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Bolivarianismo vs. Monro�smo, una mirada cr�tica a nuestro derecho a la autodeterminaci�n y la independencia

 

Bolivarianism vs. Monroism, a critical look at our right to self-determination and independence

 

Bolivarianismo vs. Monro�smo, um olhar cr�tico sobre nosso direitoautodetermina��o e independ�ncia

 

Antonio P�rez-Alonso I

perezalonso.antonio@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-5583-805X ����

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 


Correspondencia: perezalonso.antonio@gmail.com

 

 

Ciencias Sociales y Pol�ticas

Art�culos de investigaci�n

 

*Recibido: 16 de julio de 2021 *Aceptado: 30 de agosto de 2021 * Publicado: 22 de septiembre de 2021

 

        I.            Licenciado en Ciencias y Artes Militares (AMV - 1997). Especialista en Infanter�a (Escuela de Infanter�a de la UMBV - 2009). Maestr�a en Historia Militar (Instituto de Altos Estudios de Seguridad de la Naci�n �Gran Mariscal de Ayacucho Antonio Jos� de Sucre � 2014). Actualmente participante del Doctorado en Defensa Integral de la Naci�n, en el Instituto de Altos Estudios de Seguridad de la Naci�n �Gran Mariscal de Ayacucho Antonio Jos� de Sucre�.

 

 


Resumen

La arremetida imperialista del Gobierno de los Estados Unidos de Norteam�rica, en el devenir de los recientes acontecimientos de la geopol�tica mundial, que en la mayor�a de los casos se circunscribe a causalidades producto del deterioro del medio ambiente y a la cada vez mayor escases de los recursos energ�ticos, solo puede ser interpretada como un resurgimiento de la ancestral y no menos devastadora �Doctrina Monroe�, en donde actores pol�ticos y sobretodo econ�micos de la naci�n estadounidense, con una marcada tendencia nacionalista y recolonizadora, pretenden imponer a sangre y fuego sus pretensiones imperiales, que para el caso de la Rep�blica Bolivariana de Venezuela, se han estrellado contra el legado de la doctrina del Padre Libertador Sim�n Bol�var, valores y principios que cada d�a se encuentran m�s arraigados en la consciencia de un pueblo, que al arribar a doscientos a�os de la gesta inmortal de Carabobo, le grita al mundo que no est� dispuesto a doblegar por imperio alguno, en su determinaci�n de seguir siendo libre, soberano e independiente.

Palabras Clave: Bolivarianismo; monro�smo; libertad; autodeterminaci�n; soberan�a.

 

Abstract

The imperialist onslaught of the Government of the United States of North America, in the course of recent events in world geopolitics, which in most cases is limited to causalities resulting from the deterioration of the environment and the increasing scarcity of resources energy, can only be interpreted as a resurgence of the ancestral and no less devastating "Monroe Doctrine", where political and above all economic actors of the American nation, with a marked nationalist and recolonizing tendency, intend to impose their imperial pretensions with blood and fire. , which in the case of the Bolivarian Republic of Venezuela, have crashed against the legacy of the doctrine of Father Liberator Sim�n Bol�var, values ​​and principles that every day are more rooted in the consciousness of a people, than when reaching two hundred years of the immortal deed of Carabobo, he shouts to the world that he is not willing to bend for any empire , in his determination to remain free, sovereign and independent.

Keywords: Bolivarianism; monroism; liberty; self determination; sovereignty.

 

 

 

Resumo

A investida imperialista do Governo dos Estados Unidos da Am�rica, no curso dos acontecimentos recentes da geopol�tica mundial, que na maioria dos casos se limita a causalidades decorrentes da degrada��o do meio ambiente e da crescente escassez de recursos energ�ticos, s� pode ser interpretada como um ressurgimento da ancestral e n�o menos devastadora �Doutrina Monroe�, onde os atores pol�ticos e sobretudo econ�micos da na��o americana, com uma marcada tend�ncia nacionalista e recolonizadora, pretendem impor suas pretens�es imperiais com sangue e fogo. caso da Rep�blica Bolivariana da Venezuela, colidiram contra o legado da doutrina do Padre Libertador Sim�n Bol�var, valores e princ�pios que a cada dia est�o mais arraigados na consci�ncia de um povo, do que ao atingir duzentos anos do feito imortal de Carabobo, ele grita ao mundo que n�o est� disposto a se curvar por nenhum imp�rio , em sua determina��o de permanecer livre, soberano e independente.

Palavras-chave: Bolivarianismo; monro�smo; liberdade; autodetermina��o; soberania.

 

Introducci�n

Al realizar un an�lisis retrospectivo de lo que ha representado para el continente americano, la declaraci�n de James Monroe, quinto Presidente de los Estados Unidos, en su sexto discurso ante el Congreso (1823), en el cual su expresi�n de: �Am�rica para los americanos�, podemos interpretar que, este hecho sent� las bases para que a partir del gobierno de John Quincy Adamsse comenzara a dar forma a una doctrina que, bajo el velo de una supuesta protecci�n ante eventuales procesos de reconquista y recolonizaci�n en Am�rica por parte de Europa y en particular por las naciones de la denominada �Santa Alianza�, lo cual se tradujo en una �Patente de Corso�, para que durante las siguientes d�cadas hasta el presente, los distintos gobiernos de EE.UU. hayan venido desarrollando una pol�tica exterior basada en la ocupaci�n y la dominaci�n de naciones de centro y Sudam�rica, empleando para ello todo su poder�o pol�tico, econ�mico y militar.

