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Los medios en guerra: dos visiones a la luz de un conflicto global

 

The media at war: two visions in the light of a global conflict

 

A m�dia em guerra: duas vis�es � luz de um conflito global

 

Andr�s Eloy Salazar-Dom�nguez I
andres.salazar.d@ucv.ve
https://orcid.org/0000-0001-7310-2241


,Ram�n Antonio Abancin-Ospina II
ramon.abancin@espoch.edu.ec
 https://orcid.org/0000-0002-2417-6671
Mar�a Bethania Salazar-Dom�nguez III
maria.b.salazar@ucv.ve
https://orcid.org/0000-0002-1340-662X
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Correspondencia: andres.salazar.d@ucv.ve

 

 

 

Ciencias T�cnicas y Aplicadas

Art�culo de Investigaci�n

 

* Recibido: 23 de agosto de 2022 *Aceptado: 28 de septiembre de 2022 * Publicado: 13 de octubre de 2022

 

 

        I.            Universidad Central de Venezuela (UCV), Caracas, Venezuela.

     II.            Escuela Superior Polit�cnica de Chimborazo (ESPOCH), Facultad de Ciencias, Carrera de Matem�tica, Riobamba, Ecuador, Universidad Sim�n Bol�var (USB), Caracas, Venezuela.

   III.            Universidad Central de Venezuela (UCV), Caracas, Venezuela.��

 

 

 


 

Resumen

Este art�culo propone analizar desde una mirada m�s profunda, las discrepancias existentes con respecto al manejo de la informaci�n, en medio de un conflicto-crisis global. El mundo, atraviesa una situaci�n tr�mula donde la variable guerra est� muy presente, ante el peligro latente de acaecer una conflagraci�n b�lica mundial, por el choque de fuerzas estrepitosas que no pretenden disuadir sus pretensiones fondeadas en la Pol�tica Exterior. En los �ltimos a�os, se ha dado un cambio de esquema en las Relaciones Internacionales, el cual pas� de la cooperaci�n y el entendimiento rec�proco, a un tipo de confrontaci�n frontal agresiva donde se incluye la guerra de narrativas, con costos cada vez m�s altos; los cuales est�n mostrando resultados catastr�ficos, principalmente, en el Este Europeo. Es all�, cuando entra en juego el control, manejo y uso de la informaci�n que, tendencioso o no, busca promover, justificar o repudiar las acciones que conducen y desarrollan el conflicto, de acuerdo con las convicciones, valores y cosmovisiones de los actores y las partes involucradas; sin embargo, queda sobreentendido que, aqu�l que controla la informaci�n tiene un plus frente a su adversario y, puede usar esta, manipul�ndola a su conveniencia con el fin de concretar los fines previamente preestablecidos. Finalmente, se se�ala que esta investigaci�n responde a un estudio de corte cualitativo, de tipo exploratorio y con un dise�o documental, en el que se pretende revelar el verdadero papel de la informaci�n en la era del conflicto global.

Palabras claves: Conflicto; Medios; Intereses; Nuevas guerras; Opini�n p�blica; Hegemon�a.

 

Abstract

This article proposes to analyze, from a deeper perspective, the existing discrepancies regarding the handling of information, in the midst of a global conflict-crisis. The world is going through a tremulous situation where the variable war is very present, in the face of the latent danger of a global war conflagration occurring, due to the clash of resounding forces that do not intend to dissuade their claims based on Foreign Policy. In recent years, there has been a change of scheme in International Relations, which went from cooperation and reciprocal understanding, to a type of aggressive frontal confrontation where the war of narratives is included, with increasingly higher costs; which are showing catastrophic results, mainly in Eastern Europe. It is there, when the control, management and use of information comes into play that, biased or not, seeks to promote, justify or repudiate the actions that lead and develop the conflict, in accordance with the convictions, values ​​and worldviews of the actors and the involved parts; however, it is understood that the one who controls the information has a plus against his adversary and can use it, manipulating it at his convenience in order to achieve previously pre-established purposes. Finally, it is pointed out that this research responds to a qualitative study, of an exploratory nature and with a documentary design, in which it is intended to reveal the true role of information in the era of global conflict.

Keywords: Conflict; Media; Interests; New wars; Public opinion; Hegemony.

 

Resumo

Este artigo se prop�e a analisar, a partir de uma perspectiva mais profunda, as discrep�ncias existentes no manejo da informa��o, em meio a uma crise-conflito global. O mundo vive uma situa��o tr�mula onde a vari�vel guerra est� muito presente, diante do perigo latente de uma conflagra��o b�lica global, devido ao embate de for�as retumbantes que n�o pretendem dissuadir suas reivindica��es baseadas na Pol�tica Externa. Nos �ltimos anos, houve uma mudan�a de esquema nas Rela��es Internacionais, que passou da coopera��o e compreens�o rec�proca, para um tipo de confronto frontal agressivo onde se inclui a guerra de narrativas, com custos cada vez mais elevados; que est�o apresentando resultados catastr�ficos, principalmente na Europa Oriental. � a�, quando entra em jogo o controle, a gest�o e o uso da informa��o que, tendenciosa ou n�o, busca promover, justificar ou repudiar as a��es que conduzem e desenvolvem o conflito, de acordo com as convic��es, valores e vis�es de mundo dos os atores e as partes envolvidas; entretanto, entende-se que aquele que controla a informa��o tem vantagem contra seu advers�rio e pode utiliz�-la, manipulando-a conforme sua conveni�ncia para atingir os fins previamente pr�-estabelecidos. Por fim, destaca-se que esta pesquisa responde a um estudo qualitativo, de natureza explorat�ria e com desenho documental, no qual se pretende revelar o verdadeiro papel da informa��o na era do conflito global.

Palavras-chave: Conflito; Meios de comunica��o; Interesses; Novas guerras; Opini�o p�blica; Hegemonia.

 

 

Introducci�n

La conformaci�n de las sociedades y su din�mica, exigen que estas est�n informadas sobre los acontecimientos que suceden en el �mbito interno y, con el auge de la globalizaci�n y los vertiginosos cambios sociales, pol�ticos y econ�micos que vive el planeta; ahora tambi�n es una necesidad apremiante que aquello que sucede en otras latitudes, sea de conocimiento p�blico y universal; concibiendo que, son los medios de comunicaci�n los que ejercen este trabajo y terminan siendo portavoces necesarios para la generaci�n de expectativas, criterios y juicios de valor en toda sociedad. Sin embargo, el problema de ello surge, cuando los intereses de quienes producen las informaciones no se conjugan con la realidad de los procesos, haciendo que el contenido adolezca de una veracidad, objetividad e imparcialidad indeterminada, pero con el impacto perjudicial que genera en la ciudadan�a; esto sucede porque los sectores de poder, manejan con desmesurada propiedad lo que debe saber, conocer, reflexionar y debatir la sociedad, y, mediante t�cnicas y estrategias h�biles, se busca producir respuestas cognitivas oportunas en los individuos, que validen cualquier acci�n conflictiva.

Esta situaci�n se en revesa a�n m�s, cuando los intereses de un Estado, se juntan con el foco central del suceso noticioso. En ese sentido, el hecho de ser due�o, socio, financista o benefactor de alguna cadena informativa, brinda una oportunidad propicia para acomodar y maniobrar de cierto modo la informaci�n, en aras de lograr la concreci�n de los fines en torno al inter�s nacional. Tomando esta idea como punto de referencia, es posible observar la marcada divergencia existente en las informaciones publicadas por agencias de Estados Unidos como: AP (Associated Press), contrastada con sus hom�logos de Rusia (Sputnik) y China (Xinhua); ello sin pormenorizar el matiz tremendamente extremo que le da la KCNA (Korean Central News Agency) de Corea del Norte a la noticia. El sesgo evidente en la noticia en estos medios de comunicaci�n, obedece al inter�s que la pol�tica asume conforme al tema en disputa (Gonz�lez, 2020). Ante ello, surge el misterio de: �Qui�n dice la verdad? y/o �Qui�n se acerca m�s a ella?

