La Educación Cívica y el fortalecimiento de la democracia en la adolescencia
Civic Education and the Strengthening of Democracy in Adolescence
Educação Cívica e o Fortalecimento da Democracia na Adolescência
Correspondencia: boris.cabrera@educacion.gob.ec
Ciencias Sociales y Políticas
Artículo de Investigación
* Recibido: 03 de febrero de 2025 *Aceptado: 07 de marzo de 2025 * Publicado: 30 de abril de 2025
I. Investigador Independiente, Ecuador.
II. Investigador Independiente, Ecuador.
III. Investigador Independiente, Ecuador.
IV. Investigador Independiente, Ecuador.
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo analizar el papel de la educación cívica en la formación democrática de los adolescentes, destacando su potencial para fortalecer valores ciudadanos, pensamiento crítico y participación activa desde las aulas. A través de una metodología cualitativa-documental, se examinaron estudios y marcos teóricos que permiten comprender cómo la práctica educativa incide en la construcción de una ciudadanía activa en jóvenes en edad escolar. Parte de una problemática central: ¿En qué medida la educación civil, concebida como una experiencia formativa activa y contextualizada, puede contribuir a superar la apatía política, el desinterés por lo público y el desconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos entre los adolescentes? Los hallazgos sugieren que este fenómeno está relacionado con enfoques pedagógicos limitados, prácticas escolares autoritarias y la falta de espacios reales de participación. La discusión evidencia que solo cuando la educación civil se transforma en una experiencia vivencial, crítica y contextualizada, los adolescentes pueden apropiarse del sentido democrático en su cotidianidad. Asimismo, se destaca la importancia de repensar la formación docente y democratizar la cultura escolar para que la escuela funcione como espacio legítimo de ciudadanía. En síntesis, fortalece la democracia, requiere una educación cívica coherente, activa e inclusiva desde la adolescencia.
Palabras Claves: Educación cívica; valores democráticos; adolescencia; enfoque currículo y Contexto escolar.
Abstract
This article aims to analyze the role of civic education in adolescents' democratic development, highlighting its potential to strengthen civic values, critical thinking, and active participation in the classroom. Using a qualitative documentary methodology, studies and theoretical frameworks were examined to understand how educational practice impacts the development of active citizenship in school-aged youth. It begins with a central question: To what extent can civic education, conceived as an active and contextualized educational experience, contribute to overcoming political apathy, disinterest in public affairs, and ignorance of civic rights and duties among adolescents? The findings suggest that this phenomenon is related to limited pedagogical approaches, authoritarian school practices, and a lack of meaningful spaces for participation. The discussion shows that only when civic education becomes a lived, critical, and contextualized experience can adolescents embrace the democratic sense of life in their daily lives. Likewise, the importance of rethinking teacher training and democratizing school culture is highlighted so that schools function as legitimate spaces for citizenship. In short, it strengthens democracy and requires coherent, active, and inclusive civic education, starting in adolescence.
Keywords: Civic education; democratic values; adolescence; curriculum approach; and school context.
Resumo
Este artigo tem como objetivo analisar o papel da educação cívica no desenvolvimento democrático de adolescentes, destacando seu potencial para fortalecer valores cívicos, pensamento crítico e participação ativa em sala de aula. Utilizando uma metodologia documental qualitativa, foram examinados estudos e referenciais teóricos para compreender como a prática educacional impacta o desenvolvimento da cidadania ativa entre jovens em idade escolar. Começa com um problema central: até que ponto a educação cívica, concebida como uma experiência de aprendizagem ativa e contextualizada, pode contribuir para superar a apatia política, o desinteresse pelos assuntos públicos e o desconhecimento dos direitos e deveres cívicos entre os adolescentes? Os resultados sugerem que esse fenômeno está relacionado a abordagens pedagógicas limitadas, práticas escolares autoritárias e falta de espaços significativos para participação. A discussão mostra que somente quando a educação cívica se torna uma experiência vivida, crítica e contextualizada os adolescentes podem abraçar o espírito democrático em suas vidas diárias. Da mesma forma, destaca-se a importância de repensar a formação de professores e democratizar a cultura escolar para que as escolas funcionem como espaços legítimos de cidadania. Em suma, fortalece a democracia e exige uma educação cívica coerente, ativa e inclusiva desde a adolescência.