El �Monro�smo�, t�rmino acu�ado por el l�der pol�tico peruano V�ctor Ra�l Haya de la Torreen 1924, no tuvo en los inicios de su aplicaci�n, la contundencia que esperaban algunos l�deres de las naciones al sur del R�o Grande, que incluso llegaron a aplaudir la iniciativa estadounidense, ante las amenazas de la Europa Colonialista, produci�ndose hechos que dejaron en entredicho los preceptos de la altisonante declaraci�n de James Monroe, presidente de una naci�n que para la �poca, no contaba con el poder militar necesario para honrar lo prometido con su proclama y fue as� como entre 1833 y 1865 se produjeron eventos que dieron al traste con las anunciadas acciones que emprender�an los Estados Unidos ante una eventual invasi�n por parte de Europa, entre ellos se pueden mencionar: la ocupaci�n de las Islas Malvinas por parte de Gran Breta�a (1833), el bloqueo anglo-franc�s a los puertos argentinos (1839-1840), el bloqueo anglo-franc�s al R�o de la Plata (1845-1850), la ocupaci�n de la Guayana Esequiba por parte de Gran Breta�a (1855), la invasi�n espa�ola a Rep�blica Dominicana (1861-1865) y la intervenci�n francesa a M�xico (1862-1865).

No fue hasta 1880, cuando el presidente Rutherford Hayes , invocando los principios de la Doctrina Monroe, mediante un Corolario que hoy lleva su nombre, se enfatizaba que: �Para evitar la injerencia de imperialismos extra continentales en Am�rica, los Estados Unidos deb�an ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoce�nico que se construyese� ,esta acci�n fue el primer paso para lo que a posterior se traducir�a en el proceso de secesi�n del para entonces Departamento de Panam� de la Rep�blica de Colombia y la apropiaci�n de la construcci�n (iniciada por Francia y abandonada en 1888) y el control durante m�s de cien a�os por parte de Estados Unidos de Norteam�rica del futuro Canal de Panam�.

A�os m�s tarde, el Presidente Theodore Roosevelt, tomando como excusa el bloqueo naval realizado por elImperio Brit�nico, el Imperio Alem�n y el Reino de Italia, a las costas venezolanas en 1902, emiti� su tristemente c�lebre �Corolario Roosevelt� (1904), en el cual el gobierno estadounidense siguiendo los patrones de la Doctrina Monroe, se abogaba la protecci�n de las naciones americanas, sum�ndolas a su �rea de influencia, en dicho documento se establec�a entre otros aspectos que, si una naci�n europea, amenazaba o pon�a en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses en cualquier parte del continente, Estados Unidos estaba en la obligaci�n de intervenir en los asuntos del pa�s agredido para "reordenarlo", restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadan�a y de sus empresas.�������������

Pero la tambi�n denominada pol�tica del �Gran Garrote�, implementada a trav�s del Corolario Roosevelt, lejos de fungir como �garante� de los intereses americanos, puso al descubierto las verdaderas intenciones del gigante del norte y su oferta enga�osa de �Am�rica para los americanos�, ya que el documento tambi�n se�alaba que, cualquier pa�s latinoamericano o del Caribe, situado bajo la influencia de EE.UU. y que pusiera en riesgo los intereses de personas o empresas estadounidenses en su territorio, obligar�a a la naci�n norteamericana, a una intervenci�n en los asuntos internos del pa�s �desquiciado�, para reordenarlo y proteger los derechos y patrimonio de sus conciudadanos, legitimando a partir de ese momento, el uso de la fuerza militar para el logro de los intereses de Estados Unidos en el Continente.

A pesar del fuerte rechazo que tuvo en Am�rica Latina y el Caribe, la implementaci�n del Corolario Roosevelt, Estados Unidos no detuvo el avasallador avance de sus proyectos de dominaci�n regional bajo las banderas de la nefasta Doctrina Monroe y es as� como luego de su participaci�n en la Segunda Guerra Mundial, continu� con un sistem�tico plan de dominaci�n global, teniendo como tubo de ensayo nuestro continente.

En 1945, ahora en el marco de la �Guerra Fr�a� y bajo la Presidencia de Harry Truman y su �Doctrina de Contenci�n del Comunismo�, el Monro�smo cambia su traje de superh�roe y protector de los destinos del mundo, en una encarnizada lucha contra el comunismo representado por su principal rival: la Uni�n de Rep�blicas Socialistas Sovi�ticas, cuya influencia sobre los pa�ses que la naci�n norteamericana ha llegado a denominar su �Patio Trasero�, no estaba dispuesto a tolerar.

Es entonces cuando EE.UU. inicia un largo proceso de injerencia en nuestro Continente, que estuvo marcado por la intervenci�n directa (pero siempre solapada) en los asuntos internos de los pa�ses de la regi�n, la cual incluy� el derrocamiento de gobiernos contrarios a sus designios, asesinatos selectivos o desapariciones forzadas de l�deres pol�ticos o sociales en el marco del denominado �Plan C�ndor� , la instauraci�n de dictaduras militares o gobiernos complacientes a sus intereses e incluso la intervenci�n militar directa como ocurri� en la Isla de Granada (1983) o Panam� (1989), invocando el Tratado Interamericano de Asistencia Rec�proca (TIAR), creado bajos sus auspicios en 1947.

En la actualidad Monro�smo, ha continuado siendo invocado por los distintos gobiernos de Estados Unidos de Norteam�rica, los cuales han venido incrementando su ataque contra los gobiernos progresistas del Continente, desde Bill Clinton, pasando por G. W. Bush y Obama hasta Donald Trump, se han encargado de mantener vivo sus principios de dominaci�n e intervenci�n de las naciones latinoamericanas y caribe�as, entorpeciendo, retardando y en algunos casos impidiendo los procesos de integraci�n, cooperaci�n y complementariedad al que aspiran los pa�ses de la regi�n, basados en los preceptos que establece nuestra principal arma contra la injerencia de la Doctrina Monroe: El Bolivarianismo.