Un hecho que, sin lugar a dudas, forma parte importante de este tortuoso entramado, radica en el innumerable grupo de peque�os medios (nacionales, regionales y locales) que, a lo largo y ancho del globo, replican como aut�nticos los escritos y material audiovisual provenientes de estos grandes medios, sin la verificaci�n previa de criterios que respeten realmente la veracidad, la objetividad, la imparcialidad y la pertinencia del contenido; lo que muchas veces les convierte en ecos y, c�mplices indirectos de los fines e intereses de las grandes naciones y corporaciones medi�ticas.

De acuerdo a ello, existen sucesos que, siendo enfocados tendenciosamente por los medios de comunicaci�n, han degenerado en otras acciones conexas que aun producen horror al mundo, por las cicatrices indelebles que subyacen en los pueblos. Por un lado, se tiene los innumerables casos de falsos positivos que buscan incoar matrices de opini�n que apelan a la censura, y, por las que se pretende justificar determinadas acciones y; por otro lado, la constante b�squeda de legitimaci�n y/o reivindicaci�n de toda acci�n disruptiva que pretenda devolver �el orden� y �la paz�, entendido desde la visi�n del inter�s y del poder; siendo esta la cara m�s cruel de todo conflicto. A prop�sito de lo anterior, Mart�n-Arroyava (2015) sostiene lo siguiente:

Se pueden identificar casos representativos que demuestran c�mo a partir de la informaci�n que se difunde acerca de los conflictos, los medios de comunicaci�n participan y tienen influencia en la esfera p�blica. La Segunda Guerra Mundial, las guerras en Afganist�n (2001) e Irak (2003-2010), [�] son ejemplos que comparten caracter�sticas que deben ser analizadas, pues tanto en guerras internacionales como en acontecimientos relacionados con el conflicto armado interno, el papel de los medios ha sido protag�nico en cuanto al posicionamiento del discurso de uno de los actores del conflicto a partir de una estrategia simple: los hechos �noticiosos�. (p. 44).

En este sentido, vale la pena acotar que toda guerra o conflicto armado, finalmente es, para los medios de comunicaci�n, la oportunidad de obtener redito en medio del caos, aun cuando su contenido pueda �en algunos casos� colocar en riesgo la vida de seres humanos; adem�s, la determinada intenci�n de formar parte accesoria del conflicto, les lleva a una proyecci�n� convincente de una cara de este, que se levanta a partir de intereses y pretensiones que buscan la imposici�n en la balanza de poder, donde ellos tambi�n tienen su cuota-parte. No obstante, para un gran sector de la sociedad, todo esto representa un c�mulo de puntos de vista sin sentido y apartados de la paz, que, solo logran alienar a los sectores m�s radicales; en otras palabras, una y otra vez, en diferentes �pocas, la mayor�a de las sociedades alrededor del mundo, han mostrado su firme inconformidad, oposici�n e insatisfacci�n ante el tema de la guerra, incluso bajo cualquier premisa justificativa que se encuentre de por medio.

Es por ello, que esta investigaci�n se centra en esclarecer la relaci�n directa entre la era del conflicto global y los antag�nicos enfoques que proyectan los medios de comunicaci�n, tomando en cuenta que ellos [los medios], representan una parte activa en los acontecimientos recientes, de acuerdo a la inestable balanza de poder actual. Sin embargo, vale la pena mencionar que en la literatura disponible, abundan trabajos tanto de comunicaci�n en materia pol�tica como en guerra; empero, no existe suficiente informaci�n que pueda ser tomada como referente te�rico directo, capaz de responder objetivamente al prop�sito investigativo del estudio. Ante esto, Contreras y Sierra (2004) sostienen que:

Son pocas, en efecto, las referencias bibliogr�ficas que se ocupan, monogr�ficamente, de algunas de las principales dimensiones comprendidas en esta problem�tica. Los estudios que abordan te�rica, anal�tica o hist�ricamente el papel central de los medios de comunicaci�n en las formas modernas de conflictividad y confrontaci�n b�lica o, por el contrario, los usos alternativos de los medios al servicio de una cultura de la paz y la tolerancia escasean en el campo acad�mico. Este d�ficit bibliogr�fico es a�n m�s notorio en los pa�ses del espacio cultural iberoamericano. (p. 9-10).

En consecuencia, de acuerdo al prop�sito planteado, este estudio ha sido abordado siguiendo una orientaci�n cualitativa, de tipo exploratoria y con un dise�o documental. Entendiendo, pues, que la investigaci�n cualitativa trata de ahondar en la naturaleza profunda que subyace en la realidad de un fen�meno, del cual surjan interpretaciones que expliquen el porqu� de tales manifestaciones (Mart�nez, 2006); entretanto, el tipo de investigaci�n exploratoria, busca indagar de forma honda en un fen�meno, con la finalidad de producir hip�tesis que permitan un conocimiento m�s general del objeto de estudio (Namakforoosh, 2005). En cuanto al dise�o documental, este se caracteriza por ser un proceso orientado en recabar informaci�n de datos secundarios presentes en bibliotecas y repositorios digitales, con el fin de servir de base para la generaci�n de nuevos conocimientos (Garc�a, 2006).

Finalmente, la investigaci�n estuvo determinada en responder: �Cu�l es la relaci�n entre la guerra y las visiones antag�nicas que proyectan los medios de comunicaci�n? Esta premisa fungi� como punto de partida para la indagaci�n de la literatura cient�fica, con el objeto de tomar investigaciones preliminares vinculadas con el tema, y, articularlas en un eje conductor que permitiese el esclarecimiento de la relaci�n existente entre dos visiones que, contrapuestas, trazar sentidos dis�miles en el hecho noticioso cubierto por los medios de comunicaci�n.�

 

 

 

Reflexiones sobre la guerra

El hombre como ser social, descubri� casi desde el principio de su existencia, la habilidad especial que posee para lograr determinados objetivos que no siempre est�n a su alcance (Tolmos, 2015). Esto, mediante el empleo de la fuerza como recurso que permite superponerse a otros, para adem�s subyugarlos y someterlos �como objetivo conexo a la victoria� a vej�menes s�lo vistos en las postrimer�as de la guerra. En palabras de Karl Von Clausewitz, la guerra: �constituye un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad�.

Eso explica, en gran medida, como la desproporci�n del uso de la fuerza empleada contra el adversario, en la pr�ctica, est� desprovista de l�mites (Gonz�lez, 2020). En este sentido, al no estar demarcados los t�rminos, ni la correspondencia en el uso de la fuerza dentro de una conflagraci�n, a la �ptica de un criterio l�gico-racional, los actos que subyazcan entre las partes estar�n orientados a causar la mayor suma de p�rdidas al oponente; sin embargo, la indefinici�n de la variante �p�rdida�, en la guerra, va a�n m�s lejos, acarreando acciones que buscan no solo causar un da�o sin precedentes, sino mermar, quebrar y/o destruir la fuerza moral, a trav�s de la eliminaci�n de grandes grupos humanos, sin importar su origen, g�nero, edad, condici�n social, entre otros, lo cual reivindica sin lugar a dudas la vetusta locuci�n: Homo homini lupus, atribuida en tiempo reciente a los planteamientos de Hobbes.