Palavras-chave: Educação cívica; valores democráticos; adolescência; abordagem curricular e contexto escolar.
Introducción
La educación civil se posiciona como uno de los pilares fundamentales para la consolidación de sociedades democráticas, sólidas, inclusivas y participativas. Este tipo de formación no solo busca dotar a los individuos de conocimientos sobre leyes, derechos o instituciones, sino que pretende cultivar en los jóvenes un sentido profundo de responsabilidad ciudadana, ética pública y compromiso con el bien común. En la adolescencia, etapa de transición y construcción identitaria, donde esta formación adquiere un valor estratégico ineludible. Como lo señalan, Ibarra y Calderón (2022) la educación civil constituye un pilar esencial en la consolidación de sociedades democráticas, al promover la participación y la cohesión social. Complementariamente, Esteban y Novella (2017) indican que la formación ciudadana debe comenzar en la adolescencia, clave para la construcción de la identidad democrática, puesto que es durante este periodo que los jóvenes comienzan a cuestionar las estructuras sociales, forjar sus valores y establecer relaciones con lo público.
El objetivo central de este artículo es analizar el potencial de la educación civil como una herramienta eficaz para el fortalecimiento de los valores democráticos en los adolescentes, considerándola no solo como un proceso de instrucción teórica, sino como una experiencia formativa integral que articule el aprendizaje en el aula con la participación activa en la realidad social. Se abordarán las estrategias pedagógicas más efectiva, los desafíos que enfrentan su implementación en los sistemas educativos y el impacto que puede tener en el desarrollo de una ciudadanía crítica, activa y responsable. Desde el punto de vista de, Galeano (2008) sostiene que una educación cívica eficaz debe ir más allá de la transición de contenidos; debe generar una experiencia significativa de participación, destacando así la necesidad de una educación centrada en la práctica. Asimismo, Guanipa et al., (2019) argumentan que el sistema educativo tiene el deber de preparar a los jóvenes no solo para el trabajo, sino para la vida democrática, reconociendo el rol formador de la escuela en la consolidación de sociedades democráticas.
A pesar de los esfuerzos curriculares y discursivos, nos encontramos con una problemática preocupante: ¿En qué medida la educación civil, concebida como una experiencia formativa activa y contextualizada, puede contribuir a superar la apatía política, el desinterés por lo público y el desconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos entre los adolescentes? Esta desconexión entre los contenidos impartidos y las vivencias reales de los jóvenes plantean serias dudas sobre la efectividad de la educación civil, tal como se la está desarrollando actualmente. Herrera et al., (2023) advierten que la escuela sigue formando ciudadanos para una democracia ideal, pero no para la democracia real que enfrentan los adolescentes, lo que revela una brecha entre la teoría y la experiencia cotidiana de los estudiantes. En un sentido similar, Ayala (2021) señala que la falta de conexión entre teoría y práctica civil genera una percepción de inutilidad de estos saberes en la vida cotidiana de los jóvenes, lo cual refuerza la urgencia de reformular los métodos pedagógicos tradicionales.
Frente a este panorama se plantea como solución la necesidad de una transformación profunda en los enfoques de enseñanza de la educación civil. Esta transformación debe orientarse hacia metodologías activas, críticas y vivenciales que permitan a los adolescentes ejercer un rol protagónico en la construcción de su ciudadanía. La participación en simulacros democráticos, debates, proyectos comunitarios, foros escolares y actividades colaborativas en el entorno social son solo algunas estrategias que pueden hacer la educación civil una experiencia significativa y formadora. En las opiniones de, Rodríguez y García (2024) sostienen que el aprendizaje cívico debe ser experiencial, con prácticas escolares que simulen procesos democráticos reales, lo cual implica también otorgar voz y agencia a los a estudiantes dentro del propio entorno escolar. Por su parte, Arce (2019) enfatiza que una educación civil transformadora integra el aula con la comunidad, permitiendo a los adolescentes vivenciar la democracia desde su entorno, rompiendo así la barrera entre la escuela y la realidad.
