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Estudio de caso sobre el proceso de duelo y las p�rdidas emocionales en adolescentes
Case study on the grieving process and emotional losses in adolescents
Estudo de caso sobre o processo de luto e perdas emocionais em adolescentes
Miguel Andr�s Albuja-Mesa I
miguelalbujamesa@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-3320-8006
Ver�nica �valos-Arias II
maria.veronica.avalos@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0003-1564-4928
����������������������������������� Correspondencia: miguelalbujamesa@hotmail.com ����������������������������������
Ciencias de la Salud
Art�culo de revisi�n
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*Recibido: 30 de enero de 2021 *Aceptado: 17 de febrero de 2021 * Publicado: 20 de marzo de 2021
I. Pontificia Universidad Cat�lica del Ecuador, Facultad de Psicolog�a, Quito, Ecuador.
II. Psic�loga Cl�nica, Especialista en Orientaci�n Familiar Integral,� Hospital de Especialidades Portoviejo, Portoviejo, Ecuador.� �
Resumen
El resultado que se presenta en el presente art�culo fue derivado de un estudio de caso que se realiz� en un centro de atenci�n psicol�gica, el cual lleg� a establecerse a partir de la intervenci�n directa en sesiones de trabajo. Para ello, se requiri� de un diagn�stico, elaboraci�n de instrumentos y t�cnicas que fueron aplicadas y bajo el seguimiento, sistematicidad y an�lisis se lleg� a un resultado parcial significativamente importante.� Desde esa perspectiva el estudio se fundamenta desde el punto de vista te�rico � conceptual en los par�metros de la psicoterapia breve. El objetivo fundamental trazado es la revelaci�n y la evidencia en los pacientes la presencia y relaci�n de un conflicto de duelo que se ha mantenido latente, as� como las repercusiones que se manifiestan como impropias a �l en su cotidianidad. Desde esta perspectiva, el diagn�stico de duelo focaliza tal hip�tesis debido a la corta duraci�n del proceso en s�, y a partir de ello, se propone un trabajo construido sobre la base de conocimientos especializados acerca de la tem�tica. Es de destacar que un duelo no resuelto puede evidenciarse con s�ntomas que aparentemente no se relacionan con la persona fallecida. De igual forma, la manifestaci�n de este proceso de duelo, es variable en cada sujeto, de acuerdo a sus configuraciones personol�gicas y sus condiciones diversas, por lo que tambi�n el desconocimiento de la situaci�n y todo lo que alrededor emerge puede suponer el fin del proceso.
Palabras clave: Psicoterapia breve; duelo; neurosis; latente.
Abstract
The result presented in this article was derived from a case study that was carried out in a psychological care center, which was established through direct intervention in work sessions. For this, a diagnosis was required, elaboration of instruments and techniques that were applied and under the follow-up, systematicity and analysis, a significantly important partial result was reached. From this perspective, t he study is based from the theoretical-conceptual point of view on the parameters of brief psychotherapy. The main objective outlined is the revelation and evidence in patients of the presence and relationship of a grieving conflict that has remained latent, as well as the repercussions that are manifested as inappropriate to it in their daily lives. From this perspective, the diagnosis of grief focuses on this hypothesis due to the short duration of the process itself, and based on this, a work built on the basis of specialized knowledge about the subject is proposed. It is noteworthy that an unresolved grief can be evidenced by symptoms that apparently are not related to the deceased person. In the same way, the manifestation of this grieving process is variable in each subject, according to their personological configurations and their various conditions, so that ignorance of the situation and everything that emerges around it can mean the end of the process.
Keywords: Brief psychotherapy; duel; neurosis; latent.