La fuerza, como mecanismo de control y poder, debe haber permitido �desde el inicio de la civilizaci�n humana� el establecimiento y consolidaci�n relaciones interculturales reciprocas, de las cuales se aprovechasen, para obtener r�ditos, a partir de las ventajas comparativas existentes en cada territorio que cohabita en el planeta, asegurando as� una coexistencia pac�fica, sin contratiempos y con intercambios capaces abastecer efectivamente las necesidades de los grupos humanos posicionados en otras latitudes; a pesar de ello, ha servido como un mecanismo �por excelencia� para asegurar la autodestrucci�n de la especie humana, la profundizaci�n de la pobreza, la legitimaci�n de las desigualdades, y la preservaci�n de superestructuras piramidales de poder que ya resultan obsoletas, inservibles y anacr�nicas.

La guerra como medio un�voco para la soluci�n de controversias a trav�s de la imposici�n de un nuevo orden, en menoscabo de los vencidos, ha servido en s� misma, como una plataforma capaz de desarrollar y explanar las conductas m�s aberradas, crueles y sanguinarias, subyacentes en el comportamiento humano, en contra de seres humanos pre modelados como oponentes, contrarios, adversarios y/o enemigos. No obstante, los terribles efectos colaterales de la guerra, los cuales a grandes rasgos son grosso modo devastadores, afectan a todo nivel: la vida, la salud (f�sica y mental) y el desarrollo de las poblaciones (Wandschneider et al., 2022), ya que los convierte �aun sin quererlo� en coparticipes de un combate que, lamentablemente deben enfrentar, purgando el amargo sabor de las secuelas y los costos sobrevenidos.

Adem�s, es la ambici�n desmedida por detentar el poder, reforzar el intervencionismo, hacerse del control de los recursos y generar un eje de influencia en otros territorios, lo que ha llevado a la raza humana a vivir experiencias tan inveros�miles y dantescas, que es mejor reservarlas para los libros de historia por la verg�enza que producen para el ser humano, entre las que se puede destacar: el Genocidio Armenio, la Sho�, Hiroshima y Nagasaki, Holomodor, la Gran Purga, el Genocidio Chino, la barbarie en Ruanda, la invasi�n a Irak y la reciente guerra contra Ucrania, por citar los casos m�s graves de la historia reciente (Stel, 2014).

Se debe comprender que m�s all� de las discusiones que se ciernen en determinar si el ser humano es bueno (Jean-Jacques Rousseau), ego�sta (Thomas Hobbes) o, por el contrario, malo por naturaleza (Nicol�s Maquiavelo), es preciso aceptar que ese indetenible af�n de superaci�n y sed insaciable de poder, produce el empleo de cualquier estrategia �l�cita o no en muchos casos� para anular al otro, en la marcha hacia el/los objetivos, y, m�s a�n cuando estos se circunscriben dentro de los intereses plasmados como fundamentales en la Pol�tica Exterior de un pa�s. Es as�, como las naciones consideran v�lida y oportuna toda estrategia o mecanismo tendiente a menoscabar al oponente; aun cuando, la modernidad haya oportunamente, develado el inconmensurable papel de la muerte en la guerra. En palabras de Carassale (2022): �la modernidad ha desarrollado una experiencia del matar singular: la llevada adelante por motivos pol�ticos y cuya m�xima expresi�n ha sido la guerra.� (p. 2).

Entonces, es posible afirmar que, la inclinaci�n de algunos por hacer la guerra, no est� solo en causar un da�o inminente al adversario, ni siquiera en mermar su poblaci�n; ambos son resultados sobrevenidos del conflicto. Para quienes ven la guerra solo desde la supremac�a en t�rminos de poder, incurren en el grav�simo reduccionismo de no prever que la guerra tambi�n es un negocio, que, se encuentra mecanizado por las pretensiones ajustadas a los intereses econ�micos impl�citos. Para Renouvin (1972), una de las causas profundas que dinamizaron la Primera Guerra Mundial, fue: �la rivalidad de los intereses econ�micos y financieros.� (p. 2). Extrapol�ndolo a contextos m�s recientes, la guerra sigue siendo, en resumen, la proyecci�n e incompatibilidad de intereses econ�micos y financieros entre dos o m�s partes aparentemente contrapuestas.

Vale la pena se�alar que, as� como la escalada del conflicto no se genera por un mero anhelo de las partes, el desarrollo de �ste, tampoco. No obstante, las acciones que se llevan a cabo para generar perturbaci�n al contrario, llevan consigo impregnados deseos irracionales propios de la naturaleza humana �m�s all� de la planificaci�n y la estrategia�, los cuales se encuentran inducidos e incoados por deseos irracionales como: el odio, la segregaci�n, la destrucci�n, la discriminaci�n y la venganza que, juntos llevan a acabar con al antagonista, adem�s de saquearlo y escarmentarlo de la manera m�s deleznable y deshonrosa posible.

En consecuencia, la guerra sigue representando para el ser humano, y, para algunas naciones la re-configuraci�n del panorama mundial y, el �nico recurso/mecanismo capaz de asegurar el poder�o, la hegemon�a, el intervencionismo y la expoliaci�n de los recursos, aun cuando esto est� por encima del derecho internacional, de los organismos multilaterales y el sufrimiento de millones de seres humanos a lo largo y ancho de todo el planeta. Lamentablemente, la nueva balanza de poder mundial se inclina por desechar �al menos parcialmente� la tesis de la cooperaci�n, la tolerancia y la coexistencia pac�fica para adoptar la de la confrontaci�n, la enemistad, la anarqu�a y la guerra.

 

Guerra medi�tica: definiciones y aproximaciones te�ricas

Muchos son los que preguntan durante el desarrollo de los acontecimientos, en la era del conflicto: �Qu� es una guerra medi�tica? Esta premisa entreteje, en s� misma, un sinf�n de explicaciones que permiten construir o al menos acercarse a una definici�n; la cual, err�neamente se relaciona �en principio� con la violencia estructural que se percibe durante el desarrollo de un conflicto armado y, que inexorablemente es proyectada por los medios de comunicaci�n. En la actualidad, aun cuando se est� a las puertas de una posible guerra europea como resultado de las exacerbadas tensiones del conflicto ruso-ucraniano, se ve con menos frecuencia las exhibiciones medi�ticas �com�n denominador en eras pasadas� de poder�o militar, ya que los pa�ses han comprendido que este tosco mecanismo de resoluci�n de controversias, resulta tremendamente gravoso y, representa p�rdidas, da�os y bajas desmesuradamente altas. Por el contrario, cada vez es m�s notorio observar otro tipo de guerra, una que excede el campo de batalla para asentarse en las palabras, los impases, las acusaciones, los se�alamientos y las declaraciones revestidas de un alto nivel de confrontaci�n, los cuales atizan el clima de tensi�n, y, vuelven las relaciones internacionales un panorama an�rquico de caos y desconcierto que, �nicamente las grandes potencias pueden medianamente controlar (Stel, 2014).

En el mismo orden de ideas, y en aras de aproximarse a una definici�n m�s concreta en torno a lo que representa una guerra medi�tica, se parte de la idea que, es la dimensi�n o sobredimensi�n de medios que recibe un acontecimiento o c�mulo de ellos, en un fragmento de tiempo determinado y, que busca obtener por medio del enfoque, una respuesta inducida al populum, entre las que destacan: el respaldo, la legitimaci�n, el benepl�cito y/o el apoyo a decisiones que comprometen severamente a las sociedades. En la guerra medi�tica, ambos sectores (nosotros versus ellos) buscan proyectar e imponer �por cualquier v�a� sus criterios, juicios, posturas e imaginarios colectivos; buscando reducir y/o exterminar al adversario, en el campo de las ideas. No obstante, esa pretensi�n animosa de aniquilar las ideas y planteamientos del adversario, va de la mano con un manejo tendencioso de la informaci�n, del discurso y de los hechos; los cuales, engranados de forma arm�nica puedan presentar una re-configuraci�n veros�mil de la realidad.