La importancia de este tema nos demuestra en que una democracia no se sostiene únicamente con leyes y estructuras institucionales, sino con ciudadanos capaces de ejercer sus derechos y cumplir sus deberes de forma consciente y responsable. La adolescencia, al ser una etapa de apertura hacia el mundo social y político, representa un momento decisivo para sembrar los valores democráticos que determinarán la calidad de participación ciudadana futura. Teniendo en cuenta a Berger y UNICEF (2019) destaca que fomentar una conciencia cívica en la adolescencia es una inversión social a largo plazo para el bienestar democrático de las naciones, señalando el impacto profundo que puede tener una ciudadanía formada desde la juventud. Sumándose a esto, Alarcón (2022) argumenta que los adolescentes empoderados cívicamente son más propensos a participar en procesos políticos y comunitarios de forma constructiva, lo cual refuerza la necesidad de una educación que potencie el liderazgo juvenil, el sentido crítico y el compromiso con la transformación social.
En conclusión, la educación civil es mucho más que una asignatura escolar: es un proceso de formación integral que puede marcar una diferencia sustancial en la vida democrática de un país. Dotar a los adolescentes de herramientas para comprender, cuestionar y transformar su realidad es esencial para fortalecer las democracias contemporáneas. Reformular su enseñanza, conecta el aula con la comunidad y aportar por metodologías centradas en la participación no es solo un desafío pedagógico, sino una urgencia política y ética en tiempos donde los valores democráticos enfrentan amenazas constantes. Apostar por una educación civil transformadora es, en definitiva, aportar el presente y el futuro de la democracia.
Metodología o método
El artículo se enmarca dentro de un enfoque cualitativo de carácter descriptivo y analítico, lo cual permite comprender, desde una perspectiva holística, como la educación civil incide en el fortalecimiento de los valores democráticos durante la adolescencia. La selección de esta metodología responde a la necesidad de analizar procesos sociales complejos que no pueden ser reducidos a datos cuantificables, sino que requieren ser interpretados a través del discurso, las prácticas pedagógicas y las experiencias formativas de los actores educativos. Según Díaz et al., (2018) la investigación cualitativa se caracteriza por estudiar los fenómenos en su contexto natural, interpretando los significados que las personas las atribuyen, lo cual resulta pertinente para el análisis del papel formativo de la educación civil.
Desde esta época, se optó por una revisión documental Bibliográfica exhaustiva, centrada en fuentes académicas y oficiales producidas en América Latina, relacionadas con educación cívica, adolescencia y democracia. Esta técnica permitió construir un marco conceptual, sólido y actualizado, además de identificar los principales aportes teóricos y metodológicos existentes sobre la temática. Para Bedoya (2019) el análisis documental permite comprender fenómenos educativos desde sus fundamentos teóricos y normativos, proporcionando una visión estructurada del objeto de estudio, lo cual fue clave para establecer vínculos entre teoría y práctica educativa.
La selección de los documentos se realizó mediante criterios de pertinencia temática, actualidad, relevancia académica y diversidad de enfoques. Entre las fuentes se incluyeron libros especializados, artículos indexados, informes institucionales y tesis universitarias. Este corpus documental fue sostenido a un proceso de análisis de contenido, técnica que, según Sánchez (2021) consiste en descomponer los mensajes en unidades significativas que pueden ser clasificadas y analizadas de acuerdo con categorías previamente definidas. Dicha técnica permitió identificar patrones comunes, conceptos claves y enfoques divergentes en torno al vínculo entre formación ciudadana y democracia juvenil.
El análisis fue guiado por 3 categorías principales: a) Concepción de educación civil en contextos escolares, b) Participación democrática en la adolescencia, c) Prácticas pedagógicas para la formación ciudadana. Estas categorías fueron construidas con base en los objetivos del estudio y la literatura revisada. Como señala, Cerrón (2019) el establecimiento de categorías teóricas facilita la organización del material empírico, permitiendo construir interpretaciones sólidas desde los datos. La triangulación de fuentes y perspectivas permitió contrastar distintos enfoques pedagógicos y sociopolíticos, garantizando mayor validez y profundidad en los hallazgos.