Resumo
O resultado apresentado neste artigo foi derivado de um estudo de caso realizado em um centro de atendimento psicol�gico, estabelecido por meio de interven��o direta em sess�es de trabalho. Para isso, foi necess�rio um diagn�stico, elabora��o de instrumentos e t�cnicas que foram aplicadas e, no �mbito do acompanhamento, sistematicidade e an�lise, chegou-se a um resultado parcial significativamente importante. Nessa perspectiva, o estudo fundamenta-se do ponto de vista te�rico-conceitual nos par�metros da psicoterapia breve. O principal objetivo delineado � a revela��o e evidencia��o nos pacientes da presen�a e da rela��o de um conflito de luto que se manteve latente, bem como das repercuss�es que se manifestam como inadequadas a ele em seu cotidiano. Nessa perspectiva, o diagn�stico do luto centra-se nessa hip�tese devido � curta dura��o do pr�prio processo e, a partir disso, prop�e-se um trabalho constru�do com base em conhecimentos especializados sobre o assunto. Ressalta-se que um luto n�o resolvido pode ser evidenciado por sintomas aparentemente n�o relacionados � pessoa falecida. Da mesma forma, a manifesta��o desse processo de luto � vari�vel em cada sujeito, de acordo com suas configura��es personol�gicas e suas diversas condi��es, de modo que o desconhecimento da situa��o e de tudo o que dela emerge pode significar o fim do processo.
Palavras-chave: Psicoterapia breve; duelo; neurose; latente.
Introducci�n
Una paciente (adolescente tard�a que cursa estudios en la universidad y que para los efectos del estudio posee el nombre ficticio de Patricia) se encuentra cursando actualmente estudios universitarios, acude al �rea de psicolog�a ya que dice presentar muchos conflictos en la relaci�n con sus compa�eros de estudio y con sus familiares. Refiere las m�ltiples relaciones conflictivas que ella mantiene con sus convivientes que son su madre, su abuela y su hermana. Adem�s, menciona que los mismos conflictos se presentan con su padre, quien no vive con ella.
Los conflictos en casa menciona que siempre los ha padecido, al menos desde que muri� su abuelo, pero ahora, ese contexto de conflictos tambi�n los presenta en la universidad, por lo que la angustia en ella se ha vuelto abrumadora.
Tambi�n es de destacar que estas son las �nicas dos locaciones en las que se desenvuelve el sujeto, puesto que su madre no le permite salir con nadie, ni realizar alguna actividad aparte de las que de forma com�n ocurran en estos dos lugares. De todas estas relaciones afectivas de su vida se pone especial atenci�n en dos figuras que aparecen en su discurso: su madre y su difunto abuelo materno.
Su madre es mencionada reiteradamente; su abuelo en cambio aparece de modo insignificante, aparentemente, pero cuando lo hace, intenta de inmediato cambiar el tema a pesar de que el llanto se hace presente.
En la corta referencia hacia �l, dice �era un padre para m�; sin embargo, cuando se le indaga sobre el siniestro, no recuerda la fecha y menciona �pudo haber sucedido hace uno o cinco a�os�. Adem�s, no asisti� al funeral, lo cual ha sido raz�n para que los miembros del hogar la rega�en si la ven llorar por �l.
Cabr�a preguntarse si: �es posible que sean los conflictos en la relaci�n que tiene con sus compa�eros de clase y con su familia, consecuencia de un duelo no resuelto del abuelo?
Una represi�n de estas magnitudes en el propio proceso de formaci�n y desarrollo de su personalidad, a partir de un sucedo de tal proximidad, es un indicio que sugiere que el s�ntoma puede estar relacionado a ello.
Por ende, se plantea la hip�tesis de un duelo no resuelto con su abuelo. Sustentado hipot�ticamente, en la representaci�n de la figura paterna del abuelo, en el reconocimiento de la incapacidad de su estructura neur�tica en desasirse de la relaci�n con el objeto, y en la hip�tesis del reconocimiento del duelo como estructural.
El marco institucional en el que se presenta el caso, obliga a que la intervenci�n se atenga a la condici�n de seis sesiones, por lo que la intervenci�n desde la psicoterapia breve, orientada desde los aportes psicoanal�ticos principalmente, resulta apropiada.
