., (2021) la participaci�n juvenil en la escuela muchas veces se reduce a rituales vac�os sin poder real de decisi�n ni procesos deliberativos aut�nticos. esta situaci�n genera frustraci�n entre los j�venes y puede alimentar la apat�a pol�tica futura.

En contraste con estas limitaciones, tambi�n se identifican experiencias educativas positivas, donde la educaci�n c�vica se ha abordado como metodolog�a activa favoreciendo el pensamiento cr�tico, el debate y el compromiso comunitario. Diversas investigaciones destacan que los adolescentes que participan en actividades como simulacros parlamentarios, proyectos de servicio social o debates estudiantiles, desarrollan habilidades democr�ticas significativas como la empat�a, la tolerancia y la argumentaci�n �tica. C�mo lo hacen notar, Delbury y Carcamo (2020) cuando los j�venes viven la democracia en su entorno escolar, comprenden mejor sus valores y se sienten responsables de su pr�ctica. Estas iniciativas, aunque a�n minoritarias, constituye ejemplos replicables de buenas pr�cticas pedag�gicas.

Finalmente, se observa que la formaci�n docente juega un rol decisivo en la calidad de la educaci�n civil impartida. Los profesores que tienen una preparaci�n espec�fica en ciudadan�a y democracia tienden a promover estrategias participativas y decisiones abiertas en el aula. Sin embargo, la mayor�a de los docentes no han recibido formaci�n en esta �rea y manifiestan inseguridad o desconocimiento al tratar temas sociales y pol�ticos con sus estudiantes. Con base en, Garc�a y Gonz�lez (2019) la ausencia de formaci�n ciudadana en los programas de formaci�n inicial docente perpet�a modelos tradicionales y autoritarios en la ense�anza. Esta carencia representa una barrera estructural para una educaci�n c�vica significativa y transformadora.

En conjunto, estos resultados muestran que la educaci�n c�vica a�n enfrenta importantes desaf�os estructurales, pedag�gicos y culturales. Si bien existe un consenso creciente sobre su relevancia para el fortalecimiento democr�tico, su aplicaci�n pr�ctica sigue siendo d�bil y desigual. No obstante, tambi�n se evidencia experiencias exitosas que demuestran el potencial de la formaci�n ciudadana cuando esta se basa en la participaci�n real, la reflexi�n cr�tica y el compromiso con el entorno.

 

Discusiones

1.      La educaci�n civil como herramienta para superar la apat�a juvenil

Uno de los principales retos evidenciados en los resultados es la desconexi�n entre los contenidos de la educaci�n civil y las realidades vivenciales de los adolescentes, lo que constituye a una creciente apat�a pol�tica y una participaci�n limitada. Esta desconexi�n no solo es conciencia de esfuerzo pedag�gico tradicionales, sino que tambi�n de una cultura escolar que minimiza la voz del estudiante. La educaci�n civil, en lugar de ser un espacio de empoderamiento, suele transformarse en un conjunto de normas y fechas conmemorativas sin v�nculo con el texto con texto actual.

Diversos estudios indican que esta apat�a no es irreverente a la juventud, sino que es conciencia de modelos educativos que no promueven el pensamiento cr�tico ni el compromiso social. De acuerdo con Moya (2019) argumenta que la falta de espacio de participaci�n aut�ntica en la escuela refuerza la indiferencia pol�tica de los j�venes, quienes no encuentran sentido en un sistema que no los toma en cuenta. Esta afirmaci�n revela que la posibilidad juvenil es, en muchos casos, una reacci�n l�gica frente a contextos educativos poco democr�ticos.

Por lo tanto, la educaci�n civil debe asumirse como un proceso transformador y contextualizado, donde los estudiantes puedan debatir sobre su realidad, proponer soluciones a problemas locales y ejercer ciudadan�a desde la escuela. Solo as� podr� revertirse la tendencia de desafecci�n democr�tica en la adolescencia. En palabras de, Mesa (2019) educar para la ciudadan�a es educar para la acci�n; no se trata solo de saber sino de comprometerse con la construcci�n de una sociedad m�s justa. Este cambio de enfoque es clave para formar adolescentes con sentido �tico, capacidad cr�tica y responsabilidad social.

2.      El rol docente como mediador del aprendizaje democr�tico.

Otro aspecto cr�tico identificado en el estudio es el papel del docente en la promoci�n de valores democr�ticos. La educaci�n civil no se limita a un curr�culo formal; es una pr�ctica viva que se expresa en las relaciones cotidianas, el lenguaje utilizado en el aula, y el modelo de autoridad que se ejerce. Por ello, el docente no solo debe ense�ar sobre democracia, sino practicarla junto a sus estudiantes.

No obstante, gran parte del profesorado no ha sido formado por ello, y muchos reducen din�micas autoritarias o evitan abordar temas sensibles por miedo o desconocimiento. Esta contradicci�n entre el discurso y la pr�ctica educativa puede generar desconfianza a los j�venes hacia las instituciones democr�ticas. Con respecto, Vergara et al., (2011) sostienen que el docente que no permite la participaci�n cr�tica del estudiante, aunque hable de democracia, est� ense�ando autoritarismo con el ejemplo. Esta cita subraya la importancia del modelaje docente como una herramienta pedag�gica poderosa.