Finalmente, se consideraron aspectos éticos fundamentales, tales como el respeto por las ideas de los autores, la citación adecuada de fuentes y la objetividad en el análisis. Empleando las palabras de, Arias (2020) toda investigación educativa debe fundarse en la ética del respeto, tanto a los sujetos implicados como al conocimiento producido, lo por lo cual se adoptó una postura crítica y reflexiva durante todo el proceso investigativo.
En resumen, la presente investigación adopta una metodología cualitativa, de carácter documental y analítico, que privilegia la comprensión profunda del fenómeno educativo estudiado. Esta elección metodológica responde a la complejidad del vínculo entre educación cívica y democracia en la adolescencia, así como a la necesidad de generar propuestas pedagógicas fundamentadas en evidencia teórica y contextualizada.
Resultados
Del análisis documental realizado emergente, una serie de hallazgos significativos que evidencian tanto los avances como las limitaciones en la forma en que la educación cívica está concluyendo al fortalecimiento de la democracia en la adolescencia. Los resultados se agrupan en 3 dimensiones fundamentales: la comprensión conceptual de la ciudadanía en los adolescentes, el derecho de Competencias democráticas a través del currículo, y las prácticas pedagógicas que favorecen (o limitan) la participación juvenil.
En primer lugar, se identifica una visión reducida a la ciudadanía entre adolescentes, principalmente ligada al cumplimiento de normas y obligaciones formales, más que a una comprensión crítica y participativa del rol ciudadano. Esta Percepción, se relaciona con un enfoque tradicional de la educación cívica, centrada en la memorización de contenidos legales y estructuras institucionales, sin suficiente énfasis en la vivencia democrática. Citando a García y Casas (2021) la ciudadanía enseñada en las escuelas suele desvincularse de los contextos reales y de los problemas sociales concretos que afectan a los jóvenes. Esta desconexión entre teoría y práctica limita el desarrollo de una conciencia cívica crítica en la adolescencia.
En segundo lugar, aunque los currículos nacionales de muchos países latinoamericanos han incorporado la formación ciudadana como eje transversal, la implementación efectiva de estos lineamientos aún es deficiente y fragmentada. A menudo, la educación cívica es abordada como un contenido accesorio dentro de asignaturas como Estudios Sociales o Historia, sin una estrategia pedagógica clara ni una evaluación específica. Al respecto, Quesada et al., (2024) señalan que la educación para la ciudadanía queda diluida en el currículo, sin seguimiento ni planificación coherente, lo que dificulta su impacto real en los estudiantes. Esta situación afecta directamente el fortalecimiento democrático en la adolescencia, ya que no se garantiza una formación sistemática y progresiva.
Un tercer hallazgo importante está relacionado con la escasa participación real de los adolescentes en espacios escolares democráticos. A pesar de la existencia formal de gobiernos estudiantiles, consejos escolares u otros mecanismos, en la práctica, estos suelen funcionar de forma simbólica o limitada. esta falta de compromiso estudiantil restringe el aprendizaje experiencial de la democracia. Cómo lo indican, Araya et al., (2021) la participación juvenil en la escuela muchas veces se reduce a rituales vacíos sin poder real de decisión ni procesos deliberativos auténticos. esta situación genera frustración entre los jóvenes y puede alimentar la apatía política futura.
En contraste con estas limitaciones, también se identifican experiencias educativas positivas, donde la educación cívica se ha abordado como metodología activa favoreciendo el pensamiento crítico, el debate y el compromiso comunitario. Diversas investigaciones destacan que los adolescentes que participan en actividades como simulacros parlamentarios, proyectos de servicio social o debates estudiantiles, desarrollan habilidades democráticas significativas como la empatía, la tolerancia y la argumentación ética. Cómo lo hacen notar, Delbury y Carcamo (2020) cuando los jóvenes viven la democracia en su entorno escolar, comprenden mejor sus valores y se sienten responsables de su práctica. Estas iniciativas, aunque aún minoritarias, constituye ejemplos replicables de buenas prácticas pedagógicas.
Finalmente, se observa que la formación docente juega un rol decisivo en la calidad de la educación civil impartida. Los profesores que tienen una preparación específica en ciudadanía y democracia tienden a promover estrategias participativas y decisiones abiertas en el aula. Sin embargo, la mayoría de los docentes no han recibido formación en esta área y manifiestan inseguridad o desconocimiento al tratar temas sociales y políticos con sus estudiantes. Con base en, García y González (2019) la ausencia de formación ciudadana en los programas de formación inicial docente perpetúa modelos tradicionales y autoritarios en la enseñanza. Esta carencia representa una barrera estructural para una educación cívica significativa y transformadora.