A partir de ella, se focaliza la hip�tesis a trabajar, y los recursos propuestos para el duelo, se utilizan con el cuidado de no abordarse el tema de forma inmediata, sino paulatinamente y con la debida sistematicidad y tacto que el caso requiri�, puesto que puedo resultar en el abandono del proceso terap�utico.
En el tema tratado, no estuvieron exentos los requeridos fundamentos y sustentos te�ricos en los que diversos expertos e investigadores tanto cl�sicos como actuales, que han aportado muchos resultados, como por ejemplo Freud y Lacan, adem�s de las teorizaciones sobre la psicoterapia breve de Braier. Boxaca y Lutereau, que aportan cualitativamente con sus puntualizaciones sobre la cl�nica, y ya en relaci�n del duelo, las tareas propuestas por Warden resultaron de mucha utilidad.
Datos e identificaci�n del paciente
Sexo: Femenino. Edad: 18 a�os. Fecha de nacimiento: 24/06/1997. Escolaridad: En curso de estudios superiores- Nacionalidad: Ecuatoriana- Nivel Socio Econ�mico: Medio-alto, a partir de estos datos principalmente : Instrucci�n del Jefe de Casa: Postgrado Vivienda: Propia.�
Familiograma y din�mica familiar
El hogar de la paciente est� habitado por 4 mujeres, tal como se evidencia en el gr�fico # 1. Ella mantiene relaciones conflictivas con todas ellas, incluso con su padre quien no vive en el hogar. Tal situaci�n no sucede con su hermana quien maneja relaciones de armon�a con las dem�s integrantes, excepto por su puesto con la paciente. Como se ha mencionado, el miembro del hogar con quien se manten�a una buena relaci�n era con su difunto abuelo. Cabe destacar tambi�n, que hab�a una relaci�n muy conflictiva entre el abuelo y la madre de la paciente. Adem�s, se est� en presencia de una familia disfuncional donde la figura paterna est� ausente, la comunicaci�n posee falencias que dificultan los procesos de identificaci�n, soluci�n y toma de decisiones ante los diversos conflictos. Los padres de ella viven separados hace varios a�os, en la cual el proceso de separaci�n tuvo sus inconvenientes en cuanto a condiciones de separaci�n, sin embargo ellos mantienen conversaciones acerca de su hija de forma sistem�tica; en correspondencia la paciente menciona que lo hacen para criticarla.
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Grafica 1: Esquema de relaciones entre los miembros de la familia.
Fuente: Elaboraci�n de los autores. �
Motivo de la consulta
Ha tenido referencias del centro donde se brinda atenci�n psicol�gica por publicidad de la universidad, y es ella quien decidi� acercarse. La demanda inicial de la paciente se refiere al estr�s provocado por las conflictivas relaciones con los dem�s: �estoy estresada porque estoy peleando mucho con mis amigos y mi familia� plante� la paciente. Sin embargo, desde la primera entrevista, este tema queda a un lado r�pidamente y el hablar sobre el abuelo le resulta bastante dif�cil, por lo que se plantea una demanda latente relacionada con ello.�
Posible diagn�stico y justificaci�n
La paciente relat� constantemente el malestar que le provocan las relaciones conflictivas que mantiene con los miembros de su familia, y �ltimamente, con sus compa�eros de estudio. Hay un �nfasis significativo en la relaci�n que mantiene con su madre, ya que dice es la que m�s angustia le causa; la madre es para la paciente una autoridad restrictiva qui�n no le permite tener ning�n acceso a la vida social o de pareja. Es por ello, que la cotidianidad de la paciente se da exclusivamente en dos locaciones: su hogar y la universidad.