Actualmente, algunos l�deres mundiales han escogido manejarse bajo el esquema del revanchismo comunicacional, que no es m�s, que el resultado de una confrontaci�n directa en la que se impone aqu�l, capaz de disponer de mayor cantidad de medios y recursos para proyectar sus argumentos; y, quien finalmente logra de forma efectiva alienar las mentes, destruyendo la solidez de las posturas contrarias. En ese sentido, verdades virtuales se sobreponen a las reales, criterios irreales se vuelven irrefutables, informaciones falsas se vuelven certeras y acusaciones se convierten en dogmas, sin el m�s m�nimo respeto por la integridad de personas, instituciones, grupos y hasta naciones enteras. Este tipo de enfrentamientos se ha redimensionado inimaginablemente con el auge de la tecnolog�a y la globalizaci�n; el cual, es un importante recurso que al mantener al mundo conectado 24/7, permite con tan solo un clic, propagar la informaci�n con una inusitada rapidez, volvi�ndose de conocimiento global en cuesti�n de minutos.

Siguiendo esta idea, Creveld (1989) considera que: �la guerra est� completamente permeada por la tecnolog�a y es gobernada por ella� (p. 2). Es por ello que, durante el transcurso de la guerra medi�tica y, tambi�n la del campo de batalla, es necesario la implementaci�n de nuevas tecnolog�as, con el fin de medir el peso e impacto que tendr� en el transcurso del conflicto y en los resultados. Esto implica, per se, la urgente necesidad en la creaci�n, desarrollo, aplicaci�n y revisi�n de nuevas teor�as, corrientes, adelantos e invenciones, las cuales puedan ser empleadas con el fin de cambiar las resultas finales del conflicto. Tal perfeccionamiento no s�lo ata�e al desarrollo de material b�lico, comunicacional e inform�tico; sino que adem�s, abarca la implementaci�n de nuevas t�cticas y estrategias que conducen de manera m�s eficaz, al manejo de las masas por medio del dominio de la informaci�n. En una guerra, y m�s en la medi�tica, este dominio de la informaci�n, permitir� mostrar aquello que se pretende proyectar; de modo tal que, los hechos que se difundan a partir de determinada postura, causar�n mayor impacto que, aquellos en los que se asuma la objetividad, veracidad y credibilidad. De acuerdo con ello, Lind (1989) arguye que la meta de este tipo de guerra ser� siempre: �� colapsar al enemigo internamente en vez de destruirlo f�sicamente�. (p. 23).

Debilitar e implosionar al enemigo a nivel comunicacional no solo es la mejor estrategia, sino que produce resultados menos sacrificantes, primero porque a nivel de costos no genera grandes p�rdidas y, segundo, porque los da�os colaterales se sienten con m�s crudeza, lo que genera m�s perjuicio en el adversario, que matar a miles de soldados y derribar aeronaves e infraestructuras. Sin embargo, impactar a una naci�n por medio de la aplicaci�n de estrategias de guerra comunicacional, no es una tarea f�cil, resulta necesario una sistem�tica y bien estructurada campa�a elaborada por los laboratorios creados para �ste fin, la cual provoque una latente perturbaci�n mental colectiva de car�cter interno, y adem�s la p�rdida de credibilidad, confiabilidad y prestigio a nivel internacional. No obstante, la globalizaci�n ha permitido que, en ese tr�nsito de informaci�n ininterrumpida, tambi�n circulen otras, tendientes a esclarecer la verdad y mostrar versiones alternativas, como una forma de apalear el duro golpe que producen los se�alamientos inveraces; aun cuando, infelizmente se termina imponiendo con relativo �xito la adaptaci�n de la verdad, generada por importantes sectores de poder mundial. Kaldor (2001), define el objetivo primordial de este tipo de nueva guerra cuando sostiene que: �En estas nuevas guerras, el objetivo ya no es la victoria militar. La estrategia consiste m�s bien en obtener poder pol�tico sembrando el miedo y el odio, creando un clima de terror.� (p. 25).

Por consiguiente, esta nueva forma de llevar a cabo una conflagraci�n, produce igualmente da�os directos e indirectos como cualquier guerra convencional, aun cuando no sean utilizadas tropas ni material b�lico para ello, generando agravios incluso mucho peores que aquellos sobrevenidos por la destrucci�n y el caos; sin embargo, ahora se desprenden otros prop�sitos del cual ya no s�lo el pol�tico es el �nico o el m�s importante �en el sentido clauwitziano�. Quiere decir que, la guerra tambi�n ha sufrido modificaciones que se alejan cada vez m�s de la forma tradicional (ataque-contraataque) y, por ende, as� como se han agregado nuevos actores, nuevas tecnolog�as y nuevas formas de concebir la guerra, tambi�n han evolucionado los prop�sitos a corto, mediano y largo plazo, siendo �ste, el tema m�s importante a tratar en los pr�ximos a�os.

Del mismo modo, es preciso recordar que, el cambio del esquema bipolar por el multipolar y el auge de la globalizaci�n e interconexi�n, representan fuerzas profundas in crescendo que tambi�n permean los conflictos actuales, as� como la redirecci�n y redimensi�n de los acontecimientos; adem�s, la guerra medi�tica, sigue formando parte de la imposici�n del actual sistema econ�mico predominante, y ello ha forjado tambi�n el incremento de las barreras de desigualdad.� Tal como afirma Hobsbawm (como se cita en Bados, V., & Dur�n, M., 2015): �la globalizaci�n es la forma actualmente dominante del capitalismo de libre mercado que ha tra�do un aumento considerable de las desigualdades sociales y econ�micas dentro de cada pa�s e a nivel internacional� (p. 14). No obstante, es importante destacar que, no todos son capaces de emprender y sostener este tipo de guerras. Son un pu�ado de naciones, corporaciones, sectores y grupos que, con infinita cantidad de recursos, tecnolog�as y personal, son capaces de emprender, generar y sostener este tipo de conflictos con el fin de materializar �por cualquier v�a� los intereses delineados en sus respectivas pol�ticas, entendiendo que el inter�s econ�mico es la punta del iceberg de este complejo entramado.

 

Guerra medi�tica vs. informaci�n veraz

El internet y las nuevas tecnolog�as, han establecido (categ�ricamente) a los medios de comunicaci�n, como actores indirectos en los conflictos y en la guerra. Aun cuando estos resultan un referente importante en el curso de los hechos, su valor estrat�gico no est� revestido por el arsenal militar del que dispone o del grado de violencia que manifiesta en el campo de batalla, porque evidentemente ese no es su papel ni dispone de arbitrios suficientes para fungir como un actor directo; sino por los recursos con los que cuenta para dar cabida, exhibir y analizar los resultados que genera in situ el conflicto (material audiovisual), y, as� producir mansajes e interpretaciones que son despachadas por los diferentes canales �entendiendo canal como la v�a de conexi�n unidireccional del medio con la sociedad�, para la posterior decodificaci�n del ciudadano, siempre haci�ndose hincapi� en los resultados calamitosos que causan mayor esc�ndalo visual. En ese sentido, Bonilla (2014) dixit con relaci�n a la guerra, lo siguiente: �las guerras han proporcionado material suficiente para historias period�sticas que ponen el acento en el inter�s humano, el drama, el sufrimiento, la solidaridad y el hero�smo�. (p. 64).