En conjunto, estos resultados muestran que la educación cívica aún enfrenta importantes desafíos estructurales, pedagógicos y culturales. Si bien existe un consenso creciente sobre su relevancia para el fortalecimiento democrático, su aplicación práctica sigue siendo débil y desigual. No obstante, también se evidencia experiencias exitosas que demuestran el potencial de la formación ciudadana cuando esta se basa en la participación real, la reflexión crítica y el compromiso con el entorno.
Discusiones
1. La educación civil como herramienta para superar la apatía juvenil
Uno de los principales retos evidenciados en los resultados es la desconexión entre los contenidos de la educación civil y las realidades vivenciales de los adolescentes, lo que constituye a una creciente apatía política y una participación limitada. Esta desconexión no solo es conciencia de esfuerzo pedagógico tradicionales, sino que también de una cultura escolar que minimiza la voz del estudiante. La educación civil, en lugar de ser un espacio de empoderamiento, suele transformarse en un conjunto de normas y fechas conmemorativas sin vínculo con el texto con texto actual.
Diversos estudios indican que esta apatía no es irreverente a la juventud, sino que es conciencia de modelos educativos que no promueven el pensamiento crítico ni el compromiso social. De acuerdo con Moya (2019) argumenta que la falta de espacio de participación auténtica en la escuela refuerza la indiferencia política de los jóvenes, quienes no encuentran sentido en un sistema que no los toma en cuenta. Esta afirmación revela que la posibilidad juvenil es, en muchos casos, una reacción lógica frente a contextos educativos poco democráticos.
Por lo tanto, la educación civil debe asumirse como un proceso transformador y contextualizado, donde los estudiantes puedan debatir sobre su realidad, proponer soluciones a problemas locales y ejercer ciudadanía desde la escuela. Solo así podrá revertirse la tendencia de desafección democrática en la adolescencia. En palabras de, Mesa (2019) educar para la ciudadanía es educar para la acción; no se trata solo de saber sino de comprometerse con la construcción de una sociedad más justa. Este cambio de enfoque es clave para formar adolescentes con sentido ético, capacidad crítica y responsabilidad social.
2. El rol docente como mediador del aprendizaje democrático.
Otro aspecto crítico identificado en el estudio es el papel del docente en la promoción de valores democráticos. La educación civil no se limita a un currículo formal; es una práctica viva que se expresa en las relaciones cotidianas, el lenguaje utilizado en el aula, y el modelo de autoridad que se ejerce. Por ello, el docente no solo debe enseñar sobre democracia, sino practicarla junto a sus estudiantes.
No obstante, gran parte del profesorado no ha sido formado por ello, y muchos reducen dinámicas autoritarias o evitan abordar temas sensibles por miedo o desconocimiento. Esta contradicción entre el discurso y la práctica educativa puede generar desconfianza a los jóvenes hacia las instituciones democráticas. Con respecto, Vergara et al., (2011) sostienen que el docente que no permite la participación crítica del estudiante, aunque hable de democracia, está enseñando autoritarismo con el ejemplo. Esta cita subraya la importancia del modelaje docente como una herramienta pedagógica poderosa.
Además, el fortalecimiento de la democracia requiere educadores que comprueban la deliberación, la escucha activa y la resolución pacífica de conflictos como prácticas cotidianas. Estas competencias no se desarrollan únicamente en teoría, sino a través del clima democrático del aula. Como señala Valente (2020) la democracia, no se enseña, se aprende viviéndola en el aula; el docente debe crear condiciones para que la escuela sea un laboratorio de ciudadanía. esta perspectiva resalta la necesidad de transformar no solo los contenidos, sino también las metodologías y la cultura institucional escolar.
3. Hace un Currículo cívico más inclusivo y transformador.
El análisis también revela que los programas de educación civil suelen estar diseñados desde perspectivas normativas, homogéneas y centradas en el ciudadano ideal, sin tomar en cuenta la diversidad de contextos culturales, éticos, económicos y sociales que atraviesa los adolescentes. Esta homogeneidad curricular limita el desarrollo de una ciudadanía inclusiva y representativa, y deja fuera las experiencias de jóvenes de sectores vulnerables o históricamente marginados.