Sin embargo, el enraizamiento del discurso en lo que dice acerca de su madre y de los dem�s se sobrepone al s�ntoma m�s angustiante. Boxaca y Lutereau se han referido a ello como la �ego-sinton�a� del s�ntoma, una caracter�stica funcional del mismo que ocurre en los primeros encuentros terap�uticos (Boxaca & Lutereau, 2013), en la cual el sujeto no da cuenta que lo padece, es decir, no es consciente del padecimiento que m�s angustia; en palabras de Lombardi �conoce el s�ntoma, pero no se reconoce en �l� (Lombardi, 2008, p�g. 212).
La paciente demanda atenci�n por el estr�s que le generan los conflictos que tiene con los dem�s, pero en el espacio cl�nico solloza en desconsuelo al hablar sobre el tema del abuelo en particular.�
Para continuar, es imperante aclarar dentro de qu� par�metros se est� considerando un s�ntoma como tal, y es que, su formulaci�n se la piensa �no como un indicador de patolog�a para asignarle un nombre y una clasificaci�n, sino como una palabra a ser escuchada y donde se le interrogue al propio sujeto sobre los posibles significados que �l pueda reconocer� (Barahona, 2015, p�g. 47).
Tal definici�n es una postura que nace del planteamiento freudiano en la que se reconoce al s�ntoma como una formaci�n de compromiso entre instancias ps�quicas (Freud, 1917-2000); al ser as�, se considera s�ntoma del paciente, el padecimiento sobre el evento relacionado a la muerte de un ser querido, el cual provoca un sollozo desconsolado y una angustia evidentemente abrumadora.
La paciente presenta un duelo no elaborado a partir del fallecimiento de su abuelo, quien menciona representaba para ella una figura paterna. Este ha sido definido como �la reacci�n frente a la p�rdida de una persona amada o de una abstracci�n que haga sus veces� (Freud, 1915-2000, p�g. 241)
A partir de su frase ��l era un padre para m�, el discurso y criterio directo de la paciente enmarca lo que representaba la presencia de su abuelo. Esta connotaci�n expresa que qui�n ha fallecido es ese al que se le ha dado el estatuto de padre; un estatuto, que como expone Dor, a modo de met�fora, es ocupado por quienes sean embajadores representantes en la tierra extranjera madre-hijo : �(�) la entidad paterna que captamos parece corresponder tan s�lo a una pura representaci�n simb�lica. Como tal, esta funci�n se encuentra as� potencialmente abierta a todo �agente diplom�tico� de la realidad� (Dor, 1989, p�g. 13). Una representaci�n de figura paternal asumida, como plante� adem�s Lacan por quien intervenga como tercero en la mediaci�n del deseo madre-hijo (Lacan, 1958-1999).
Lo expresado como contenido del discurso de la paciente acerca de su abuelo es una reproducci�n de la relaci�n que ella mantiene con el objeto, el cual se define como �aquello en lo cual y mediante lo cual la pulsi�n busca alcanzar su fin, es decir cierto tipo de satisfacci�n. Puede tratarse de una persona o un objeto parcial, de un objeto real o de un objeto fantaseado� (Laplanche & Pontalis, 2004, p�g. 270). Adem�s, menciona Freud, que el desasimiento de un objeto puede resultar de gran dificultad cuando se ha establecido un lazo �ntimo con la pulsi�n (Freud, 1915-2000), y para la paciente, la p�rdida de su abuelo es la p�rdida de un objeto tal, pues en sus relatos, deja entrever cuan estrecho era su v�nculo con �l: �yo solo pasaba feliz cuando estaba con �l�.
Tal dimensi�n de la angustia sintom�tica sobre el abuelo devela en la paciente una cuesti�n estructural, y es que, tal posicionamiento frente al objeto es una expresi�n neur�tica. Nasio define al neur�tico como �aquel que hace todo lo necesario para no gozar en lo absoluto; y est� claro, una manera de no gozar en lo absoluto es gozar poco, es decir, realizar parcialmente el deseo� (Nasio, 1993, p�g. 44). Es as� que la infortunio de la paciente no es solamente sobre el difunto abuelo sino sobre su madre, su hermana, su abuela, y toda persona de su cotidianidad; esto no resta importancia en lo absoluto al hecho de que ella se encuentra y ha pasado por un proceso de sufrimiento intenso, y que ha decidido asistir a un espacio psicol�gico que pueda responder a esa demanda.