Si bien junto a la concepci�n de guerra, subyacen determinados valores que son de cierta manera el muro de contenci�n para los actores en disputa, de acuerdo a lo que considera como reprochable social e internacionalmente; las preguntas que surgen a continuaci�n est�n definidas por: �Qui�n determina estos valores?; �Esos valores son homog�neos y aplicables en todos los contextos, en igualdad de condiciones? La respuesta no parece ser tan clara como la premisa inicial; sin embargo, partiendo de la idea de que las sociedades alrededor del mundo repudian la guerra como mecanismo de disoluci�n de la controversia, es posible concluir a priori que, cualquier acci�n que este enmarcada en producir el sufrimiento de un tercero, est� a grandes rasgos, cuestionada desde todos los rincones del planeta.

Contrario a lo que l�gicamente se pudiese pensar, estos valores son absurdamente subjetivos, y, se encuentran permeados por el establishment econ�mico, pol�tico y militar, presente en toda era. Es por ello, que la conformaci�n de los valores pseudo-garantistas que se circunscriben de la guerra, en el caso ucraniano, por citar un ejemplo actual; no son los mismos que se han esgrimido ante situaciones convulsas similares en Medio Oriente. Mientras que, los ucranianos �en este momento� son percibidos como individuos indefensos atacados brutalmente por un coloso ej�rcito despiadado al mando de un megal�mano, los habitantes del Medio Oriente son catalogados reiterativamente, como: irascibles asesinos y terroristas forajidos. Es as� como comunicacionalmente, se ha vendido perennemente la idea, de que ellos [el islam], �odian occidente�, �odian la paz y la tranquilidad� de los pueblos, y, son �los encargados contempor�neos� de subvertir el status quo mundial. Este tipo de prejuicios instaurados por grandes medios de comunicaci�n, justifican y hasta excusan el desarrollo de acciones deleznables contra estos pueblos; sin que exista la reprimenda p�blica que se ve de la mayor�a de las naciones del mundo actual, con respecto a lo que ocurre en el Este de Europa.���

En ese sentido, son los medios de comunicaci�n los encargados de dibujar o desdibujar el papel que tienen cada una de las partes en un conflicto, de acuerdo a sus intereses, visiones y/o percepciones del mismo; y tambi�n, a la coyuntura internacional en la que se encuentren inmersos, tales acciones. De ah� que su preponderancia est� dada por la interpretaci�n que el medio construya de los acontecimientos y; tambi�n, de los actores y las v�ctimas. Si bien los intereses y visiones que, son mencionadas anterius, pueden estar en sinergia con aquellos que ha impuesto el establishment imperante en el planeta; todav�a existen los casos donde los medios se divorcian de estos puntos de vista, para enlazarse con los hechos que ocurren en, y detr�s de la realidad. Es por ello que, ante la inexistencia de un enfoque comunicativo homog�neo, capaz de servir como receta para todos los acontecimientos que se desarrollan en torno a un conflicto b�lico; surge y, entra en juego el papel preponderante del independent model capaz de presentar un equilibrio de los hechos en la informaci�n.

De modo tal que, el periodista y/o comunicador es quien tiene la responsabilidad no solo de cubrir los hechos a partir de su presencia en el sitio de los acontecimientos, sino que; al un�sono, funge como un demiurgo de la verdad, desde una �ptica determinada unilateralmente por factores for�neos. Es por ello, que se pretende dar un reenfoque a la definici�n de noticia, a la luz de un conflicto global; erigida sobre la subjetividad existente entre los hechos y lo que llega a la ciudadan�a, por medio de las �informaciones�. De acuerdo con lo anterior, se plantea la siguiente ecuaci�n:

D�nde:

�Noticia;

�Ocurrencia de los acontecimientos;

�Informaci�n sobre lo que acontece;

�Valoraci�n subjetiva del hecho noticioso, con ; y

�Impacto en la sociedad

Lo anterior es con el prop�sito tener una perspectiva matem�tica con respecto al escenario planteado de la noticia. Es decir, se se�ala que la Noticia () es una variable dependiente de las variables independientes: Ocurrencia de los acontecimientos (), Informaci�n sobre lo que acontece (); Valoraci�n subjetiva del hecho noticioso () e Impacto en la sociedad ().

Concretamente, el eje central de esta ecuaci�n es la noticia, la cual es entendida por Zambrano (2019), como: �� una versi�n concentrada, dramatizada y atractiva de la realidad social. Interpreta e intenta dar una versi�n de los hechos en medio escrito, audiovisual o digital�. (p. 10). Es entonces la noticia el punto de partida de la ecuaci�n, la misma ser� igual a lo que ocurre en la realidad, entre aquello que se informa; se encuentra elevada al cuadrado porque lo que se entiende como real, no es exactamente lo que ocurre, sino aquello que se proyecta y/o difunde. El resultado de esta, ser� multiplicado a discreci�n, tantas veces como sea necesario con la finalidad de darle una valoraci�n que genere el esc�ndalo y el sensacionalismo acostumbrado, a un acontecimiento peliagudo. Finalmente, el resultado de todo ese ejercicio, ser� nuevamente multiplicado �como un todo� por el impacto final que este complejo entramado endosa en la sociedad, partiendo de que toda noticia busca obtener una respuesta social; ello, sin ahondar de forma profunda en planteamientos como aquellos en torno a las noticias falsas, a la intencionalidad y la conducta alevosa de da�ar a terceros por medio de la informaci�n des-informada.

En t�rminos matem�ticos, primero, el factor �es una especie de analog�a con las probabilidades (casos favorables entre posibles), es decir, el cociente de lo que ocurre en la realidad entre lo que se informa (que puede ser verdad o estar distorsionado); segundo, existe proporcionalidad entre la valoraci�n subjetiva el hecho noticioso; y tercero, el impacto en la sociedad es proporcional a la noticia que se le presenta a sus ciudadanos.

El modo de an�lisis de la noticia construido a partir de la ecuaci�n antecedente, est� principalmente enfocado en una crisis pol�tica global, devenida a ra�z de la desestabilizaci�n de la balanza de poder mundial y; ha surgido para responder a una situaci�n en la que fundamentalmente se desarrolla una guerra de narrativas, a la par de un conflicto b�lico que, coincidencialmente como en la Guerra de Vietnam (1955-1975), est� socavando las bases te�ricas que motivan el p�lemos (Πόλεμος) del contrincante m�s poderoso. Esta breve ecuaci�n, bien puede ser transpolada a otros contextos donde la guerra no sea el eje medular de los hechos, y, busca brindar una aproximaci�n sobre el: �C�mo se construye la noticia?

En �pocas anteriores los medios de comunicaci�n no se encontraban tan directamente vinculados con el tema de la guerra a modo de actor directo, y, fung�an como un elemento distante del conflicto, atento solo a cubrir el asunto desde la mirada imp�dica de las im�genes. Sin embargo, desde el contexto actual de los acontecimientos que modelan un tercer conflicto b�lico a escala planetaria y, ante el tortuguismo paquid�rmico internacional de las naciones m�s poderosas, los organismos multilaterales y la justicia a nivel mundial; son los medios de comunicaci�n, los responsables directos de hacer ostensible lo que ocurre en el campo de batalla y tambi�n en el de las ideas, m�s all� de los intereses y valoraciones subjetivas que rodean la noticia; es entonces, cuando recae sobre el ciudadano o usuario, el ejercicio final� meta-reflexivo de analizar lo que ve/escucha, de acuerdo a sus convicciones y carga valorativa, para generar una aproximaci�n m�s objetiva y propia de los hechos que ocurren en la esfera glocal.