Adem�s, el fortalecimiento de la democracia requiere educadores que comprueban la deliberaci�n, la escucha activa y la resoluci�n pac�fica de conflictos como pr�cticas cotidianas. Estas competencias no se desarrollan �nicamente en teor�a, sino a trav�s del clima democr�tico del aula. Como se�ala Valente (2020) la democracia, no se ense�a, se aprende vivi�ndola en el aula; el docente debe crear condiciones para que la escuela sea un laboratorio de ciudadan�a. esta perspectiva resalta la necesidad de transformar no solo los contenidos, sino tambi�n las metodolog�as y la cultura institucional escolar.

3.      Hace un Curr�culo c�vico m�s inclusivo y transformador.

El an�lisis tambi�n revela que los programas de educaci�n civil suelen estar dise�ados desde perspectivas normativas, homog�neas y centradas en el ciudadano ideal, sin tomar en cuenta la diversidad de contextos culturales, �ticos, econ�micos y sociales que atraviesa los adolescentes. Esta homogeneidad curricular limita el desarrollo de una ciudadan�a inclusiva y representativa, y deja fuera las experiencias de j�venes de sectores vulnerables o hist�ricamente marginados.

Para que la educaci�n c�vica fortalezca la democracia en sentido amplio, deben incorporar la pluralidad y el reconocimiento de identidades m�ltiples en sus contenidos y enfoques. C�mo lo expresan Gonz�lez et al., (2020) una ciudadan�a democr�tica requiere del reconocimiento del otro como leg�timo, diferente y valioso; el curr�culo debe reflejar esa diversidad. Esto aplica incluso en los programas escolares de debate sobre derechos humanos, justicia social, g�nero, interculturalidad y participaci�n comunitaria, temas que afectan directamente a los j�venes.

Asimismo, es fundamental que la educaci�n c�vica no sea solo nacionalismo o institucionalista, sino cr�tica y proyectiva que fomente adolescentes capaces de imaginar otra forma de organizaci�n social, cuestionar estructuras injustas y participar activamente en su transformaci�n. En la misma opini�n, Sabariego (2021) plantea que una educaci�n c�vica transformadora no se conforma con la adaptaci�n al sistema, sino que promueve la agencia y el cambio social desde la juventud. Esta visi�n m�s amplia y comprometida puede ayudar a consolidar democracias m�s inclusivas, participativas y justas desde las aulas.

 

Conclusi�n

La presente investigaci�n ha permitido evidenciar que la educaci�n c�vica, entendida no solo como una asignatura sino como una pr�ctica pedag�gica integral, desempe�a un papel determinante en el fortalecimiento de la democracia desde la adolescencia. A trav�s del an�lisis documental conceptual, se ha confirmado que este tipo de formaci�n es clave para cultivar en los j�venes un sentido de pertenencia social, responsabilidad ciudadana y capacidad cr�tica frente a la din�mica pol�ticas y sociales de su entorno. Sin embargo, tambi�n se ha identificado una serie de limitaciones estructurales, pedag�gicas y culturales que impiden que la educaci�n c�vica cumpla plenamente con este prop�sito.

Uno de los primeros hallazgos es que, aunque existe un consenso normativo en entorno a la importancia de educar en ciudadan�a, la aplicaci�n pr�ctica de estos principios en los espacios escolares sigue siendo superficial ya que, en muchos casos, descontextualizada. Se tiende a reducir la educaci�n c�vica a contenidos memor�sticos o rituales formales que no conectan con las inquietudes reales de los adolescentes, lo que debilita su capacidad para ejercer una ciudadan�a activa y reflexiva. Adem�s, la falta de una formaci�n docente espec�fica en valores democr�ticos y el uso de metodolog�as autoritarias en el aula contradicen los fines que se pretenden alcanzar, generando una experiencia educativa que produce jerarqu�a en lugar de fomentar la participaci�n horizontal.

Por otro lado, se constata que cuando la educaci�n c�vica se implementa de manera significativa con enfoques participativos, debates reales, trabajos comunitarios y reflexi�n cr�tica los adolescentes logran desarrollar habilidades sociales y pol�ticas que no solo fortalecen su identidad ciudadana, sino que tambi�n los empodera como agentes de cambio. Estas experiencias demuestran que la democracia puede ense�arse y vivirse en la escuela, siempre que se creen condiciones institucionales, curriculares y pedag�gicos que lo permitan.

Asimismo, esta investigaci�n resalta la necesidad de superar una visi�n homog�nea de ciudadan�a, para avanzar hacia una educaci�n c�vica m�s inclusiva, diversa y transformadora, que reconozca la pluralidad de voces juveniles y promueva una cultura de respeto, di�logo y justicia social. Ello implica revisar los contenidos curriculares, replantear las metodolog�as docentes y democratizar la vida escolar en su conjunto. La adolescencia, lejos de ser un per�odo de pasividad o indiferencia, representa una etapa decisiva para la formaci�n de ciudadanos cr�ticos solidarios. Y comprometidos con el bien com�n.

En consecuencia, fortalece la educaci�n c�vica desde la adolescencia no debe entenderse como una tarea aislada del sistema educativo, sino como un compromiso pol�tico y social que involucran a docentes, autoridades, familias y comunidades. Solo una educaci�n que promueva la autonom�a moral, el pensamiento �tico y la participaci�n activa podr�n contribuir a consolidar una democracia s�lida, din�mica y profundamente humana. Apostar por una formaci�n ciudadana integral es en �ltima instancia, apostar por un futuro donde las nuevas generaciones no solo conozcan la democracia, sino que sean capaces de construirla y transformarla.

 

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