Adem�s, otra expresi�n neur�tica se pone en evidencia en el proceso de las sesiones y las entrevistas que se les realizaron; esta va en relaci�n al evento mortuorio en s�, y es que, a pesar de que el recuerdo del deceso del abuelo de la paciente es un hecho que la conmociona de sobremanera, en su consciencia no afloran los datos del c�mo y cu�ndo sucedi�. Tales olvidos, son resistencias esperadas dentro del espacio cl�nico y develan algo acerca del sujeto que las presenta, en referencia a esto Freud mencion� �El proceso pat�geno que la resistencia nos revela ha de recibir el nombre de represi�n� (Freud, 1916-2000, p�g. 269); mecanismo ps�quico propio a la estructura neur�tica (Freud, 1895-2000).
Por ello, es importante un pre�mbulo para la intervenci�n, en el cual se reconozca el trabajo a realizar en un duelo como el de la paciente. Boxaca & Lutereau proponen �el duelo es estructural (y estructurante), pudiendo instanciarse de distintas maneras en los diversos casos concretos que la cl�nica presenta� (Boxaca & Lutereau, 2013, p�g. 86). A partir de aquello, se reconoce el duelo en la paciente, como algo que sin ofrecerse abiertamente al trabajo terap�utico se encuentra instaurado, por lo que resulta necesario ponerlo en acto. Las consideraciones de Soler proponen una trasmutaci�n de concepciones pasadas sobre el efecto como consecuente del duelo (Soler, 2011), se� menciona sobre ello �contra la concepci�n del �afecto-efecto�, Soler propone pensar el �afecto-acto�, al encontrar en el duelo un modelo propio de la experiencia anal�tica� (Boxaca & Lutereau, 2013, p�g. 89); y as�, se propicia el trabajo en torno al mismo ya que, como considera el mismo autor, �el acto del duelo puede ser una v�a de detener la manifestaci�n del acting out� (Boxaca & Lutereau, 2013, p�g. 92).
Aunque se intent� poner en acto el duelo de la paciente mediante la elaboraci�n de una carta a su difunto abuelo, tal acci�n comprometi� significativamente el proceso terap�utico, puesto que no se tom� en cuenta la particularidad de la temporalidad vivida de un duelo en cada sujeto. Como menciona Bauab �el atravesar un duelo exige considerar una multiplicidad de tiempos, ya que no solo incumbe a un desarrollo cronol�gico sino que tambi�n ata�e a una l�gica en la que se distinguen tiempos de posicionamiento subjetivo� (Bauab, 2001, p�gs. 21-22). Esta fue una t�cnica que no amerit� usarse, ya que a partir de la propuesta de su realizaci�n, la paciente no volvi� al espacio cl�nico.
Selecci�n, justificaci�n y explicaci�n del tratamiento m�s adecuado
A partir del diagn�stico realizado con basamentos psicoanal�ticos expuesto anteriormente, se pretende seleccionar el tratamiento m�s adecuado; pero, cabe reiterar que la intervenci�n a proponer debe estar ubicada dentro del marco psicol�gico impuesto por la instituci�n donde se atendi� el caso de a paciente, el cual est� regido a un m�ximo de seis sesiones. En tal caso, fue propicio que el tratamiento estuviera en concordancia con las normas institucionales, pues lo que se pretende no es una reforma de las mismas, sino un modo m�s pertinente y �tico de respuestas frente a la demanda de un paciente: una intervenci�n profesional psicol�gica frente a un duelo no manifiesto en un l�mite de seis sesiones.