Intangibles recolonizadores en la geopol�tica mundial, un debate sobre identidad, cultura y naci�n

En el marco del desarrollo de la geopol�tica mundial, se ha venido estudiando en las �ltimas d�cadas, la incidencia que pudiesen tener algunos par�metros intangibles como la cultura y la identidad dentro de las naciones, en el marco del relacionamiento internacional, de esto ha nacido un fuerte debate, en donde los estudios e investigaciones de te�ricos y expertos en el tema han llegado a polarizar las opiniones sobre si estos intangibles puedan o no estar afectando la asimilaci�n de los conceptos de Estado, Naci�n o Patria y en como esto pudiese incidir sobre la seguridad y defensa de las naciones libres del mundo.

Desde el origen de la formaci�n de grupos sociales y el asentamiento de la humanidad en el territorio, (cabe decir despu�s de la etapa n�mada del hombre en la tierra) los valores, tradiciones, s�mbolos, creencias y hasta los modos de comportamiento, han servido como elementos cohesionadores de estos grupos sociales, generando en ellos un sentido de arraigo y pertenencia al espacio territorial donde cohabitan y determinando una identidad.

En base a lo anterior tenemos que, losconceptos de identidad y cultura est�n estrechamente relacionados con la conexi�n que existe entre el hombre y lo territorial, no queriendo decir con esto que los grandes movimientos migratorios y los procesos de conquista y colonizaci�n que se han producido a lo largo de la historia, no hayan podido influir en esa identidad, llegando a transfigurarla, modificarla o en casos m�s extremos a sustituirla.

El surgimiento del concepto de Estado-Naci�n, luego de la firma del tratado de paz de Westfalia en 1648, es quiz�s uno de los hitos m�s relevantes en el afianzamiento de los postulados sobre identidad nacional, cultural y social dentro de las diferentes naciones y que a pesar de ser factores intangibles dentro de los grupos humanos, dan un sentido de arraigo territorial y de identificaci�n del hombre con su espacio vital.

Pero junto con la aparici�n de los imperios (romano, chino, persa, espa�ol, entre otros) en el mundo y su af�n de conquista, colonizaci�n y dominio, vinieron tambi�n complejos procesos de transculturizaci�n, que en algunos casos pudieron incluso venir acompa�ados de la aniquilaci�n de la identidad o la sustituci�n de una por otra.

Para el caso de Latinoam�rica, los conceptos de identidad y cultura ya se encontraban afianzados en las civilizaciones precolombinas, tales como la Inca, la Azteca, la Maya e incluso la Caribe, las cuales fueron fuertemente atacadas y casi aniquiladas en su totalidad durante los procesos de la conquista y colonizaci�n, en donde las costumbres europeas fueron imponiendo una forma de vida muy distinta a sus costumbres ancestrales, lo que aunado al hecho de un complejo proceso de mestizaje, dieron como resultado, una civilizaci�n indoamericana caracterizada en una mezcla de identidades del blanco, el negro y el indio.

Luego de trescientos a�os de la �poca colonial en Am�rica, se dio paso, a partir del Siglo XVIII a la etapa independentista, en donde los libertadores, buscaron a semejanza de procesos ya experimentados en la Europa medieval, establecer el concepto de naci�n en cada uno de nuestros pa�ses ahora liberados y con ello, tratar de fijar en el colectivo, una identidad propia, distinta a la impuesta por la Corona espa�ola, durante tres siglos en toda la regi�n.

Para varios autores, hablar de una identidad latinoamericana seria osado, ya que, en la etapa de refundaci�n de los pa�ses, luego de la independencia, los procesos de conquista y coloniaje, acompa�ados de la mezcla de culturas propias del mestizaje, transfiguraron nuestra identidad aut�ctona, es por ello que hablar de naci�n en esta etapa de la historia americana, ser�a hasta confuso, si se parte del principio que en muchos de los habitantes de estas tierras, no exist�a un verdadero arraigo por la tierra e incluso para muchos la misma independencia de Espa�a, resultaba un error y una aventura rom�ntica de los que hoy enaltecemos como los libertadores de la Patria Grande.

Bol�var afirmaba: �No somos europeos� no somos indios� somos un peque�o g�nero humano� y m�s adelante dec�a: �Poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque, en cierto modo, viejo en los usos de la sociedad civil�. (Bol�var citado en P�rez, 1976). Bol�var haciendo clara referencia al mestizaje, no solo circunscrib�a esto a la simple idea de la mezcla de la sangre, sino a la combinaci�n de la cultura espa�ola, la africana y la india, de donde hab�a surgido este �peque�o g�nero humano�, que estaba llamado a sentar las bases de una cultura aut�ctona propia de las nuevas naciones que se estaban conformando.

Pero en el periodo poscolonial y la fundaci�n de rep�blicas independientes, con sus particularidades, costumbres y tradiciones culturales se fueron afianzando y con ellas el concepto de naci�n, que m�s o menos se mantuvo desde mediados del Siglo XIX, hasta los a�os 20 del siglo XX, en donde afamados intelectuales y te�ricos latinoamericanos de la talla de Arturo Uslar Pietri, R�mulo Gallegos, Jos� Carlos Mari�tegui y Jos� Mart�, entre otros, ya avizoraban y elevaban sus voces y escritos sobre la amenaza que representaba la intervenci�n que un siglo antes, advert�a el Padre Bol�var.

Los diferentes gobiernos del imperio estadounidense, apegados a sus ambiciones expansionistas, basadas en el Destino Manifiesto y de la no menos tristemente c�lebre Doctrina Monroe, ve�an hacia el sur de sus fronteras, la necesidad de imponer su cultura y forma de vida, en tierras ahora bajo sus dominio econ�mico y para ello se hac�a indispensable romper con la costumbres y tradiciones de los pa�ses en su �rea de influencia, en un proceso que algunos autores han llegado a denominar Neocolonialismo. A prop�sito de esto tenemos que:

�El neocolonialismo se entiende como una forma de colonialismo adaptada, la cual se ayuda de la debilidad de los Estados reci�n independizados; todo con el prop�sito de obtener beneficios de tipo econ�mico, pol�tico y cultural, lo que se lleva a cabo generalmente otorgando poder pol�tico a las �lites del Estado, a�n dependiente, que favorezcan a los pa�ses dominantes�. (Mac�as, 2015).