La figura que se muestra a continuaci�n, resulta ilustrativa sobre el modo como est� siendo construida la noticia en tiempos de un conflicto global. Los colores y mezclas resultantes, representan �en suma� que, la noticia se cimenta sobre la base de una fusi�n que no necesariamente resulta paritaria de los cuatro componentes que se detallan en la ecuaci�n; sin que ello sirva, per se, como una categorizaci�n r�gida para excluir otros elementos que pudiesen subyacer a partir de estudios a posteriori.

 

Fuente: Elaboraci�n propia

Figura 1: Construcci�n de la noticia en tiempos de un conflicto global

 

Papel de la informaci�n en la segunda guerra mundial y en la guerra de Vietnam

En un conflicto armado, el manejo de la informaci�n como instrumento de propaganda y control de masas, es un arma poderosamente �til para aquellos que desean alcanzar la legitimidad y lograr el cr�dito necesario que le permita llevar a cabo acciones hostiles contra terceros, sin la autom�tica reprimenda que esto genera a priori. Esto fue lo que sucedi�, durante el r�gimen nacionalsocialista del Tercer Reich (1933-1945), donde fue creado el Reichsministerium f�r Volksaufkl�rung und Propaganda (Ministerio del Reich para la Ilustraci�n del Pueblo y Propaganda), con el prop�sito de educar al pueblo, por medio de la exaltaci�n, exhibici�n y defensa de los beneficios del r�gimen nazi, a trav�s de mensajes constantes y repetitivos, donde se vend�a la idea de que, solo ellos, llevar�an a Alemania a convertirse en un gran polo de desarrollo en Europa, capaz de superar la crisis econ�mica producida a finales de la d�cada del 20; as� como la recuperaci�n del prestigio perdido por la deshonra del Pacto de Versalles. Incluso si para ello fuese necesario generar otra gran conflagraci�n mundial. Sin lugar a dudas, esto fue una guerra de contrastes de corte ideol�gico, donde de manera inaugural, se ven inmiscuidos los medios de comunicaci�n como parte activa del conflicto. Al respecto, Bourdieu (2000) se�ala lo siguiente:

Los medios de comunicaci�n son factores activos de los conflictos b�licos al menos desde que el nazismo alem�n us� la prensa, la radio y el cine �especialmen�te los noticiarios cinematogr�ficos semanales y mensuales� primero como propaganda que legitimaba la guerra de invasi�n y despu�s como estratagema de desinformaci�n del enemigo. Obviamente el medio m�s eficaz en ese sentido, y el usado con mayor pericia por los nazis, fue la radio. (p. 200).

Los dos recursos comunicacionales principalmente utilizados durante el r�gimen de Adolf Hitler fueron el cine y la radio, por dos grandes razones: el primero como una forma de proyectar el r�gimen internacionalmente, ya que el cine es un medio de informaci�n en s� mismo, sumamente influyente y poderoso, por lo que all� fueron mostrados los beneficios del desarrollo de la industria conseguido hasta el momento, y, el perfeccionamiento de su vasto arsenal militar, suficientes para convencer al mundo de la milagrosa recuperaci�n de la Alemania de la post primera guerra.

Por su parte, la radio como segundo recurso comunicacional vital del Tercer Reich, se encontraba en pleno auge para la d�cada de los 30, ello fue captado r�pidamente por el r�gimen, y en agosto de 1933 es fundada la Volksempfanger �receptora solo de frecuencias del r�gimen� o Radio del Pueblo. Esto provoc� que se expandiera el alcance de la red radial, llegando a las zonas m�s rec�nditas de Alemania; adem�s, se distribuyeron cerca de 9 millones de radios, y se busc� transmitir una variedad de programas, complaciendo todo tipo de gustos y todas las edades, as� como discursos del F�hrer y mensajes a la naci�n, todos ellos manteniendo vivos los ideales del nacional-socialismo y su marcado corte racista, antisemita y antibolchevique.

Con respecto al par�grafo anterior, es importante se�alar que uno de los �xitos de este elaborado plan propagand�stico fue su propagaci�n, esto no s�lo se circunscribi� a la Alemania asediada por el r�gimen, sino que buscaron ser universalizadas, mostrando as� el desarrollado poder�o b�lico alem�n, capaz de invadir y expoliar �al menos en el proyecto inicial� Europa occidental, �frica y la Uni�n de Rep�blicas Socialistas Sovi�ticas (URSS); as� como todo el mundo si hubiese sido posible la consecuci�n de tan desmesurado proyecto intervencionista.

Todo ello buscaba, adem�s, la uni�n del das volk o el pueblo, induciendo as� gran orgullo, admiraci�n y empat�a por la condici�n de ser alem�n, lo que les convert�a en efectivas m�quinas de propaganda compenetradas con los problemas que �afectaban� a toda la poblaci�n alemana, haciendo que Adolf Hitler tuviese un respaldo abrumador buena parte de la guerra. En relaci�n con lo anterior, Pacheco (2001) refiere que:

Hitler fue deificado gracias a que restaur� el orgullo nacional y cur� las humillaciones sufridas por Alemania despu�s de la Primera Guerra. La sociedad alemana pag� un alt�simo precio por su apoyo. Hitler dej� a su pa�s en ruinas y dividido. Pas� a la historia, s�, pero no como �l quer�a sino como la encarnaci�n del mal absoluto y sin redenci�n. (p. 28).

En resumen, tama�a estrategia y desembolso colosal de recursos se correspond�a en primer lugar, a los intereses supremos de la bien elaborada pol�tica alemana, que procuraba incorporar al Reich a personas pertenecientes o descendientes de etnias alemanas o Volksdeutsche y que se encontraran dentro o fuera del pa�s, lo que llevar�a a Alemania a conseguir el tan anhelado prototipo de ser humano �perfecto�; en segundo lugar, el exterminio y eliminaci�n de todo rastro de cualquier individuo que no cumpliese las caracter�sticas del alem�n trazado por ellos, as� como todos los individuos que fuesen jud�os o sus descendientes; y por �ltimo, la aniquilaci�n total de todo aquel con ideas contrarias al r�gimen y/o que se sospechase colaborara con jud�os buscando convertir a Alemania en un judenfrei o zona libre de jud�os.

En otro orden de ideas, si bien la guerra de Vietnam (1955-1975), dista de haber sido un acontecimiento b�lico comparable con su hom�logo iniciado en 1939; fue una guerra cubierta por los medios, casi en su totalidad. Esto permiti� de forma trascendental, que el ciudadano se relacionara con un tema tan crudo y dantesco como el que fue proyectado en aquella �poca.� No en vano sigue ostentando un nombre tan rimbombante como �primera guerra televisiva�, al vincularse directamente con la forma como fue cubierto medi�ticamente el conflicto (Bonilla, 2014), en el sudeste asi�tico. Lo cierto es que, comenz� siendo un enfrentamiento que pretend�a la supuesta reunificaci�n de Vietnam, aun cuando el trasfondo respond�a a un choque frontal entre las grandes potencias, las cuales anhelaban detentar la supremac�a del poder mundial. Este choque de poderes permiti� una ampl�sima cobertura de los medios de comunicaci�n, quienes convirtieron este fragmento de la historia reciente, en un psicodrama que brindaba un plus, al proyectar el horror de los combates de forma tan directa, como cruenta.