As� introduce Freud en uno de sus textos la problem�tica planteada� en torno a la duraci�n de un proceso de terapia psicoanal�tica, en la misma que expone, entre otras cosas, los intentos de abreviaci�n de los procesos cl�nicos que �l mismo realiz�: �el librar a un ser humano de sus s�ntomas neur�ticos, de sus inhibiciones y anormalidades de car�cter, es un trabajo largo� (Freud, 1937-2000, p�g. 219).
El tratamiento psicol�gico presente, es sin dudas uno de estos intentos de abreviaci�n terap�utica en el que se posee un n�mero considerablemente menor de sesiones al de una psicoterapia o un an�lisis per se. En otro de sus textos, Freud expone la necesidad de abarcar a un mayor n�mero de poblaci�n, sobre la base del tratamiento de sus neurosis por los l�mites que pueda presentar la t�cnica: �Frente a la magnitud de la miseria neur�tica que padece el mundo y que quiz� pudiera no padecer, nuestro rendimiento terap�utico es cuantitativamente insignificante� (Freud, 1918, p�g. 26). Por lo cual, resulta significativo el establecimiento de un nexo (fundamentaci�n te�rica) que pudo servir para enlazar la diagnosis psicoanal�tica con una intervenci�n regida a los l�mites se�alados anteriormente. Las conceptualizaciones sobre la psicoterapia breve son las que ayudaron a realizar este pase te�rico- pr�ctico.�
La psicoterapia breve trata de �una resoluci�n parcial o incompleta, consistente en la producci�n de ciertos cambios din�micos en los conflictos� (Braier, 1999, p�g. 31). Adem�s se destaca este proceso como �una t�cnica dirigida fundamentalmente al insight� (Braier, 1999, p�g. 26), por lo cual, la intervenci�n para el presente caso tuvo en cuenta el establecimiento de ciertos objetivos que permitieron su desarrollo, en relaci�n a la hip�tesis focalizada. Al evidenciar la angustia que le produce el tema elegido, y de expresar a trav�s de su discurso la represi�n denunciante de un s�ntoma al respecto, el proceso de corta duraci�n se enfoc� en dos objetivos espec�ficos:
� Brindar contenci�n frente a la angustia generada por la situaci�n actual
� Hacer posible la comprensi�n en la paciente de que la demanda latente presenta un foco subyacente inconsciente que puede ser su g�nesis�
Para la consecuci�n de dos metas fundamentales:
� Alivio de la angustia generada en este momento de su vida
� La realizaci�n mediante las intervenciones de un insight en la paciente, en el que ella pueda dar cuenta de que su demanda manifiesta est� relacionada con el tema del abuelo que no ha sido tratado.
En cuanto la intervenci�n, la presente tuvo una orientaci�n psicoanal�tica, aunque dado el caso, se sirvi� en determinados momentos de conceptos de otras escuelas psicol�gicas; Braier menciona �dentro de ciertos l�mites, es v�lido acudir a distintos modelos te�ricos, que puedan sernos �tiles para comprender distintos fen�menos o pacientes� (Braier, 1999, p�g. 24). Asimismo, Bellak propone �esta orientaci�n psicoanal�tica no excluye un sistema te�rico�en lo que insisto es en entender al paciente desde todos los puntos de ventaja, tan completamente como sea posible� (Bellak, 1986, p�g. 4). Por ello, como primer punto para la intervenci�n en el caso de la paciente es fundamental la focalizaci�n del problema, la misma que consiste en enfocarse �hacia determinada problem�tica del paciente� (Braier, 1999, p�g. 43). Es as� que:
1. Al cabo de la primera sesi�n se le solicit� a la paciente que para la pr�xima sesi�n eligiera un tema espec�fico a tratar en el espacio cl�nico, el cual fue la muerte de su abuelo.