En este sentido, tenemos que la p�rdida de nuestra identidad cultural, que se ha venido manifestando en los pa�ses latinoamericanos en los �ltimos a�os viene marcada no solo por una imposici�n cultural de los pa�ses dominantes, sino por la complaciente permisividad de los gobiernos, que lejos de ponerle un coto a este nefasto proceso de transculturizaci�n, dejan de defender lo que por herencia tenemos, como nuestras m�s ancestrales costumbres y tradiciones.

Pero es importante se�alar, que en todo este proceso impositivo de lo cultural y que sin duda alguna ha llegado a transfigurar incluso la identidad de nuestros pueblos, surge un concepto que ha tratado de �suavizar�, el neocolonialismo y que no es otro que el de la Globalizaci�n. El desarrollo acelerado de nuevas Tecnolog�as de Informaci�n y la Comunicaci�n, el Internet de las cosas y la Sociedad 5.0, se han convertido para algunos ventajas y para otros un arma de doble filo.

Que la informaci�n viaje a la velocidad de un �clic�, es para quienes desarrollan y venden la tecnolog�a a nivel mundial, una herramienta de gran utilidad para alcanzar sus fines pol�ticos, econ�micos y culturales. La Globalizaci�n ha representado en esta etapa de la historia, una verdadera arma para que el gran emporio capitalista mundial, incremente sus redes de dominaci�n, a trav�s de la imposici�n de una forma de vida uniforme para toda la sociedad mundial, en donde, por ejemplo, Mc. Donald�s nos dice que debemos comer, Levi�s como vestirnos, CNN que noticia creer, Disney y Marvel nos crean h�roes a su medida y MTV nos vende g�neros musicales que muchas veces ni entendemos, pero como est�n de moda, entonces est�n bien.

Es la cultura de lo superfluo, la identidad prestada, la homogeneizaci�n de la cultura, una forma �nica de pensar, que no es otra cosa que la dominaci�n de los m�s desarrollados sobre la periferia del mundo, en donde poco a poco nos han ido robando nuestra capacidad de discernimiento, nuestra cultura y hasta nuestra identidad como sociedades libres.

Ante este escenario, en el Siglo XXI han emergido nuevas voces que, conscientes del deterioro de nuestra identidad indoamericana, que ven�a padeciendo en las �ltimas d�cadas del siglo pasado, levantaron las banderas de la cultura y la identidad nacional, que honraran las costumbres y tradiciones que nos legaron nuestros ancestros y que sustentan el concepto de Naciones libres por la que lucharon Miranda, Bol�var, Sucre, San Mart�n, O�Higgins, Artigas y muchos otros.

Entre esas voces, una de la que m�s retumb� en los cimientos de los proyectos de recolonizaci�n del imperio capitalista, fue indudablemente la del Comandante Hugo Ch�vez Fr�as, quien desde su llegada el poder en el a�o 1999, puso todo su empe�o en rescatar las m�s fervientes manifestaciones culturales de la identidad nacional de su natal Venezuela. Desde lo constitucional hasta en los �mbitos de la Defensa Integral, la cultura del pueblo ha venido teniendo un repunte en favor del rescate de las costumbres y tradiciones del pueblo venezolano, respetando por supuesto, todas las vertientes de las manifestaciones culturales de la tierra de Bol�var, que se pasean por lo ind�gena, lo afrodescendiente y algunas otras provenientes de las combinaci�n de las anteriores con migraciones pasadas y cuya mezcla se han arraigado en gentilicio nacional de la naci�n Sudamericana.

Tanto era la preocupaci�n del Comandante Ch�vez por lo cultural y el rescate de la identidad nacional que, haciendo referencia a este particular, en los primeros a�os de su gobierno, lanzaba esta frase que hoy mantiene plena vigencia: �No hay herramienta, en verdad, como la cultura, para lograr esa recuperaci�n de conciencia, resurrecci�n de pueblos, profundizaci�n de quienes hemos sido, quienes somos, y quienes podemos ser�� (Ch�vez, 2004).

A partir del an�lisis de los conceptos anteriormente explicados, debemos tener claro que, m�s all� de cualquier debate que pueda surgir (y que seguramente surgir�) sobre el desarrollo y los avances tecnol�gicos versus la cultura y la identidad nacional, siempre deber� prevalecer una postura que apunte hac�a la defensa a ultranza de lo nuestro, de todo aquello que nos da sentido de pertenencia por nuestras m�s arraigadas costumbres y tradiciones que forman parte de nuestra identidad y que son la base del concepto de naciones libres a la que aspiran la mayor�a de los pa�ses del mundo y que hoy se sienten amenazados por el resurgir de los preceptos de la Doctrina Monroe, en buena parte de nuestro continente y cuya mejor arma para combatirla son los ideales deLibertad, Soberan�a y autodeterminaci�n que nos leg� el Padre Libertador Sim�n Bol�var y que hoy se traduce en la doctrina bolivariana.

El Bolivarianismo una doctrina contra las pretensiones de dominaci�n

Sim�n Bol�var, el genio pol�tico y militar venezolano, cuya espada invicta, llev� libertad a seis naciones del Continente y que bajo los principios de una doctrina original, producto de a�os de estudio, experiencia y mucha reflexi�n, buscaba establecer una confederaci�n de pa�ses que, respetando sus caracter�sticas y particularidades, se convirtiera en una aut�ntica Sociedad de Naciones, regida por un supremo �rbitro, quien estar�a representado por un Consejo con sede en Panam�, y que servir�a para dirimir cualquier divergencia, conservando los l�mites establecidos en 1810 como base de su derecho internacional y auspiciando la uni�n para evitar cualquier tipo de intervenci�n europea.