Para que la educación cívica fortalezca la democracia en sentido amplio, deben incorporar la pluralidad y el reconocimiento de identidades múltiples en sus contenidos y enfoques. Cómo lo expresan González et al., (2020) una ciudadanía democrática requiere del reconocimiento del otro como legítimo, diferente y valioso; el currículo debe reflejar esa diversidad. Esto aplica incluso en los programas escolares de debate sobre derechos humanos, justicia social, género, interculturalidad y participación comunitaria, temas que afectan directamente a los jóvenes.
Asimismo, es fundamental que la educación cívica no sea solo nacionalismo o institucionalista, sino crítica y proyectiva que fomente adolescentes capaces de imaginar otra forma de organización social, cuestionar estructuras injustas y participar activamente en su transformación. En la misma opinión, Sabariego (2021) plantea que una educación cívica transformadora no se conforma con la adaptación al sistema, sino que promueve la agencia y el cambio social desde la juventud. Esta visión más amplia y comprometida puede ayudar a consolidar democracias más inclusivas, participativas y justas desde las aulas.
Conclusión
La presente investigación ha permitido evidenciar que la educación cívica, entendida no solo como una asignatura sino como una práctica pedagógica integral, desempeña un papel determinante en el fortalecimiento de la democracia desde la adolescencia. A través del análisis documental conceptual, se ha confirmado que este tipo de formación es clave para cultivar en los jóvenes un sentido de pertenencia social, responsabilidad ciudadana y capacidad crítica frente a la dinámica políticas y sociales de su entorno. Sin embargo, también se ha identificado una serie de limitaciones estructurales, pedagógicas y culturales que impiden que la educación cívica cumpla plenamente con este propósito.
Uno de los primeros hallazgos es que, aunque existe un consenso normativo en entorno a la importancia de educar en ciudadanía, la aplicación práctica de estos principios en los espacios escolares sigue siendo superficial ya que, en muchos casos, descontextualizada. Se tiende a reducir la educación cívica a contenidos memorísticos o rituales formales que no conectan con las inquietudes reales de los adolescentes, lo que debilita su capacidad para ejercer una ciudadanía activa y reflexiva. Además, la falta de una formación docente específica en valores democráticos y el uso de metodologías autoritarias en el aula contradicen los fines que se pretenden alcanzar, generando una experiencia educativa que produce jerarquía en lugar de fomentar la participación horizontal.
Por otro lado, se constata que cuando la educación cívica se implementa de manera significativa con enfoques participativos, debates reales, trabajos comunitarios y reflexión crítica los adolescentes logran desarrollar habilidades sociales y políticas que no solo fortalecen su identidad ciudadana, sino que también los empodera como agentes de cambio. Estas experiencias demuestran que la democracia puede enseñarse y vivirse en la escuela, siempre que se creen condiciones institucionales, curriculares y pedagógicos que lo permitan.
Asimismo, esta investigación resalta la necesidad de superar una visión homogénea de ciudadanía, para avanzar hacia una educación cívica más inclusiva, diversa y transformadora, que reconozca la pluralidad de voces juveniles y promueva una cultura de respeto, diálogo y justicia social. Ello implica revisar los contenidos curriculares, replantear las metodologías docentes y democratizar la vida escolar en su conjunto. La adolescencia, lejos de ser un período de pasividad o indiferencia, representa una etapa decisiva para la formación de ciudadanos críticos solidarios. Y comprometidos con el bien común.
En consecuencia, fortalece la educación cívica desde la adolescencia no debe entenderse como una tarea aislada del sistema educativo, sino como un compromiso político y social que involucran a docentes, autoridades, familias y comunidades. Solo una educación que promueva la autonomía moral, el pensamiento ético y la participación activa podrán contribuir a consolidar una democracia sólida, dinámica y profundamente humana. Apostar por una formación ciudadana integral es en última instancia, apostar por un futuro donde las nuevas generaciones no solo conozcan la democracia, sino que sean capaces de construirla y transformarla.
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