El valor que a�n mantiene vigente a Vietnam en las discusiones acad�micas, est� en la sobreexposici�n que hubo del sufrimiento humano, de la mutilaci�n, de los cad�veres, del caos y, de todo aquello que se desarrolla a la par en una guerra y que por primera vez era transmitido sin pudor por la televisi�n. Sin duda alguna, esta proyecci�n del conflicto desde la �ptica del martirio vivido por los vietnamitas, ahond� la zanja del apoyo p�blico norteamericano por hacer la guerra (Hallin, 1986), en el �ltimo fragmento de ella. No obstante, durante el desarrollo de los acontecimientos el foco de los medios fue cambiando y con ello la opini�n p�blica del pueblo norteamericano; al inicio de este conflicto, la actitud de los medios era de respaldo a las decisiones de Kennedy y Johnson; luego, hacia el final de la guerra, la presentaci�n de los horrores producidos y unos debilitados soldados que no quieren seguir luchando, hacen que los grandes medios de comunicaci�n del gigante americano se plieguen al un�sono, al llamado por la retirada de las tropas y la repatriaci�n de los infortunados (Fern�ndez, 1995).

Ambos fragmentos de la historia contempor�nea de la humanidad (1939-1945 y 1955-1975), coinciden en que la guerra solo es capaz de traer horror y sufrimiento para el hombre, pese a las condiciones por la que se pretenda justificar algo de estas magnitudes. En tanto, todo conflicto b�lico, particularmente los que se mencionaron en este apartado y el que se desarrolla a la par con esta investigaci�n, han mostrado la buena acogida que para el ser humano tiene la confrontaci�n, y, adem�s, el morbo subyacente por generar angustia, dolor y desesperaci�n en el otro, el cual ha sido capitalizado oportunamente por los medios de comunicaci�n, para crear de la zozobra, la depravaci�n y el tormento, un show con elevados niveles de rating.

 

Dominio de la informaci�n integrada y global

En las nuevas guerras que reci�n emergen, el poder lo posee casi en su totalidad, aquel que maneja la informaci�n y puede jugar con ella a su favor; incluso si para ello resulta necesario la adici�n, modificaci�n y/o adulteraci�n de los componentes que la constituyen. En todo caso, la informaci�n se convierte en un arma supremamente valiosa, porque juega como principal aliado inmaterial de los grandes sectores de poder mundial, quienes tratan de mantenerse controlando las grandes decisiones que se entretejen sobre la humanidad. No obstante, el enfoque que actualmente se pretende dar de la informaci�n en medio de un conflicto global, no est� muy separado de aquel caracter�stico de Vietnam; ya que resulta un show televisivo del cual se procura obtener redito a partir del sufrimiento de los pueblos y; adem�s, obtener paralelamente una voz �de peso�, en el transcurso de los hechos y la vinculaci�n con las partes.

Estados Unidos, aun cuando funge como la principal potencia militar del mundo, tambi�n cuenta con un colosal aparato televisivo y comunicacional que lo respalda; es por ello, que en los �ltimos conflictos armados en los que se ha visto inmiscuido, ha sabido manejar con gran �xito la polvareda que esto produce, a trav�s del gran show medi�tico que se ha generado alrededor de ellos. Empero, detr�s de este despliegue televisivo, tambi�n se esconden pruebas de modernos artilugios b�licos, as� como estrategias inform�ticas y comunicativas, como la inclusi�n de periodistas y medios en el campo de batalla, esto �ltimo generando alto impacto visual ante el deliberado espect�culo gr�fico. Concomitante con el par�grafo precedente, Tortosa (2003) expone, refiri�ndose a ello, lo siguiente:

Las guerras en las que los Estados Unidos han esta�do involucrados en los �ltimos veinte a�os han sido, simult�neamente, un laboratorio de nuevas armas y un laboratorio de control de los medios. Una de las novedades, como se ha dicho, ha sido la pr�ctica (no s�lo la palabra) de �integrar� (embed) periodistas en las unidades militares en acci�n. (p. 59).

En el mismo orden de ideas, la estrategia de integrar periodistas y medios de comunicaci�n a unidades militares en conflictos armados, obedece a la generaci�n de una cultura sistematizada del terror tras la difusi�n de im�genes y contenidos visualmente impactantes. No obstante, es importante resaltar, que la inclusi�n de periodistas en la guerra no es un hecho nuevo. Desde entrado el siglo XIX, formaban parte de la guerra como un agente externo sin vinculaci�n, encargado de transmitir con objetividad lo que suced�a en el campo de batalla desde los dos frentes; lo novedoso en este caso, ocurre al mantenerlos como parte de una unidad militar de uno de los grupos. En este caso, el gigante americano tiene un manejo aun mayor control de la informaci�n que se difunde y esto puede producir que la informaci�n que un�vocamente emane, est� plagada de datos, testimonios e informaciones falaces, adulteradas y marcadamente convenientes. En relaci�n a ello, Contreras (2001) sostiene que: �La guerra informacional obedece m�s a una racionalizaci�n del terror y a una socializaci�n del miedo que impide cualquier defensa frente a esta violencia organizada�. (p. 3).

En cuanto al dominio de la informaci�n, es Estados Unidos el que dispone de todo un aparataje institucional y recursos suficientes que le permiten obtener con m�s rapidez y fiabilidad la informaci�n de lo que ocurre no solo dentro de sus fronteras, si no a lo largo y ancho del mundo, lo que le permite actuar de manera m�s oportuna, siempre buscando que sus acciones se correspondan con los intereses de su pol�tica exterior. Es importante recordar que, para ellos, el tema de la seguridad es un asunto de Estado que merece toda la disposici�n de recursos y personal, con el fin de no repetir hechos como los del 11 de Septiembre (11S). La doctrina en cuando a la seguridad y guerra informacional, como lo sostiene Aldrich (2000) radica en:

Nuestra seguridad es desafiada cada vez m�s por tretas no tradicionales de adversarios, tanto antiguos como nuevos, no solo reg�menes hostiles, sino tambi�n criminales internacionales y terroristas que no pueden derrotarnos en teatros de batalla tradicionales, y buscan nuevas formas de atacar explotando las nuevas tecnolog�as y la creciente apertura del mundo. (p.11).

No obstante, en los conflictos armados que han estallado a lo largo de los �ltimos a�os, las naciones poderosas y los grupos de poder �excluyendo obviamente a Estados Unidos �, han buscado hacerse un grosso espacio en el manejo alternativo de la informaci�n y; en ese sentido, han invertido gran cantidad de recursos, tendiente a ganar espacios en los que se maneje y proyecte un punto de vista distinto al que estamos acostumbrados a ver. Esto con la finalidad de generar informaciones que, del mismo modo, respondan a una visi�n y comprensi�n del mundo propia, influidas por intereses vinculados con la pol�tica exterior, en el caso de las naciones y; con los beneficios econ�micos que se generan constantemente, en el caso de las grandes corporaciones.

Por ende, esto desemboca en un conflicto de corte todos contra todos que, por cualquier medio, buscan controlar la informaci�n, pues es un recurso inestimablemente valioso como, en otrora �poca, dominar el espacio a�reo, las fronteras mar�timas o terrestres, o, los recursos minerales. Su manejo resulta tan inconmensurable, que muchos se encuentran �en la actualidad� en la batalla por obtener una cuota de poder que, por maniobrar la informaci�n, esta les brinde. Ante esto, Rinaldi (2000) sentencia lo siguiente:

Dominar el espectro de la informaci�n es tan cr�tico para el conflicto ahora como controlar el aire y el espacio, o como lo fue la ocupaci�n de la tierra en el pasado, y se considera un componente indispensable y sin�rgico del aire y el espacio. Quienquiera que tenga la mejor capacidad para reunir, comprender, controlar y utilizar la informaci�n tiene una ventaja estrat�gica sustancial. (p. 26).