Aunado a lo anterior, el Libertador pensaba que esta Confederaci�n de la Am�rica Meridional,buscar�a de alguna forma, contener la influencia de los Estados Unidos de Norteam�rica, que ya para su �poca, avizoraba como una amenaza para los destinos de las reci�n independizadas colonias hispanoamericanas, tal y como lo dej� plasmado para la historia en su respuesta a la carta enviada por el Coronel Patricio Campbelly su propuesta al Libertador de nombrar como sucesor de su autoridad en Colombia, a un pr�ncipe europeo, a la que Bol�var con la sagacidad que lo caracterizaba le respondi�: �Cu�nto no se opondr�an todos los nuevos Estados americanos, y los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia para plagar la Am�rica de miserias a nombre de la Libertad?����

El Libertador, a lo largo de su carrera pol�tica y militar, lego para las generaciones futuras una prol�fica obra, que comprende una serie de documentos, entre los que se conservan innumerables cartas, misivas, decretos y discursos que no solo dejan ver la grandeza de su intelecto pol�tico y sus dotes de gran estratega militar, sino que adem�s no dejan duda de su profundo amor por la libertad y la autodeterminaci�n de los pueblos de la Am�rica Meridional por la que tantos sacrificios ofrend�. Toda su obra reunida en compendios de ense�anza, muestran como producto de lujo para los hijos de la Patria Grande, una Doctrina Bolivariana, basada en ideales de independencia, libertad, soberan�a, uni�n y cooperaci�n entre los pueblos que su espada liber� y que contraria a los ideales de dominaci�n y subyugaci�n de la ya mencionada Doctrina Monroe, le muestra al mundo como la grandeza de una naci�n no se representa por su fuerza material o b�lica, sino por la humildad y solidaridad de sus pueblos.

La Doctrina Bolivariana, al igual que su contra parte imperialista, ha logrado trascender en el tiempo, a pesar de los ataques y vilipendios a la que ha sido sometida por propios y extra�os, ya que, inmediatamente a la muerte f�sica del Padre Libertador, una corriente anti-bolivariana, recorri� no solo Venezuela sino buena parte de nuestro Continente, con la �nica intenci�n de tratar de borrar la memoria hist�rica de su genio inmortal y el de su obra, haci�ndole un flaco favor a las pretensiones del imperialismo norteamericano, que muy a su pesar, ante cada una de sus arremetidas contra la patria bolivariana, se ha encontrado en diferentes momentos de nuestra historia republicana, con la respuesta de un pueblo que fiel a sus principios libertarios, ha tenido en el Bolivarianismo las herramientas necesarias para derrotarlo y preservar su independencia y soberan�a.

A lo largo de la historia, la Doctrina de Sim�n Bol�var, ha tenido un sinf�n de detractores, as� como tambi�n de grandes hombres y mujeres que han sabido defender su legado y ense�anzas, para mantener vivo el �Fuego Sagrado� de su esp�ritu libertario. Es as� como nos encontramos con pasajes de la historia que narran como el llamado General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora, durante la Guerra Federal iz� las banderas del Bolivarianismo para luchar contra la oligarqu�a criolla, que traicionando a todo un pueblo, se hab�an abrogado los beneficios de la independencia, para satisfacer sus ambiciones particulares.

Siguiendo el hilo de la historia venezolana, para el a�o de 1902, el Presidente Cipriano Castro, se arm� del coraje que caracteriza a los Bolivarianos, y sin miramientos se propuso enfrentar a las grandes potencias europeas del Imperio de la Gran Breta�a, el Imperio de Alemania y el Reino de Italia, que mediante un bloqueo naval en nuestras costas, pretend�an cobrar por la fuerza deudas fraudulentas en contra de Venezuela, es entonces cuando el presidente Castro, invocando un profundo sentir nacionalista, con su c�lebre proclama, en la cual resaltaba la frase: �La Planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria��e inspirado en los ideales de Sim�n Bol�var y las glorias de nuestros libertadores, llam� al pueblo a defender la soberan�a de la naci�n.

A�os m�s tarde, luego de la traici�n y posterior golpe de estado al Presidente Cipriano Castro por su compa�ero de luchas y compadre, el General Juan Vicente G�mez, quien a partir de la segunda d�cada del Siglo XX, y con la clara intenci�n de aprovecharse de la figura del Libertador con fines pol�ticos, buscando de alguna forma legitimar su ya consolidada dictadura, mientras establec�a pactos con los seguidores de la Doctrina Monroe, inicio una campa�a por �recuperar� la memoria hist�rica de la Patria al cumplirse el primer centenario del ciclo de la Independencia de Venezuela, as� como de la vida y obra del Padre de la Patria, realizando obras de restauraci�n de sitios emblem�ticos como es el caso del ic�nico �Sam�n de G�ere� y de la hacienda de San Mateo, adem�s de la construcci�n de otros monumentos y plazas que bajo el lema �Uni�n, Paz y Trabajo�, acciones con las que pretendi� mitigar los �nimos y las acciones de los opositores a su gobierno y ganar adeptos, tocando la fibra hist�rico-patri�tica de los venezolanos.

Luego de la desaparici�n f�sica de G�mez y el fin de su larga dictadura de veintisiete a�os, se inici� un largo periodo de m�s de siete d�cadas, en donde la figura de Bol�var y de su doctrina en general, fueron relegados a los actos protocolares propios de la conmemoraci�n de su biograf�a, lo que en palabras del cantautor Al� Primera en la letra de su canci�n declamatoria: Canci�n Bolivariana, claramente expone: ��el Pueblo en su enga�o cree que la alta burgues�a va a llevarte flores al Pante�n Nacional cada aniversario de tu muerte; �y entonces a que van peque�o compatriota?; �A asegurarse de que est�s bien muerto Libertador�Bien muerto!� . Fueron a�os de gobiernos de una derecha entreguista y anti-bolivariana, en donde los venezolanos fueron inoculados con el veneno del capitalismo, el consumismo y un desapego por sus valores hist�ricos y su identidad nacional.