Focalizado el problema, las elaboraciones te�ricas de Worden resultan un gran aporte en consonancia con el estudio realizado, los cuales se han centrado de sobremanera en el trabajo con el duelo. Al basar fundamentalmente sus estudios, en los aportes psicoanal�ticos donde se proponen tareas para afrontar el duelo; por lo que menciona �Las tareas, por otra parte, son m�s acordes con el concepto de Freud del trabajo del duelo e implican que la persona ha de ser activa y puede hacer algo� (Worden, 1997, p�g. 60). Estas tareas encajaron perfectamente en la intervenci�n del caso por lo que, en el propio contenido de la psicoterapia breve, fueron propuestas como un programa de intervenci�n temporal limitado (Worden, 1997). Las mismas est�n basadas en ciertos principios a partir de los cuales se propone :
2. Las indagaciones sobre el deceso deben ser sondeos donde en una primera instancia es de importancia significativa el diagn�stico, ya que el abordaje abrupto del tema supone una resistencia inminente. Por lo tanto, los primeros encuentros terap�uticos se dirigir�n sobre la base a estas preguntas:
o �Puedes hablar con alguien de la muerte de tu abuelo?
o �En tu casa se habla acerca de ello?
o �D�nde estabas cuando te enteraste?
o �C�mo fue el funeral?
o �Qu� recuerdos tienes de tu abuelito?
3. Menciona Worden la importancia de expresar sentimientos que se �etiquetan como disf�ricos� (Worden, 1997, p�g. 71). Entre ellos, el enfado es el m�s evidente en el paciente, puesto que lo expresa en el discurso en relaci�n a sus compa�eros de clase y los miembros de su familia. �Muchas personas no admitir�n los sentimientos de enfado si se indaga directamente sobre ellos� (Worden, 1997, p�g. 72), por lo que se debi� intervenir de esta manera:
o Como pre�mbulo, preguntar: �qu� es lo que hechas de menos de tu abuelo?
o Seguido de: �Hay algo que quiz� no hechas de menos de tu abuelito?
En cuanto a la tristeza, la paciente comenta que cuando llora por su abuelo en casa, se le reprocha, lo cual la inhibe de manifestar dolor por su abuelo. Por ello, dentro del proceso de intervenci�n es importante normalizar los sentimientos que ella pudiera manifestar, y adem�s, como menciona Simos �simplemente llorar no es suficiente. Se necesita ayuda para identificar el significado de las l�grimas, y este significado cambiar� (Simos, 1979, p�g. 89). Para ello, las intervenciones deben ir encaminadas a reconocer el espacio cl�nico donde se encuentra y en la normalizaci�n de tales expresiones de dolor:
� En este espacio no se te impedir� la manifestaci�n de cualquier sentimiento hacia tu abuelo, el llorar a alguien que se quer�a es algo esperado ante su fallecimiento.
4. El duelo que no se manifiesta es un s�ntoma que se mantiene latente sin develarse por completo, por lo cual es muy importante que se reconozca para un ulterior tratamiento, que primero debe ser reconocido en importancia por el propio paciente. Para ello, es tarea fundamental del psic�logo:
o En la sesi�n de cierre, o previo a ello, enunciar la hip�tesis diagn�stica sobre la relaci�n de que el duelo no tratado sobre su abuelo afecta en dem�s �reas, por lo cual, es apremiante que se acuda a un espacio donde el duelo tal sea puesto en consideraci�n como un s�ntoma a tratar, y que debe ser sostenido por un trabajo profesional prolongado.
o De igual manera, es importante que en estas �ltimas sesiones se incite a la paciente a elaborar una carta, medio por el cual, se puede traer a colaci�n el duelo del abuelo, �llevar un diario explicando la experiencia del duelo o escribir poes�a tambi�n puede facilitar la expresi�n de sentimientos y dar significado personal a la experiencia de la p�rdida� (Worden, 1997, p�g. 83).