A pesar de ello, el panorama actual de las relaciones internacionales no es para nada alentador. El mundo, se encuentra en una etapa convulsa que tiende a agravar las discrepancias, elevando el nivel de conflictividad y produciendo relaciones de tensi�n perenne, sobre todo ahora que nos encontramos en lo que parece una nueva dimensi�n de la guerra: la bacteriol�gica. El retorno a una especie de guerra fr�a parece indetenible; aun cuando estos nuevos modos de hacer la guerra resultan mucho m�s tecnificados, m�s tecnol�gicos y m�s completos, dificultando su an�lisis por la fragilidad que tiene el tejido pol�tico internacional en estos momentos; no obstante, las acciones que se desarrollan actualmente parecen estar plagadas por la falta de sensibilidad y humanidad. Lamentablemente, la guerra y el conflicto no salen de la agenda pol�tica mundial y sigue siendo el as predilecto de los grandes sectores de poder que, en el contexto actual, est�n estremeciendo las bases el status quo reinante; sin embargo, a�n no estamos preparados para asumir un conflicto b�lico de escala mundial, sobre todo cuando apenas se puede contener medianamente el agente pat�geno, que envi� a la humanidad durante meses a sus casas.

 

Conclusiones

El establishment mundial maneja, ahora, la variable guerra como un meta-recurso disponible para hacer valer las disimiles pretensiones presentes, en el tambaleante tablero de las Relaciones Internacionales. Si bien, la guerra ha sido utilizada como una estratagema de muchas naciones para reivindicar sus intereses frente a otros (Gonz�lez, 2020); tambi�n ha servido en s� misma, para mostrar los horrores que experimentan los seres humanos, cuando los temas pol�ticos mudan al campo de batalla, siendo all� donde los medios de comunicaci�n y su irresistible af�n de comunicar, entran en acci�n. Es por ello que, aun con la globalizaci�n y la digitalizaci�n, no se puede desestimar el important�simo papel que a�n mantienen los medios de comunicaci�n en las sociedades; entendiendo que, dentro de esta primera categorizaci�n, son las Redes Sociales las que han tomado una proyecci�n inusitada entre la poblaci�n durante la �ltima d�cada.

Sin embargo, el papel de la informaci�n en tiempos de guerra, cobra importancia sustancial; sobre todo en el contexto actual, por las especial�simas circunstancias en la que se encuentra el planeta, el cual sigue mano a mano los pormenores del conflicto ruso-ucraniano y sus ramificaciones en los otros continentes. Este conflicto, en el que se exhiben acciones que sobrepasan los l�mites de la racionalidad, el buen juicio, la l�gica y la supervivencia humana, sirve como material audiovisual para un sinn�mero de medios de comunicaci�n que, lo manejan para construir sus contenidos en base a interpretaciones que respetan una l�nea demarcada. Esto demuestra a grandes rasgos, que el t�rmino verdad tiene innumerables conceptualizaciones, conforme a quien esgrima su definici�n; de acuerdo con ello, la verdad no es aquello que ocurre y se encuentra a simple vista perceptible por los sentidos, sino lo que se puede erigir de aquello en un tiempo determinado. Es all� cuando emerge el sesgo, el cual es manejado de acuerdo a los intereses y permite mostrar la realidad dramatizada de un hecho de inter�s social (Zambrano, 2019).

En el mismo orden de ideas, el sesgo es aqu�l que permite enfocar la informaci�n que se convierte en noticia de acuerdo a una arista predeterminada, la cual es frecuentemente utilizada, adem�s, para el an�lisis de los hechos que se suscitan de acuerdo a la coyuntura. Es as� como un mismo evento tiene aproximaciones tan divergentes como contradictorias en las que no es posible evidenciar ning�n punto de encuentro; tal es el caso de un conflicto global, como el que existe ahora en el Este de Europa, en el que v�ctimas y victimarios, no resultan ser los mismos a la luz de todos los medios de comunicaci�n. Es por ello, que de este an�lisis surgi� la ecuaci�n �que se encuentra en apartados anteriores� en torno a la conformaci�n y enfoque de la noticia y, del que se permite dibujar la construcci�n de esta, a partir de las variables intervinientes.

De cualquier forma, una distribuci�n del poder y de la riqueza m�s equitativa y plural entre las naciones, permitir�a la contenci�n de acciones ofensivas y hostiles enfocadas en generar p�nico, desestabilizaci�n, caos y destrucci�n a terceros; y por lo consiguiente, mantendr�a el equilibrio del status quo, ahorr�ndole a la humanidad las graves consecuencias sobrevenidas por la guerra. No obstante, la guerra termina resultando para muchos, una opci�n plausible a la hora de obtener r�ditos r�pidos, sobre todo luego del duro golpe que el SARS-CoV-2 represent� para la econom�a global, desde su aparici�n a finales de 2019. En este contexto, los medios de comunicaci�n ganan un enorme terreno frente a la sociedad y se consolidan como los portavoces necesarios del conflicto, por la sensibilidad del material audiovisual que manejan, aun cuando muchos de ellos se encuentren alineados con alguna de las partes.

No cabe duda que, la imposibilidad de las naciones poderosas por controlar las decisiones coyunturales de la humanidad y, tambi�n a las naciones m�s peque�as y d�biles, es el punto de ignici�n que provoca el irremediable choque entre estas, las cuales pueden acabar con destrucci�n por la destrucci�n de la raza humana. Hecho que se ha visto materializado con m�s fuerza en los �ltimos meses, ante la amenaza del uso de �ojivas nucleares y cohetes hipers�nicos�. Lo cierto es que, m�s all� de las proyecciones que se entretejen sobre los conflictos actuales, los medios de comunicaci�n se han hecho nuevamente un espacio que les hab�a sido arrebatado por el dinamismo de las Redes Sociales y; ello ha hecho que los mensajes que se transmiten a trav�s de estos, vuelvan a tener el cr�dito e impacto que exhib�an en otrora �poca.

Efectivamente, el contenido producido por los medios de comunicaci�n vuelve a tomar el impacto de otras �pocas, dado el alcance que tienen estos en captar y procesar la informaci�n, con la salvedad que el auge de la tecnolog�a ahora permite que el ciudadano se involucre m�s en los hechos que se suscitan, en la esfera de su incumbencia. Esto genera per se una fuente inagotable de informaci�n proveniente de peque�os reporteros que se hacen parte integrante del medio donde se desarrollan, por un lado y; por el otro, reduce la brecha para que los medios de comunicaci�n manejen la informaci�n a su antojo, evitando as� el sesgo y la manipulaci�n.

M�s all� de ello, son suficientes las expresiones de barbarie que ha tenido que sufrir el mundo, con los innumerables horrores y guerras que una vez terminadas han dejado vestigios inolvidables. Pese a que probablemente nos encontremos ante las puertas de un verdadero apocalipsis, es necesario comprender la importancia que tienen hoy los medios de comunicaci�n en este contexto. Son ellos quienes tienen la batuta ahora y est�n en la obligaci�n de informar sobre lo que acontece m�s all� de nuestras fronteras, con la finalidad de mostrar objetivamente el comportamiento de las naciones que buscan en pleno siglo XXI, arrodillar a otras naciones sin respetar su gente, su cultura, su idiosincrasia y la forma en que libremente han decidido vivir y; peor a�n, cuando lo que se busca es anularlos.

 

Referencias

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