El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 y el renacer de la esperanza

Pero en medio de este oscuro panorama, de la �poca del �Puntofijismo�, Hugo Ch�vez, quien con un grupo de compa�eros de armas, fund� en 1982, el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), que en la clandestinidad y basados en los fundamentos e ideales de Sim�n Bol�var, Sim�n Rodr�guez (Samuel Robinson) y Ezequiel Zamora, conformaron un verdadero Ej�rcito Revolucionario, que diez a�os despu�s, se rebelaron contra el poder constituido y representativo de la derecha venezolana, e intentaron dar al traste con un gobierno que en virtud de la debacle econ�mica en el que se hallaba subsumido, hab�a entregado las arcas del pa�s (o lo que quedaba de ellas) al Fondo Monetario Internacional, incrementando el sufrimiento y las angustias de todo un pueblo que clamaba por un destino mejor.

El Movimiento fue develado y posteriormente derrotado, pero en la poblaci�n venezolana volvi� a nacer la motivaci�n, en aquel amanecer de la esperanza, un hombre, nieto del poco conocido para la �poca, Pedro P�rez Delgado �Maisanta� , con su altiva boina roja y un brazalete tricolor, le dec�a a sus compa�eros y al pueblo que: �Por ahora� no se lograban los objetivos planteados, pero que vendr�an nuevas situaciones y con el mayor acto de valent�a asum�a la responsabilidad de lo que se empezaba a conocer como el Movimiento Militar Bolivariano.��������

Para el a�o de 1999, con la llegada a la Presidencia de la Rep�blica, del Comandante Hugo Ch�vez Fr�as, toda esta estrategia de enterrar la figura de Bol�var y en general de toda la doctrina bolivariana, comenz� a cambiar y m�s que cambiar, a brillar con refulgente luz, la luz de la llama sagrada, que por doscientos a�os se neg� a apagarse, a pesar de los innumerables intentosque los enemigos del Libertador procuraron realizar, con la firme intenci�n de opacar el genio de su obra.

El Comandante Ch�vez, hombre preclaro y profundamente bolivariano, entendiendo que la situaci�n pol�tica, econ�mica y social que sobrellevaban tanto Venezuela como la gran mayor�a de los pa�ses de Latinoam�rica, era el resultado de la aplicaci�n sostenida y sistem�tica de un plan neoliberal de dominaci�n, que fundamentado en la Doctrina Monroe, conducido por los EE.UU., manten�a en un estado de sumisi�n a los pueblos del Continente y que s�lo un proyecto de integraci�n regional basado en el ideal bolivariano pod�a cambiar este triste panorama e impulsar un resurgir y consolidaci�n de todo nuestro potencial.

Fue as� como a partir de un in�dito y muy particular proceso constituyente, inici� un proyecto de refundaci�n de la patria venezolana, que rompi� con cuarenta a�os de una ineficiente democracia representativa, que hab�a mantenido �dormido� al pueblo venezolano, un plan estrat�gico que sumando a todos los factores de la sociedad, Hugo Ch�vez cual artista, comenz� a esculpir la magnanimidad de su obra pol�tica, que ten�a como prioridad el ser humano y su entorno social, de all� su intencionalidad se basaba en crear un �Hombre Nuevo�, tal y como lo se�alaba en los inicios de la Revoluci�n Cubana, el Comandante Ernesto �Che� Guevara: �Todos y cada uno de nosotros paga puntualmente su cuota de sacrificio, conscientes de recibir el premio en la satisfacci�n del deber cumplido, conscientes de avanzar con todos hacia el Hombre Nuevo que se vislumbra en el horizonte�. (Guevara, 1965, p. 22).

Pero el Comandante Ch�vez, sab�a que por m�s esfuerzo que hiciera, para sacar a Venezuela hac�a adelante, no lograr�a materializar el sue�o de Sim�n Bol�var sino incorporaba al resto de los pa�ses de la regi�n a un proyecto de integraci�n, cooperaci�n y complementariedad, que como lo dec�a el Libertador, nos uniera en nuestra diversidad y respetando nuestras soberan�as y fue entonces cuando, contando con el apoyo de Fidel Castro en Cuba, Rafael Correa en Ecuador, N�stor Kirchner en Argentina, Lula Da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Tabar� V�squez en Uruguay y el Comandante Daniel Ortega en Nicaragua, se comenz� a dar forma un proyecto regionalNuestroamericano�, que inclu�a la creaci�n de organismos de integraci�n, entre los que se cuentan: ALBA-TCP, UNASUR, CELAC, TELESUR, PETROCARIBE, entre otros, mecanismos que buscaban romper con los esquemas de dominaci�n que ven�a imponiendo por d�cadas EE.UU., subyugando la soberan�a y autodeterminaci�n de los pueblos latinoamericanos.

Como resultaba l�gico deducir, el imperialismo internacional, encabezado por los Estados Unidos de Norteam�rica, no se quedar�a de brazos cruzados ante esta afrenta a sus planes de dominaci�n y comenz� a atacar con mucha fuerza todas estas iniciativas de unidad Centro y Sudamericana, que atentaban contra sus intereses y la permanencia de su modelo capitalista y consumista en su principal �rea de influencia.