Cabe destacar que a lo largo del proceso, fue fundamental los niveles de relaci�n y acercamiento con el paciente. Al respecto, Balarezo enfatiza esta cualidad como com�n a todo encuentro terap�utico, y la califica adem�s como el �establecimiento de una relaci�n positiva� (Balarezo L. , 1998, p�g. 13). Asimismo, la ubica como labor intencional del psic�logo: �esta condici�n de confianza, tranquilidad, comodidad, solidaridad y libertad en la que debe sentirse el paciente es establecida por el terapeuta� (Balarezo L. , 1995, p�g. 23).
Adem�s, es importante enfatizar que en la multiplicidad de recursos terap�uticos utilizados por la psicoterapia breve (Braier, 1999), la t�cnica narrativa es la de mayor importancia en el caso con la paciente del estudio realizado, y esto dada la naturaleza del duelo, que conscientemente se lo pretend�a reprimir, pero en el inconsciente permanec�a latente.
Las t�cnicas a utilizar tales como dibujos, s�mbolos o role plays fueron de mucha importancia y v�lidas dentro del proceso (Worden, 1997), pero debido a la extensi�n l�mite de toda la intervenci�n, d�gase las sesiones de tratamiento, un bagaje por su discurso resultaba apremiante y prioritario. La mejor forma de corroborar tales convicciones es la deserci�n del proceso terap�utico que tuvo la paciente al tercer encuentro, cuando deb�a traer a sesi�n una carta escrita por ella para su difunto abuelo.
Una tarea de tal tipo result� muy intrusiva frente a una amenaza de cura tan abrupta, es por ello, que el plan propuesto para el caso es un ideal que surge a ra�z del ejercicio fracasado de la acci�n del terapeuta. Por tales razones se propone la t�cnica como una alternativa �nicamente al final del proceso, una vez que se ha abordado el tema del abuelo de forma sutil, y se tienen todos los elementos de causa o al menos la mayor informaci�n posible al respecto.
Por �ltimo, cabe se�alar una puntualizaci�n acerca de la temporalidad, en la cual, �los procesos del sistema Inconsciente son atemporales, es decir, no ordenados con arreglo al tiempo, no se modifican por en transcurso de este ni, en general, tienen relaci�n alguna con el� (Freud, 1915-2000, p�g. 184). Tal presunci�n hecha por Freud resulta pertinente en el abordaje de cualquier caso cl�nico, pues es preciso reconocer que en toda intervenci�n propuesta subyace el inconsciente y lo que se pueda decir de �l estar� sujeto a los avatares mismos de su expresi�n en lo sintom�tico, lo cual es una contingencia.
Adem�s, los estudios acerca del duelo concluyen que es un proceso que no se sujeta a una cronolog�a �eso no significa que los mismos momentos, con las mismas caracter�sticas y secuencia, se den en cada proceso del duelo� (Garc�a, 2013, p�g. 91). Esto no es una consideraci�n que desacredite el trabajo propuesto, sino una aclaraci�n para la acogida de nuevos planteamientos si fuesen necesarios.
Conclusiones
Las situaciones conflictivas que la paciente presentaba con los dem�s miembros del n�cleo familiar eran un foco de una sintomatolog�a subyacente que implicaba un duelo permanecido en latencia por su abuelo, debido a su estructuraci�n ps�quica y a lo significativo de la p�rdida. Tal estructura, es la que ha reprimido al s�ntoma y lo mantiene latente en el inconsciente.
El proceso de psicoterapia breve, orientado psicoanal�ticamente supuso una fuente v�lida para brindar alivio frente a la angustia sintom�tica en el proceso de duelo de la paciente.
Una intervenci�n propuesta a partir de la diagnosis desde la teor�a psicoanal�tica e intercalada con las elaboraciones del duelo de Worden, cuyo fundamento toma prestaciones te�ricas de otras corrientes psicol�gicas, resulta viable en el caso de la paciente al tomar en consideraci�n las concepciones de la temporalidad del inconsciente.
Referencias
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