Pero Hugo Ch�vez investido de la moral y el esp�ritu del Bolivianismo, jam�s declin� en sus intenciones y apoyado en la correlaci�n de fuerzas progresistas que gobernaban en Am�rica Latina, empu�� nuevamente la espada del Libertador y ante cada arremetida del Monro�smo, respond�a con mayor fuerza, para hacer respetar nuestra originaria y ancestral determinaci�n de ser libres, independientes y soberanos.�����

La arremetida del Monro�smo contra la Revoluci�n y el Bolivarianismo

Desde la llegada al poder del Comandante Hugo Ch�vez Fr�as en el a�o 1999 y la aplicaci�n de medidas pol�ticas, econ�micas y sociales en favor de las mayor�as, que por d�cadas hab�an sido excluidas de los beneficios de la renta petrolera y subsumidas a altos niveles de pobreza, Venezuela y su gobierno, comenzaron a ser vistos con recelo por parte de los grandes emporios de poder en el mundo, que siempre hab�an tenido a al pa�s sudamericano, como una fuente segura y barata de materias primas, sin importar el desequilibrio que a lo interno carcom�a las bases de una sociedad, cada vez m�s pobre, m�s desigual y m�s alejada del desarrollo.

Por supuesto que al irse materializando los anhelos de autodeterminaci�n y la diversificaci�n de las relaciones internacionales de Venezuela con un mundo pluripolar y multic�ntrico, en donde destacaban nuevos acercamientos con pa�ses como Rusia, China, Bielorrusia, Ir�n, entre otros, fue despertando las alarmas del imperialismo internacional, orquestado por el Gobierno de los Estados Unidos de Norteam�rica, que nunca ha estado dispuesto a permitir la intromisi�n de naciones fuera del Continente, en su �rea de influencia en Am�rica Latina, muy al estilo de la tristemente c�lebre, doctrina Monroe.����

Venezuela de la mano del Comandante Ch�vez y posteriormente del Presidente Nicol�s Maduro, fue generando un gran nivel de liderazgo, sobretodo en el concierto de naciones de los llamados pa�ses no alineados, que al igual que Venezuela, buscan el despertar de sus pueblos, guiados por gobiernos progresistas, capaces de enfrentarse a los designios del imperialismo y de esta forma salir del atraso y la pobreza a los que fueron relegados por el capitalismo mundial.

Estas acciones en contra del poder constituido en el mundo, despertaron los �demonios� y desde las diferentes administraciones de la Casa Blanca, comenzaron los ataques en contra la Revoluci�n Bolivariana, los cuales se acentuaron durante el Gobierno Barack Obama, quien poco antes de terminar su segundo mandato en 2015, declar� a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria de los EE.UU. y posteriormente con la llegada de Donald Trump al poder, los ataques fueron decantando en una verdadera guerra hibrida, marcada por una serie de embargos financieros y sanciones econ�micas ilegitimas y unilaterales, que han buscado doblegar la voluntad de lucha del pueblo venezolano y su gobierno constitucional.

Pero gracias al juego estrat�gico de las alianzas internacionales, establecidas entre Venezuela y otros polos de poder distintos a la hegemon�a capitalista mundial, durante el gobierno del Comandante Hugo Ch�vez y afianzadas durante el periodo gubernamental del Presidente Nicol�s Maduro, han colocado al pa�s en el centro de la turbulencia geopol�tica actual, en donde los intereses imperialistas por la obtenci�n de recursos materiales y energ�ticos, ha encontrado una f�rrea resistencia por parte del grupo de pa�ses no alineados, apoyados por las potencias emergentes, principalmente porla Rep�blica Popular China y la Federaci�n Rusa.

Ante este escenario, comenzaron a surgir algunas interrogantes dignas de un profundo an�lisis, m�s a�n si se toman en consideraci�n las ciertas acciones realizadas por la administraci�n de Donald Trump, entre las cuales la m�s notoria fue la retirada de EE.UU. del acuerdo de no proliferaci�n de misiles de mediano alcance, que pudiese tomarse como un movimiento t�ctico previo a la promoci�n y ejecuci�n de un conflicto nuclear con su archirrival ruso, el cual tendr�a como teatro de la guerra al continente europeo y para lo cual la obtenci�n de petr�leo barato y constante apuntar�a a un ataque focalizado contra Venezuela, a fin de destruir la organizaci�n interna del Estado-Naci�n y apoderarse de los recursos energ�ticos de la naci�n bolivariana, a semejanza como lo hicieron en el pasado reciente contra pa�ses �Tanques� como es el caso de Irak, Libia o Siria.

En un intento por materializar el logro de sus objetivos, el imperio norteamericano ha desatado una serie de acciones, que solo buscan la desestabilizaci�n del gobierno y el establecimiento de un gobierno t�tere que favorezca sus intenciones de hacerse del control de los grandes yacimientos de petr�leo y otros minerales estrat�gicos que yacen en el subsuelo venezolano, entre estas acciones podemos mencionar:

a.       La campa�a mundial de descr�dito en contra de la Revoluci�n Bolivariana.

b.      El apoyo a la �autoproclamaci�n� del Presidente de Asamblea Nacional, como presidente interino o encargado, bajo el desconocimiento de las elecciones presidenciales de 2018 y la supuesta usurpaci�n del cargo por parte del Presidente Nicol�s Maduro.

c.       La apropiaci�n ilegal de los activos de PDVSA en el exterior, entre ellos CITGO en Estados Unidos o Mon�meros en Colombia.

d.      La promoci�n y financiamiento de grupos paramilitares en el territorio venezolano.

e.       Los intentos de Magnicidio contra el Presidente de la Rep�blica Bolivariana de Venezuela Nicol�s Maduro.

f.       Los reiterados ataques a los servicios p�blicos, para generar un clima de ingobernabilidad.

g.      La constante amenaza de intervenci�n militar armada contra Venezuela, con el apoyo de pa�ses sat�lites, principalmente Colombia, Brasil y Guyana.

Es importante reconocer que, a pesar de la intensidad y continuidad de los ataques perpetrados por Estados Unidos contra Venezuela, desde todos los frentes conocidos (excepto el militar), el imperio norteamericano se ha encontrado con un pueblo fortalecido y en resistencia, que en ning�n momento ha dudado en apoyar a sus autoridades leg�timamente constituidas y que, aunado al hecho de haber establecido importantes alianzas internacionales, el crecimiento de la consciencia pol�tica del pueblo, desde la llegada del Comandante Hugo Ch�vez en el a�o 1999 hasta la actualidad, han sido determinantes para la derrota del imperio en sus pretensiones en contra de la naci�n venezolana.

Si hacemos una mirada retrospectiva, a la correlaci�n de fuerzas pol�ticas en Latinoam�rica en los �ltimos veinte a�os, podemos darnos cuenta, que solo en los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en el resto de los pa�ses de la regi�n, los ataques del imperialismo mundial han encontrado tierra f�rtil para la siembra de sus proyectos neocolonialistas.

Es as� como podemos observar como a trav�s de la aplicaci�n de maniobras semejantes a las implementadas contra Venezuela, Estados Unidos y sus lacayos internos han logrado forzar cambios de reg�menes progresistas por gobiernos proclives a los intereses imperiales, tal es el caso de Brasil, Ecuador, Paraguay, El Salvador, y en el a�o 2019 en Bolivia con el Golpe de Estado contra el hermano Presidente Evo Morales, que un a�o despu�s fue derrotado por las fuerzas populares bolivianas en elecciones libres, una lecci�n que quedar� para la historia como el resultado de la acci�n de la consciencia de un pueblo que est� resuelto a ser libre.

En todos estos casos, sumado al hecho de establecer un control pol�tico y econ�mico en estos pa�ses, EE.UU. tambi�n ha venido desarrollando una estrategia de aislamiento de Venezuela en la regi�n, al obligar a los gobiernos de estos pa�ses, a separarse de mecanismos de integraci�n, que en otrora se impulsaron desde la naci�n bolivariana hacia buena parte del Continente, como lo son el ALBA-TCP, la UNASUR, PETROCARIBE y la CELAC.

Por supuesto que, ante todas estas acciones, ha privado siempre la consciencia del pueblo y m�s all� de las medidas coercitivas implementadas desde las diferentes administraciones de Washington, fundamentadas en la Doctrina Monroe, contra muchas de las naciones al Sur del R�o Grande, han tenido un peso fundamental todas las estrategias emprendidas por l�deres progresistas como fue el caso del Comandante Hugo Ch�vez, que basados en el ideal Bolivariano, supo diversificar y fortalecer las relaciones internacionales, generando la creaci�n de un mundo pluripolar y multic�ntrico, en apoyo a la Revoluci�n Bolivariana y que a su vez han servido de inspiraci�n para todos aquellos movimientos en el mundo que abogan por un mundo m�s justo y equilibrado.

 

Conclusi�n

En el a�o 2013, el Comandante Hugo Ch�vez parti� hacia un sitial de honor en el universo de los inmortales de la patria y desde entonces, Nicol�s Maduro acept� el reto de darle continuidad al Proyecto Bolivariano y sorprendiendo a propios y extra�os, sobre todo a quienes lo desestimaron pol�ticamente, ha venido demostrando su gran capacidad para conducir los destinos del pa�s sudamericano, coloc�ndose a la altura de las exigencias propias del cargo y de la alt�sima responsabilidad que su Padre Pol�tico le encomend�.

Sabemos que la lucha del Bolivianismo contra el Monro�smo, no ha terminado y muy por el contrario pareciera que amenaza con acrecentar su accionar con el pasar de los a�os, ya que, los Estados Unidos de Norteam�rica. en su af�n de apropiarse de los recursos materiales y energ�ticos que necesitan para sostener su aparato consumista, no se detendr� hasta satisfacer sus necesidades, en la mayor�a de los casos con la aplicaci�n de medidas pol�ticas, econ�micas y hasta militares, para coercitivamente hacerse de bienes de los pueblos libres que siguen luchando por el respeto a sus ideales de libertad, soberan�a y autodeterminaci�n.

En atenci�n a lo anterior, es importante se�alar que, en el marco de la lucha contra la recolonizaci�n emprendida por EE.UU. bajo las banderas de la Doctrina Monroe, se plantea la necesidad de establecer en los pueblos de Nuestra Am�rica, una geopol�tica internacional �Liberadora�, fundamentada en el Bolivarianismo y con el Socialismo del Siglo XXI, como plan de acci�n y motor principal de los cambios necesarios, que permitan impulsar y consolidar la construcci�n de un mundo Multic�ntrico y Pluripolar que desde nuestros pa�ses (primero en la regi�n y posteriormente en el mundo), se conforme en centros o polos de poder, que le ofrezcan a todos los pa�ses de la denominada �periferia� y que todav�a est�n subsumidos en la dependencia (pol�tica, econ�mica, industrial o tecnol�gica), la oportunidad de alcanzar niveles de independencia, soberan�a y autodeterminaci�n, que los lleven en condiciones de igualdad, y poder as� alcanzar el desarrollo integral de sus pueblos.������

Es por esta raz�n que, en la conciencia de los hombres y mujeres de bien, que hemos asumido al Bolivarianismo, como raz�n de vida y gu�a de actuaci�n, debemos entender que, ante cada arremetida del imperialismo, solo nos queda empu�ar con mucha fuerza la espada de Bol�var, para qu�, con la fuerza moral de su esp�ritu indomable, sigamos librando las batallas por preservar nuestro leg�timo derecho a la autodeterminaci�n y la independencia de los pueblos de la Patria Grande que el so�� y que nosotros estamos obligados a construir y defender.

 

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� 2021 por los autores. Este art�culo es de acceso abierto y distribuido seg�n los t�rminos y condiciones de la licencia Creative Commons Atribuci�n-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)

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